martes, 27 de septiembre de 2016

La acústica de los iglús, de Almudena Sánchez: mucho más que un debut


Muchos lectores desconfiamos de los repetitivos trucos de marketing de las editoriales: “joven promesa”, “las mejores voces de una generación”, “el eterno candidato al Premio Nobel”, “la novela que refundó la literatura de una republica exsoviética”… La creatividad de los departamentos de comunicación no buscan innovar, sino que sin pudor apuestan por el corta y pega. Por eso, cuando tras la retirada de Constantino Bértolo se anunció a bombo y platillo la decisión de entregar cada doce meses las riendas de Caballo de Troya a un editor invitado muchos vimos la muerte de un proyecto que hasta entones había ofrecido menos de lo prometido.

No inventaré una historia sobre que Almudena Sánchez era para mí alguien desconocido; compartimos este espacio para hablar de lo que más nos gusta, los libros. Inicialmente los demás colaboradores pensamos que era mejor no reseñar La acústica de los iglús para que nuestra objetividad no se pusiera en entredicho. Pero tras acabar el último relato nada importan las críticas de amiguismo. Poco diría a mi favor si no estuviera dispuesta a defender a capa y espada este excelente libro de relatos que merece una larga vida gracias al boca a boca.

No se esperen encontrar manidos cuentos sobre crisis generacionales, rupturas amorosas o precariedad laboral. No, no es el mismo discurso de muchos de sus contemporáneos que creen hacerse un sitio en el mundo de las letras copiando a autores como Chirbes. Tampoco esperen giros efectistas, artificios sin sentido o juegos malabares que dejen con la impresión de haber acabado una lectura vacía.

Almudena Sánchez afronta sin miedo, sin vértigo numerosos retos: estilísticos, narrativos; crea un mundo alejado de una realidad anestesiada para adentrarse casi en lo onírico. La música no solo protagoniza uno de sus cuentos sino que también está presente en sus frases breves, en la elección con mimo de las palabras, multiplicando así el efecto lírico.

El relato El frío a través de los engranajes, sobre una mujer que huye en una furgoneta junto sus dos hijos, tiene una fuerza visual impactante que acerca a Almudena Sánchez a otras latitudes. En Apuntes desde la bóveda celeste el humor es un ingrediente imprescindible y gracias a él redondea uno de los mejores cuentos de esta antología. El nadador del Hotel Minerva me llevó al mismo tiempo a una narrativa centroeuropea pero también a la mejor nueva literatura latinoamericana. Eclipse es un viaje inolvidable por el final de la vida, por los sueños rotos y por un presente y futuros atemorizadores.

La acústica de los iglús es un libro de disfrute lento, que exige volver atrás en la lectura para subrayar mentalmente ciertos pasajes, por su carga narrativa y filosófica. Una práctica olvidada que debería ir siempre de la mano de la buena literatura.

En estos diez relatos, hay una soledad embriagadora, un mensaje envolvente y, sobre todo, una voz sorprendentemente madura que huye de comparaciones. No es Lispector, no es Tizón, es ella misma, porque lo que ha conseguido Almudena no se aprende ni se copia, se exterioriza de una manera natural y dolorosa.

Título: La acústica de los iglús
Autora: Almudena Sánchez 
Editorial: Caballo de Troya 
Páginas: 155
Precio: 13,90 euros (rústica)






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