lunes, 13 de junio de 2016

Entrevista: Sara Mesa, una escritora que Progresa Adecuadamente (PA)

Si algo bueno tiene la Feria de Madrid, aparte de la cantidad de libros por los que nos vemos tentados, es que muchas de las plumas (sabemos que hoy en día se escribe a ordenador, pero nos gusta la imagen de la pluma y el tintero) a las que leemos se suelen presentar a firmar con su editorial o librería amiga, o simplemente vienen a dar una vuelta por esta zona de El Retiro; y no solo eso, sino que algunas de ellas acceden a dejarse entrevistar por nosotros. Este es el caso de Sara Mesa, que se prestó amablemente a que la abordásemos con nuestras preguntas sobre sus novelas y su evolución como escritora.


P: Hemos leído que tuviste un encuentro tardío con la escritura, ¿qué piensas de esos autores precoces a los que tal vez les falten experiencias?

R: No se puede generalizar, hay personas que comenzaron a escribir jóvenes y han hecho cosas buenas. Pero partiendo de eso, sí creo, al menos en mi caso, que primero hay que vivir y luego escribir, la narrativa necesita una madurez en la mirada que normalmente te la aporta el tiempo. También creo que hay algo insano, cuando eres joven y estás aprendiendo a escribir, en formar parte ya del círculo literario, porque te puede estropear. Hay mucha gente que lo que quiere es ser escritor, pero no quieten tanto escribir, y eso se nota.


P: ¿Qué te llevó a la escritura en ese momento particular de tu vida?

R: No lo sé, porque nunca tuve una vocación clara de escribir. Sí que me gustaba mucho leer y leía mucho (lo continúo haciendo). Creo que llegó un momento en el que confluyeron las lecturas con mis propias experiencias y tuve la necesidad de contar y fue saliendo. Y la verdad que una vez que he empezado ya no puedo parar (risas).


P: En varios de tus libros hablas de la infancia y de la adolescencia, de esos cambios que traen a la vida de las personas. Vemos en Mala letra un retrato incómodo y certero de ambos periodos. ¿Qué te lleva a que sean unas constantes en tus libros?

R: Son constantes ahora, en los primeros escritos no. Creo que hay determinados momentos de la vida que se mira más hacia atrás, incluso hay momentos en los que me sobrevienen recuerdos de cuando era niña que había olvidado. Ahora mismo me interesa más ese periodo, que como comentaba, quizás se deba al momento vital en el que estoy. Ahora sé quién soy y quiero saber por qué soy cómo soy, y esa mirada no la tenía antes, la estoy empezando a tener ahora. De hecho es curioso que muchos autores han tratado el tema de la adolescencia y la infancia siendo ellos bastante mayores.


P: En Estados Unidos, por ejemplo, los mejores relatos actualmente son escritos por mujeres (como en su día hicieron autoras como Flannery O’Connor o Katherine Anne Porter), ¿a qué crees que se debe esa especial relación de las escritoras con los relatos? Mariana Enriquez, Samantha Schweblin

R: No sé si hay predilección de la mujer por el cuento, lo que sí puede ser es que últimamente hay una mayor sensibilidad por lo que escriben mujeres, porque las hay muy buenas. De hecho, últimamente he leído algunas autoras de cuento que son tremendas, como por ejemplo Lucia Berlin.


P: ¿Cuándo nació Cárdenas, en Cicatriz o en Nosotros, los blancos?

R: Cárdenas viene de Un incendio invisible, una novela que publiqué hace unos años, aunque luego también aparece en Cuatro por cuatro. Es un espacio que me sirve para situar la historia sin que tenga que ceñirme a una realidad, porque hay una cosa que me da mucha rabia, y es el típico lector que te comenta: «Si en ese año estaba tal bar abierto no podía estar abierto ese otro». Así que decidí crear un espacio propio. Pero ahora Cárdenas se ha vuelto contra mí, porque yo inventé esos espacios para no tener que ceñirme a una realidad, y ahora hay gente que me pide coherencia entre la Cárdenas de Cuatro por cuatro y la de Cicatriz, por ejemplo. Así que he caído en mi propia trampa (risas).




P: Muchos de tus textos hablan de ciudades imaginarias pegadas a la realidad al igual que hace Pablo Gutiérrez. Ambos realizáis denuncia social. ¿Qué similitudes o puntos de encuentro crees que tenéis en común?

R: Curiosamente estuve hace poco con él y estuvimos hablando justamente sobre esto. Es cierto que nuestro estilo y nuestros puntos de vista son completamente diferentes, pero hay una cercanía en la mirada, y él también me lo ha dicho. Yo creo que esto viene porque somos los dos del mismo año, con una educación similar, nuestros orígenes socio-culturales son muy parecidos también, los dos nos hemos criado en barrios obreros, y eso produce una sensibilidad común. La verdad que es uno de los escritores con los que me siento cercana.


P: Has dicho que si haces algo grande lo harás dentro del cuento. ¿Qué te ofrece el género del relato? ¿Por qué te encuentras más cómoda en él?

R: He escrito novelas y cuentos y reconozco que me encuentro más cómoda en el cuento. Creo que para mi manera de escribir, que trabajo mucho las elipsis, por el tipo de lenguaje que utilizo, encajan muy bien con el cuento. Una novela me cuesta más trabajo, y no por el hecho de que sea más larga, sino porque me cuesta más mantener una tensión interna, porque no soy de las que piensan que en la novela está todo permitido, y puedes permitirte licencias en la tensión argumental.


P: ¿Crees que la novela o el cuento ha de ser siempre social, político?

R: Toda literatura de alguna forma es política, lo que ocurre es que el alcance de lo político está muy difuso. Por ejemplo, Vila-Matas argumenta que Kafka es un escritor político, y efectivamente, si hoy en día te lees El proceso o algún otro de sus escritos tienen cabida en la política de hoy en día; y por otra parte, hay escritores que hacen libros políticos más inmediatos, más apegados a la actualidad. A mí, personalmente, me gustan más los primeros, en los que su alcance es mayor, digamos que son libros que tienen cabida en la actualidad política de varias generaciones, sin embargo los segundos están muy cercanos al momento.


P: ¿Cuándo escribes tienes presente al lector? ¿Buscas su incomodidad con ciertas situaciones, personajes o narradores que le hagan no solo disfrutar de la lectura sino hacerse preguntas?

R: No pienso en el lector nunca cuando escribo; cuando voy a publicar sí, es más, me preocupa bastante, no el hecho de que los textos vayan a gustar o no, sino, si se van a entender. Tampoco busco generar sensaciones incómodas, pero al final transmito mis sensaciones cuando escribo. Para mí la escritura es un cauce de expresión, donde muchas veces salen mis preocupaciones, obsesiones, pequeños traumas…, y eso cuando lo escribo se plasma en el papel.


P: ¿Qué evolución ves en tus libros que empezaste a escribir y a ser publicada? ¿Hay algún cambio consciente o son todos producto de una evolución natural?

R: Sí hay cambio. Es una evolución natural. Lo que es curioso, y esto lo ve más la gente de fuera, es que la Sara de hoy estaba ahí. Herralde por ejemplo me lo comentó: «Ya existía una proto-Sara en los primeros escritos». Y si tuviera que definir mi evolución, diría que mi escritura ha evolucionado hacia historias más directas. Cuando comencé era más miedosa, me daba respeto hablar y nombrar ciertas cosas, por eso durante mucho tiempo utilicé más alegorías y rodeos; pero a partir de Cicatriz creo que arriesgo más, soy menos simbólica, y reconozco que es más difícil.


P: ¿Qué títulos nos recomiendas?

R: Recomiendo leer a Lucia Berlin y Mariana Enriquez, dos libros de cuentos diferentes, pero excepcionales.


Primera fotografía tomada de ABC.

Segunda fotografía propiedad de Lupe de la Vallina.

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