El arte de la reseña es ingrato, generalmente
desinteresado y, las más de las veces, banal. No deja de ser un acto de narcisismo en el que alguien comparte una lectura
con los demás, y no una lectura, sino su
lectura. En eso consiste Lecturas no obligatorias, de la premio
Nobel Wisława Szymborska, un conjunto de reseñas aparecidas en un periódico
polaco durante más de una década en las que la poeta daba rienda suelta a su
saber literario combinado con su inventiva.
Lecturas
no obligatorias parte de la idea de reseñar obras que
no están en el canon literario y que no lo estarán nunca. Son, por lo general,
ese tipo de obras que encontramos vendidas a precio de saldo unos años después
de su publicación: obras de autoayuda, de modales, divulgación científica, antropología, ensayos históricos… Todo le vale
a Szymborska con tal de escribir unas líneas que la mayoría de las veces tienen poca
relación con el texto al que hacen referencia, y ensaya otro arte muy útil en el
mundo de la reseña como es la disgresión.
Los textos de Szymborska son cercanos y, en muchos casos,
humorísticos. La autora es capaz de hablar de listas de tiranos,
sorprendiéndose de estar comparando las atrocidades de unos y otros, puede
enumerar los clichés de un buen melodrama o reconocer que unas muchachas que viajan en un tren, sin ser
muy guapas, al menos no están lisiadas, como sí les ocurría a la mayoría de las
personas siglos atrás, cuando padecer la viruela o el simple hecho de romperse
un hueso ya te dejaban marcado de por vida. También explica que las
películas ambientadas en el siglo XV serían otra cosa, especialmente para los
espectadores, si aspirasen al verismo, pues veríamos en una cena romántica
caer piojos sin parar, y alguno de ellos iría a parar, por qué no, a la sopa y a las viandas varias que compartiesen los amantes. Ese humor sobrevuela todas las reseñas.
Szymborska reparte mandobles aquí y allá, especialmente a
los libros de modales y a algún otro que habla de extraterrestres y sucesos paranormales.
Ella, poeta a tiempo completo, no comprende –y eso, aunque mucha gente no lo
advierta, lo comparte con la mayoría de los científicos– que alguien pueda
interesarse por algo que va más allá de la maravilla que supone el ruiseñor que
trina sobre el árbol o el sol que aparece cada día en el horizonte: le parece
una pérdida de tiempo interesarse por conspiraciones y sucesos carentes de
pruebas y no maravillarse (y preguntarse) por lo palpable que nos rodea. En la
variedad de estas lecturas Szymborska muestra su deseo de conocimiento, cierto
afán enciclopédico sin pedantería que muestra con naturalidad, sin agredir al
lector con datos o cifras, con una voz muy cercana a él, que va poco a poco
tomándolo y lo lleva de la mano de unas reseñas a otras sin perder un instante.
Hay tres excepciones en Lecturas no obligatorias que no hacen honor a este título: los
ensayos de Montaigne –su adorado Montaigne–, el tercer volumen de La caída del Imperio romano, de Gibbons
–un monumento de las obras de historia– y un último artículo, que no reseña,
sobre su relación con Czeslaw Milosz. Pero, sean excepciones o no a esa obligatoriedad de la lectura, Szymborska
siempre logra extraer algo positivo de los otros libros, ya sea una idea, un
dato, o el mero hecho de poder escribir estas maravillosas reseñas.
Autor: Wisława Szymborska
Traducción: Manel Bellmunt Serrano
Editorial: Alfabia
Páginas: 252
Precio: 22 eur (rústica)
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