Hay quien no sabe –y los critica, sin ser consciente de este hecho– que los
científicos que trabajan en el desarrollo de fármacos (y cualquier otro, en
general) están obligados a realizar una declaración de intereses cuando
publican artículos de sus trabajos. De ese modo se evitan suspicacias y, si el
científico obvia dar ese dato y después se descubre que trabajaba para la
empresa X, la credibilidad de su trabajo se verá mermada. Sirva esta
introducción para dejar claro que esta reseña difícilmente puede ser objetiva –aunque
ninguna lo es– porque la autora de la que hablamos hoy, Claudia Aboaf, es
colaboradora de Libros Instrucciones de Uso. Queda por tanto declarado nuestro
conflicto de intereses.
Claudia Aboaf ha escrito El Rey del
Agua, novela a la que regresan Andrea y Juana, las protagonistas de Pichonas, su obra
anterior. Son hermanas pero extrañas, se criaron cada una con uno de sus
progenitores –Andrea con su padre, durante el día, Juana con su madre, por la
noche– y eso las distanció hasta convertirlas en extrañas, irreconciliables
maneras de ser sin lazos comunes a los que aferrarse. Andrea es temerosa,
dubitativa, aunque no exenta de momentos de una impulsividad que la lleva a
vencer esos temores que la atenazan. Juana, por el contrario, es más impulsiva,
alocada, vive una vida con un aire onírico del que no desea salir porque no es
capaz de encontrar un asiento cómodo en la vida real y, aunque desease volver, ya no le será posible, pues su identidad le ha sido sustraída.
La acción de la novela, pausada, más reflexiva que de peripecias, se
desarrolla en el Delta del Tigre, que, siendo un lugar, es también un personaje
más de la novela y condiciona la vida de los que viven en él. El Delta del
Tigre o del Paraná es un emplazamiento real situado a poco más de treinta
kilómetros de Buenos Aires, constituido por islas y agua. Se pretendió a
finales del siglo XIX que atrajese al turismo pero pronto se desechó la idea y
se convirtió en un lugar olvidado, muy cerca de los «habitantes terrestres» pero,
al mismo tiempo, ajeno a ellos, como las hermanas, Andrea y Juana.
La novela nos sitúa en el futuro, un tiempo sin embargo no demasiado
diferente del nuestro, ¿quizá una década o dos más allá? La escasez de agua en
el Delta es preocupante. Su precio alcanza cifras altísimas y su consumo está
racionado, es el nuevo petróleo. El control del agua lo ejerce Tempe, el Rey
del Agua, quien vio pronto el negocio que el futuro le ofrecía,
uno de esos triunfadores de dudosa moral que ahora tanto tratan de vendernos en
los noticiarios, esos emprendedores sin escrúpulos hechos a sí mismos. Pero
todos, tarde o temprano, tratan de borrar esa aura despreciable que les circunda y se embarcan en proyectos filantrópicos o meramente compensatorios,
siempre insuficientes. En el río, al tratar de filtrar el agua para hacerla
apta para el consumo, se encuentran trazas genéticas de personas desaparecidas
cuando se comenzó a establecer la infraestructura ideada por Tempe. Esas trazas
correspondían con el ADN de Blanco, el padre de Juana y Andrea. El Rey del Agua
tratará de mostrarse magnánimo y les ofrece una indemnización sustanciosa de la
que un abogado, antiguo conocido de Blanco, tratará de aprovecharse.
No desvelaremos más aspectos de una trama que se mueve entre la realidad de una
tierra olvidada y mundos virtuales que se adentran en lo onírico. Es imposible
no relacionar esas trazas de cadáveres en el agua con la historia no tan lejana aún de
Argentina, la de los asesinados (eufemísticamente llamados desaparecidos) y las
indemnizaciones que vinieron con los gobiernos posteriores.
Claudia Aboaf emplea un lenguaje que se adentra en lo lírico, especialmente
cuando se centra en la descripción del Delta y sus paisajes. Escrito con frases
cortas y precisas, se vislumbran arrebatos del mejor Borges, como la frase que sirve para señalar
que el día y la noche ya no tenían sentido, se confundían:
La noche no abrazaba el sueño ni el delito
Una de las claves temáticas de la novela, si no la principal, es la búsqueda de la identidad. Andrea la busca sin resuello, probablemente sin llegar nunca a
alcanzarla más que con las yemas de los dedos, atenazada siempre por su carácter timorato, que solo de cuando en cuando vence. Juana, por el contrario, la ha
perdido sin remedio, o más bien se la han robado en el universo virtual, y su búsqueda ni siquiera tiene sentido, pues es otra pero en un
mundo en el que no es capaz de reconocer. Y es que posiblemente la vida no sea
otra cosa que esa búsqueda de la identidad que ambas emprenden, que nunca cesa, y que constituye uno de los temas clave de la literatura, acaso el esencial, el que subyace al
resto.
Autora: Claudia Aboaf
Editorial: Alfaguara
Páginas: 99
Precio: 6,64 (ebook)
No hay comentarios:
Publicar un comentario