Muchos lectores desconfiamos de los repetitivos trucos de
marketing de las editoriales: “joven promesa”, “las mejores voces de una
generación”, “el eterno candidato al Premio Nobel”, “la novela que refundó la
literatura de una republica exsoviética”… La creatividad de los departamentos
de comunicación no buscan innovar, sino que sin pudor apuestan por el corta y
pega. Por eso, cuando tras la retirada de Constantino Bértolo se anunció a
bombo y platillo la decisión de entregar cada doce meses las riendas de Caballo
de Troya a un editor invitado muchos vimos la muerte de un proyecto que hasta
entones había ofrecido menos de lo prometido.
No inventaré una historia sobre que Almudena Sánchez era para mí
alguien desconocido; compartimos este espacio para hablar de lo que más nos
gusta, los libros. Inicialmente los demás colaboradores pensamos que era mejor
no reseñar La acústica de los iglús
para que nuestra objetividad no se pusiera en entredicho. Pero tras acabar el
último relato nada importan las críticas de amiguismo. Poco diría a mi favor si
no estuviera dispuesta a defender a capa y espada este excelente libro de
relatos que merece una larga vida gracias al boca a boca.
No se esperen encontrar manidos cuentos sobre crisis
generacionales, rupturas amorosas o precariedad laboral. No, no es el mismo discurso
de muchos de sus contemporáneos que creen hacerse un sitio en el mundo de las
letras copiando a autores como Chirbes. Tampoco esperen giros efectistas,
artificios sin sentido o juegos malabares que dejen con la impresión de haber
acabado una lectura vacía.
Almudena Sánchez afronta sin miedo, sin vértigo numerosos retos:
estilísticos, narrativos; crea un mundo alejado de una realidad anestesiada
para adentrarse casi en lo onírico. La música no solo protagoniza uno de sus
cuentos sino que también está presente en sus frases breves, en la elección con
mimo de las palabras, multiplicando así el efecto lírico.
El relato El frío a través
de los engranajes, sobre una mujer que huye en una furgoneta junto sus dos
hijos, tiene una fuerza visual impactante que acerca a Almudena Sánchez a otras
latitudes. En Apuntes desde la bóveda
celeste el humor es un ingrediente imprescindible y gracias a él redondea
uno de los mejores cuentos de esta antología. El nadador del Hotel Minerva me llevó al mismo tiempo a una narrativa
centroeuropea pero también a la mejor nueva literatura latinoamericana. Eclipse es un viaje inolvidable por el
final de la vida, por los sueños rotos y por un presente y futuros
atemorizadores.
La acústica de los iglús es un libro de disfrute lento, que exige volver atrás en la
lectura para subrayar mentalmente ciertos pasajes, por su carga narrativa y
filosófica. Una práctica olvidada que debería ir siempre de la mano de la buena
literatura.
En estos diez relatos, hay una soledad embriagadora, un mensaje
envolvente y, sobre todo, una voz sorprendentemente madura que huye de
comparaciones. No es Lispector, no es Tizón, es ella misma, porque lo que ha
conseguido Almudena no se aprende ni se copia, se exterioriza de una manera
natural y dolorosa.
Título: La acústica de los iglús
Autora: Almudena Sánchez
Editorial: Caballo de Troya
Páginas: 155
Precio: 13,90 euros (rústica)
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