Daniel
Álvarez Prendes y Laura Sandoval, fundadores y editores de Hoja de Lata,
contagian desde sus primeras palabras una gran pasión y un férreo compromiso
con la literatura y la edición. Tres años después de su fundación, en el catálogo
de esta editorial asturiana conviven autores que, como ellos mismos dicen, además
de una innegable calidad literaria comparten una filosofía tremendamente vitalista
y una actitud nada esquiva frente a la realidad de su tiempo.
Hoja
de Lata no solo mima a los libreros, profesión que ejercieron antes de
embarcarse en esta aventura, sino sobre todo a los lectores, ofreciéndoles propuestas
valientes que son el fiel reflejo de su lema: Lecturas sugerentes para tiempos
inciertos. Sin ir más lejos, este año han recuperado la figura de Luisa Carnés,
miembro olvidado de la Generación del 27 e insigne SinSombrero, y han publicado
una de las obras más arriesgadas y atractivas de este 2016, Cosecha, de Jim Crace. Nos frotamos ya
las manos pensando en lo que tienen preparado para el próximo año.
P: ¿Había algún libro en concreto que no estuviera
publicado en España que os impulsara a crear la editorial?
R: La idea de fundar un
sello editorial nace mientras cursábamos sendos posgrados en edición, y si bien
no fueron la razón última para dar el gran salto (lo fue el quedar en el paro),
sí estábamos muy motivados con poder publicar Días de fuga, las memorias del exweatherman Bill Ayers, y las tres
principales novelas de Gasán Kanafani, que hemos publicado bajo el nombre de Una trilogía palestina.
P: ¿Por qué el nombre de Hoja de lata?
R: Siempre nos ha atraído
la idea de envasar los libros, de enviar una pequeña cantidad de ellos a los
libreros más afines, a ti como periodista cultural, a nuestra lectora un
millón. Esos envases están hechos de hojalata.
Por otro lado, también
son de hojalata esos juguetes clásicos, eternos, inalterables, maravillosos que
todos hemos tenido de pequeños.
Nuestra idea es llegar a
confeccionar un catálogo así, atemporal, eterno, que no pase de moda
fácilmente, con títulos que sigan teniendo interés dentro de veinte, treinta,
cuarenta años. Aspiramos a construir una editorial de long-sellers.
P: ¿Qué creéis que os aportó al proyecto editorial
vuestra experiencia previa como libreros?
R: Entre los editores no
siempre se entiende bien cómo funciona una librería, la avalancha de novedades
que hay, la competencia feroz por lograr que una librera pida tus títulos y los
defienda con pasión ante el público, los listados de rotación. Nuestro bagaje
previo como libreros nos permite conocer bien el circuito comercial del libro,
desde que el distribuidor presenta el boletín de novedades a la librería hasta
que el libro sale bien por la caja registradora, bien por devolución.
También nos ha ayudado a
valorar muy mucho el papel que un librero prescriptor puede tener entre su parroquia
de lectores fieles. Nos gusta tratar en corto con los libreros, respetar su
trabajo y sus decisiones, presentarles con tiempo y con prudencia nuestros
títulos, tratando de sorprenderlos y de llamar su atención.
P: ¿Son ellos unos de los principales aliados de la
editorial? ¿Cómo buscáis sinergias con las librerías?
R: Sin duda. Una librera
prescriptora, apasionada, vende más libros que una reseña elogiosa en un
suplemento cultural de un diario de tirada nacional. Lo tenemos comprobadísimo.
Por eso nos encanta establecer lazos con cada librería, sea independiente o de
gran cadena, conocer a los libreros, hablar con ellos, preguntarles cómo ven
nuestra editorial y qué cosas cambiarían, organizar actividades en sus locales.
El haber sido libreros facilita en parte esta tarea, porque creemos que
hablamos el mismo idioma, pero hay que tener en cuenta la enorme producción de
novedades que salen al mercado cada semana, y no solo nuestros libros son los
buenos. Por ello agradecemos enormemente que una pequeña librería pida nuestros
títulos, aunque sea un ejemplar. Hay que saber ponerse en la piel del otro.
P: ¿Qué ventajas y desventajas encontráis al ser una editorial
con base en Asturias?

Desventajas, que no
estamos en la pomada, nos perdemos muchísimas cosas que ocurren cada día en el
gran eje editorial Madrid-Barcelona. El no poder estar con inmediatez en un
estudio de radio participando en una tertulia sobre literatura, el perderte un
sarao con vino en el que haces relaciones interesantes, el que los periodistas
culturales no te tengan tan en cuenta por no verte el careto con tanta
frecuencia como a otros.
Sopesándolo, preferimos
seguir viviendo en el planeta Asturies y aterrizar desde detrás de las montañas de cuando en cuando, cada vez que nos dejamos caer por la gran ciudad.
P: Como lectores vuestros percibimos un trasfondo social
en todas las obras de vuestro catálogo, ¿consideráis que toda literatura ha de
ser «social» de alguna manera?
R: No, en absoluto.
Algunos de nuestros autores favoritos como lectores son conservadores o
reaccionarios, o antisemitas, o filofascistas o ultranacionalistas. No somos
una editorial dogmática que solo publique novela social, sino que nos regimos
por nuestro lema: «Lecturas sugerentes para tiempos inciertos». Pero lo
cierto es que nos tomamos nuestro trabajo como una expresión más de nuestra
personalidad, sí que ocurre con mucha frecuencia que nuestros autores hacen
planteamientos reflexivos, reivindicativos o directamente subversivos.
Tras tres años de
andadura, hemos concluido que nuestras autoras y nuestros autores coinciden en
tener una filosofía muy vitalista, implicada en su sociedad, sino para
cambiarla, sí al menos para imbricarse en ella hasta el tuétano. Suelen ser
escritores que pisan fuerte y se zambullen en su realidad más inmediata,
tratando de extraer de ella el sentido a sus vidas.
P: ¿Están ligadas ciertos títulos con un toque «revolucionario» al movimiento obrero y político que ha caracterizado a
Asturias a lo largo de su historia?
R: La mitad de Hoja de
Lata es catalana, aunque la sede física esté en Xixón, de modo que somos una
editorial mestiza. Si hay que buscarle una identidad territorial a Hoja de Lata
y trazamos el punto medio geográfico entre Asturias y Cataluña, ¡nos saldría La
Rioja! Lo cual nos encanta porque allí está una de las editoriales más
fascinantes del panorama independiente español, Pepitas de Calabaza.
Sí que es cierto que no
somos una editorial madrileña o catalana más, ni lo pretendemos ser. Somos
periféricos y lo defendemos con orgullo. Venimos con un bagaje previo como
personas que han crecido en unos ambientes sociales muy concretos, por lo que,
seguramente, más que el entorno inmediato, lo que condiciona realmente la
filosofía de la editorial son las personas que la forman.
P: ¿Cómo llegasteis a la obra de Luisa Carnés? ¿Vais a
continuar vuestra apuesta por las SinSombrero?
R: A Tea Rooms. Mujeres obreras llegamos por una de esas maravillosas
casualidades de la vida. Estábamos en Barcelona en un acto sobre Upton
Sinclair, otro de nuestros autores favoritos, en el que también participaba
David Becerra, una de las mentes más lúcidas del panorama literario actual. En
eso que los jugadores de rugby llaman «el tercer tiempo», es decir, tomando
cañas tras la presentación, comenzamos a hablar de títulos sugerentes y David
nos comentó que había leído una novela tremenda de autora madrileña,
absolutamente olvidada, sobre las expectativas de vida que tenían las mujeres
españolas en los años treinta. Nos hicimos con el texto, alucinamos,
contactamos con Antonio Plaza, epiloguista de nuestra edición y uno de los
mayores estudiosos de la obra de Luisa Carnés, y conseguimos también involucrar
a la familia de Luisa en esta reedición de su obra. Fue todo muy rápido y muy
pasional, alterando la mitad de la programación semestral que teníamos
prevista. Pero es que hemos de decir que todas las partes implicadas, desde
David hasta los nietos de Luisa, son personas tremendamente apasionadas, como
nosotros, y ha sido muy gratificante trabajar con ellos.
P: ¿Qué os animó a redescubrir a los lectores la obra de
Upton Sinclair?
R: Sinclair es un
cronista maravilloso de la primera mitad del siglo XX, un autorazo que no ocupa
el lugar que le corresponde según la calidad de su obra, junto a Steinbeck o
Hemingway, en nuestra opinión. Se había traducido alguna obra suya como La jungla, ¡Petróleo! o ¡No pasarán!, pero faltaban los que
quizá son sus títulos más significativos, la saga de Lanny Budd, con la que
ganó el Pulitzer. A pesar de que para una editorial como la nuestra publicar
cada uno de esos volúmenes es un suicidio, en su día decidimos apostar por
ellos y no nos arrepentimos.
P: ¿Es Cosecha,
de Jim Crace, una de vuestras propuestas narrativas más arriesgadas?
R: El propio Jim es
consciente de que sus novelas consiguen el aplauso frenético de la crítica pero
(al menos en nuestro país) no se venden. Así nos lo manifestó y así lo ha
expresado en alguna entrevista. A nosotros no nos parece una obra arriesgada,
ni mucho menos, pero esa narrativa minimalista de Crace, en la que la trama es
sutil y delicada, ligera, en la que el planteamiento que nos hace el autor y el
ambiente que crea son los principales elementos de la novela, está claro que no
es para todos los públicos, a pesar de que sea maravillosa.
Sin embargo, estamos
teniendo unos buenos resultados con Cosecha
(para nuestros estándares, todo hay que decirlo), y es nuestra intención que
Crace pase a formar parte de los autores residentes en Hoja de Lata.
Sería lamentable que como
pequeño sello independiente nos abstuviéramos de publicar un título por
arriesgado, cuando el riesgo habría de ser precisamente nuestra principal baza.
Sorprender a esas grandes minorías a las que nos dirigimos.
P: ¿Cómo llegasteis a la obra de Gabrielle Roy y El río sin descanso? ¿Cómo «habla» Roy
al resto de escritoras de vuestro catálogo?
R: El río sin descanso fue una propuesta de la traductora Luisa
Lucuix, especializada en narrativa quebequesa contemporánea. Nos encantó. Nos
encantaron tanto la novela como la figura de la propia Gabrielle Roy, por lo
exótico que resulta aquí que te hablen de los pueblos nativos del norte de
Canadá, por la empatía con la que Roy nos presenta a los inuits, por el abismo
mental que separa a una civilización y la otra.
Roy se entiende a la
perfección con el resto de nuestro plantel de autoras y autores, aunque es
cierto que es la más melancólica de todas ellas. Un contrapunto necesario
frente al optimismo y a la alegría de la mayoría de nuestros libros, con una
filosofía de vida maravillosa.
Para los «eurocéntricos» y «ombliguistas» leer El río sin descanso
puede ser revelador y muy enriquecedor. Para quienes no nos tenemos por la
única ni la mejor de las sociedades es sencillamente una delicia de lectura.
P: ¿Creéis que las nuevas editoriales están recuperando y
apostando por la ficción escrita por mujeres o que todavía hay mucho por hacer?
R: La literatura es
reflejo de lo que ocurre en el resto de la sociedad. La falocracia sigue
imperando y queda mucho camino todavía para acabar con el machismo, pero
afortunadamente estamos bastante más avanzados que, por ejemplo, el mundo del
deporte. No hemos de sufrir, por ejemplo, bochornosos artículos del tipo «Las
escritoras más buenorras de este año», como ha ocurrido en durante los pasados
Juegos Olímpicos.
Nuestro catálogo tiende a
la paridad entre autoras y autores (si bien en este 2016 se nos ha disparado un
poco la testosterona), no como algo premeditado, sino como reflejo de nuestra conciencia
personal y de nuestra forma de ser.
Sin embargo, el mundo del
libro es un mundo de mujeres; el público lector femenino es mayoritario, en los
clubs de lectura la mayoría femenina es abrumadora; aun así, es paradójico que
el machismo también tenga presencia en el panorama editorial.
P: ¿Cuál es el libro que os ha dado más alegrías?
R: Cada uno de ellos nos
ha dado sus alegrías, sin duda. Algunos más que otros, obviamente. Poder
publicar a autores a los que admirábamos primero como lectores y más tarde
siendo libreros, como Méndez Ferrín, Bill Ayers, Teresa Moure o Jim Crace,
siempre es un gustazo. Ofrecer al público lector en castellano a autores como
Jean Malaquais, Pino Cacucci, Gil Scott-Heron o Marcello Fois es un placer. Si
además se convierten en pequeños éxitos de ventas como son Cartas de una pionera, de Elinore Pruitt Stewart, Una trilogía palestina, de Gasán
Kanafani, o Tea Rooms, de Luisa
Carnés, ya hablamos de una satisfacción doble.
P: ¿Podéis recomendarnos algún título de otra editorial
con el que hayáis disfrutado especialmente este último año, un libro que os
hubiera gustado publicar a vosotros?
R: De entre los titulazos
publicados en este último año, muchos y muy buenos, nos ha gustado particularmente
Tú no eres una madre como las demás, de
Angelika Schrobsdorff, coeditado por Errata Naturae
y Periférica, y Todo está tranquilo
arriba, de Gerbrand Bakker, publicado por Rayo Verde. Tampoco es que tengamos
mucho tiempo para leer lo que hacen los demás sellos, entre llevar Hoja de Lata
y criar a dos pequeños critters, pero
de lo que hemos podido leer, estas dos novelas nos han maravillado.
Todavía no tuve ocasión de leer ninguno de los títulos de Hoja de Lata, pero espero hacerlo algún día. A ver cuándo encontramos libros publicados por editoriales así de valientes en plataformas virtuales; como usuaria de la biblioteca electrónica de Cataluña lo echo en falta.
ResponderEliminar(Por cierto, no sabía de su mitad catalana, la tenía por asturiana de pura cepa, pero ese detalle sobre su procedecencia poco importa.)
Muchos ánimos y larga vida para los hojalateros.