jueves, 28 de julio de 2016

Entrevista: Pablo Mazo, diez años de Salto de Página

Hay editoriales, que muchos conocemos y leemos, que son casi una especie de escuela de magia, ya que, sin disponer de un enorme colchón financiero ni unos extensos recursos de personal, continúan ocupando, gracias a su pasión por los libros, un espacio en las mesas de novedades y en las estanterías de las librerías; por eso, cada año de vida que cumplen estas editoriales es motivo de celebración para nosotros, los lectores. Si no solo es un año, sino diez años de existencia, como es el caso de la editorial de Salto de Página, pues queda claro que tenemos mucho que celebrar, y por ello, hemos querido entrevistar a uno de sus editores, Pablo Mazo, al que le preguntamos sobre los inicios de la editorial, el momento actual y los planes futuros. Desde nuestro humilde espacio solo podemos agradecer su tiempo a Pablo y felicitarlo por el décimo aniversario de Salto de Página.

P: ¿Quiénes sois Salto de Página y cómo surgió la editorial?

R: Es un proyecto editorial que surgió en 2006 de la mano Daniel Martínez y Pablo Mazo. Nuestra  apuesta inicial, y creo que hemos conseguido mantenerla en buena medida, era publicar autores españoles noveles o emergentes e intercalarlos con autores hispanoamericanos consagrados en sus respectivos países, pero desconocidos para el lector español. Otro aspecto que queríamos que fuese una seña de identidad de la editorial, en cuanto a los contenidos, era que fuese una línea centrada en una concepción bastante clásica de la narrativa; que bebiera en los géneros populares, que se acercase a ellos con cierta frescura, con heterodoxia. Luego todo ello lo hemos ido modelando con lo que el mercado y la crisis nos ha ido permitiendo, pero creo que durante estos diez años hemos sido más o menos fieles a esa idea inicial.


P: También tenéis poesía…

R: Sí, publicamos entre cuatro y seis libros al año. Son proyectos que casi siempre vienen sugeridos por colaboradores o amigos de la editorial, y curiosamente son proyectos que salen con mucha más facilidad que los de narrativa, no solo porque suelen ser libros de producción sencilla, sino porque como hay, para nuestra sorpresa, un cierto vacío en la edición de poesía en España, parece que mucha gente le ha cogido miedo a editar poesía, y en el fondo hay pocos editando poesía bien. Lógicamente están los editores de toda la vida como Visor e Hiperión, y algunas otras más nuevas que hacen cosas fabulosas, como Vaso Roto, pero no hay mucho más donde elegir. Así que supongo que contribuimos a cubrir ese hueco que hay en las mesas de novedades, y siempre hay proyectos interesantes.


P: ¿Cómo ves la actualidad de los autores españoles e hispanoamericanos?


R: No me atrevo a meterme en el berenjenal de si hay más calidad, menos o igual aquí o allá; sobre todo porque necesitaría de un nivel de conocimiento de algunas literaturas hispanoamericanas que no poseo, porque a veces hablamos de literatura hispanoamericana cuando son muchos países con literaturas diversas. Y si pienso en los países cuya producción literaria conozco algo mejor, tampoco me atrevería a decir que es en conjunto mejor o peor que la española. Lo que sí creo, y es algo que es de lamentar, es que hay poco interés mutuo, quizás por cómo están nuestros respectivos mercados, lo cual es ya digo una pena. Pero me alegra ver que siempre hay editoriales que recogen ese testigo y se convierten en archipiélagos que arriesgan, pienso en Sexto Piso o Demipage, que han cogido el testigo que hace unos años llevaban otros sellos.


P: ¿De qué autor o autores estáis más orgullosos haber descubierto o recuperado?

R: Hay muchos, la verdad, no exclusivamente de haberlos «descubierto», sino de haber tenido la suerte de trabajar con ellos en determinado periodo de su trayectoria. Pienso, por ejemplo, en toda una generación de autores de Bilbao donde creo que, no sé si casualmente, han coincidido una serie de autores del municipio más o menos de la misma generación que tienen una producción extraordinaria, que para mí son de lo mejor de la narrativa española actual (hablo de autores que escriben en castellano porque desconozco la producción en euskera): estoy pensando en Jon Bilbao, Juan Carlos Márquez, Aixa de la Cruz, Nere Basabe, Izaskun Gracia… O haber publicado a Juan Gómez Bárcena, que me parece un autor extraordinario, quizás uno de los más brillantes de su generación, y que tiene ya una trayectoria importante. O cuentistas como Matias Candeira. Y de lo más reciente, Marcelo Luján…


P: ¿Crees que una editorial puede hacer algo para fomentar la lectura? Más allá de publicar libros, que no es poco.

R: No creo que la industria editorial sea un agente que pueda intervenir demasiado en formación de lectores, si pensamos que ese es un gusanillo que te tiene que picar en tu más tierna infancia; y a menos que te dediques a la edición de infantil, el resto creo que poco podemos hacer sobre eso. Yo sí pienso que desde luego el sistema educativo tiene que replantearse en serio si la mejor forma de hacer sexy la lectura a los niños es atacar el cantar de mío Cid o La celestina, y además, de la forma tan envejecida en que a menudo se hace. Para mi afición a la lectura hizo muchísimo más una mala traducción de La isla del tesoro que la enseñanza de literatura en bachillerato (con la excepción de un profesor extraordinario que tuve en COU, y que pasaba olímpicamente del libro de texto).


P: ¿Qué te gustaría o te hubiese gustado que te preguntase como editor?

R: Me gustaría que me preguntasen de vez en cuando, con sincero interés, cómo es posible eso de que no podamos leer. Esta es una cuestión, sobre todo a los que trabajamos con escritores noveles, de la que nos gustaría dar cuenta porque a menudo la gente no parece entender que tenemos un problema, porque evidentemente es un problema serio, un problema para todos, el que los editores no podamos leer, pero que tiene una explicación. Porque os aseguro que a mí me encantaría leer, pero esta no es una profesión como a veces se idealiza en el que uno está sentado en un sillón de orejas, con una pipa y un manuscrito en la otra mano. Sencillamente, la jornada laboral, y hablamos de jornadas a veces monstruosas, se te van en otros tipos de trabajo, como en contestar correos, gestiones, trato con distribuidores, prensa, edición, maquetación…, y por desgracia, siempre tienen prioridad sobre la lectura de manuscritos. A esto hay que sumar que el volumen de propuestas que llegan en un momento como este, en el que la industria es un tapón para autores noveles o emergentes, porque es muy difícil hacerlos rentables, es muy grande. Por desgracia a veces no podemos leer ni el 10% de lo que recibimos, ni una parte de ese 10% que seleccionamos con la ingenua intención de valorarlo.


P: Edición ficción: si tuvieses todo el dinero del mundo y pudieses publicar a quien quisieses, aunque fuese de otra editorial, ¿a quién te gustaría haber publicado o publicar?

R: No sé yo si tuviera todo el dinero del mundo si querría seguir dedicándome a esto (risas). Pues me gustan muchos autores norteamericanos, sería un lujo haber podido editar a Don DeLillo, Michael Chabon, Doctorow, o Lethem…


P: ¿Qué autores nos recomiendas seguir de vuestro catálogo?

R: Por remitirme a los autores con los que he trabajado en este último periodo de la editorial, y esta es siempre una pregunta difícil, creo que hay que seguir la pista a Marcelo Luján, Juan Gómez Bárcena, Aixa de la Cruz, e insisto, si me remontara hacia atrás podría decir muchos otros.


P: Planes futuros

R: Pues no sabría decirte, estoy ahora mismo concentrado en cerrar la producción del semestre y planifico poco; para desesperación de nuestro distribuidor, no me adelanto mucho al calendario. La ventaja de las editoriales pequeñas es que tenemos cintura y capacidad de reacción, o sea que si yo este fin de semana leo un manuscrito que me gusta lo puedo programar para septiembre u octubre, así que no tengo claro el catálogo del último trimestre. Pero vamos, el objetivo de un proyecto como el nuestro es sobrevivir, básicamente. Ese es el plan (risas). 

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