El declive de los sellos tradicionales
avanzó a igual paso a ambos lados del océano. Muchos “publicadores” (publishers) de los grandes grupos
comenzaron a utilizar con cierto desprecio el calificativo de independientes
para referirse a sellos de menor tamaño. Los Penguin Random House Mondadori, Planeta, y hasta Anagrama,
reivindican una independencia ficticia y juran, con poco poder de convicción,
no dar prioridad a los objetivos económicos.
Mientras en España comenzaban a proliferar
editoriales de medios modestos pero con ambiciosas aspiraciones, en
Latinoamérica los nuevos emprendedores culturales diseñaron su desembarco en el
viejo continente. Es demasiado pronto para asegurar quién ha ganado esta
batalla literaria. No puede acusarse a los sellos españoles de falta de
previsión ya que es necesario recordar las aterradoras dimensiones de un
subcontinente que ni tan siquiera las multinacionales han podido controlar.
Pero, aun así, no se puede dejar de
reconocer las acertadas estrategias de editoriales como la mexicana Sexto Piso, que se ha convertido en
poco tiempo en uno de los sellos más sólidos y coherentes de la península.
Hace pocos años los títulos de editoriales
argentinas como Adriana Hidalgo, La Bestia Equilátera y Eterna Cadencia solo podían encontrarse
en selectas librerías que hacían hasta lo imposible por ofrecer estos catálogos
que presentaban voces latinoamericanas desconocidas en nuestro país y obras
inéditas o injustamente olvidadas. La buena acogida del mercado y los lectores animaron
a varias de estas editoriales a abrir una sede en España.
La
Bestia Equilátera fue la apuesta de dos lectores
argentinos, Natalia Meta y Diego D’Onofrio, que decidieron crear
una editorial para dar una segunda vida a la obra de Muriel Spark. La fórmula del rescate comenzó a funcionar y hoy en
día, varios años después, cuentan un nutrido catálogo lleno de figuras de
primera fila. Además de Gaito Gazdanov,
Virginia Woolf, Ivy Compton-Burnett, Nabokov
o Lytton Strachey debe agradecerse
la recuperación de autores de la talla de Alfred
Hayes o V.S. Pritchett. Pero,
sin duda, su baza más potente es la reedición de las obras de Kurt Vonnegut. Los lectores estamos de
enhorabuena ya que estos días La Bestia Equilátera ha anunciado la publicación
de Madre noche, novela redonda y fundamental no solo de la obra de Vonnegut
sino de la literatura estadounidense.
Pero también en su catálogo hay espacio
para la experimentación. El propio Luis
Chitarroni, escritor y director editorial de La Bestia Equilátera, es autor
de algunos de los libros más interesantes de la nueva literatura argentina, y
quien ha apostado por una de las más importantes figuras dentro de la
renovación literaria: David Markson.
El pasado 2015 La Bestia Equilátera dio un paso más al crear su propio premio
con el que busca descubrir obras contemporáneas latinoamericanas.
Librería Eterna Cadencia
Eterna
Cadencia conjuga dos facetas con mucho éxito. Por
una parte, una librería bonaerense que se ha convertido en un refugio
imprescindible para los lectores argentinos y, por otra, una editorial que
apuesta por una renovación en el ensayo y la literatura. Este sueño de un gran
lector, Pablo Braun, ha cumplido
recientemente diez años, al que poco tiempo después decidió sumar un sello,
dirigido en la actualidad por Leonora
Djament. En él se pueden encontrar auténticas joyas. Clásicos como Jane Bowles, Kobo Abe, Machado de Assis,
Stephen Dixon, Onetti, el gran Felisberto
Hernández, la recuperación de obras capitales de la literatura argentina
como El traductor, de Salvador Benesdra y la apuesta por
nuevos autores que hoy en día forman la vanguardia latinoamericana. Eterna
Cadencia apostó antes que nadie por Lina
Meruane, Diamela Eltit o Maximiliano Barrientos y en 2014
publicó una de las novelas más interesantes del subcontinente: Una muchacha muy bella, de Julián López.
Pero no ahí no termina la incansable
actividad de Eterna Cadencia. Sus talleres en su rincón de Palermo y un blog
que nutren con publicaciones de primer nivel complementan la actividad de este
proyecto capitaneado por un hombre orquesta. Los lectores españoles no podemos
dejar de agradecer su desembarco en España hace ya un par de años.
Adriana
Hidalgo, descendiente de una larga estirpe de
libreros y escritores, decidió en 1998, durante una de las innumerables crisis
argentinas, aventurarse en el mundo editorial y con ello recuperar el espíritu
que parecían haber abandonado los grandes grupos. Desde entonces la editorial
del mismo nombre, ya con presencia en España, es un referente en el todo el
subcontinente y su labor ha sido galardonada con el Premio al Mérito Editorial
en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2012.
Adriana Hidalgo apostó por el relato,
género casi siempre olvidado, con la publicación de los cuentos completos de
Antonio Di Benedetto y del irlandés John McGahern y de distintos libros de la
gran maestra argentina del género, Hebe Uhart, quien ahora presenta en España Alfaguara
dentro de su colección Mapa de Lenguas. Adriana Hidalgo tiene además la mejor
selección de literatura brasileña y portuguesa del mundo editorial en
castellano. João Gilberto Noll, Ronaldo Correia de Brito, Dyonelio Machado, Dulce Maria Cardoso y João
Guimaraes Rosa son algunos de los nombres de una lista especialmente
interesante, debiendo destacarse a Nelson
Rodrigues, el gran escritor de Río de Janeiro, y los dos volúmenes que
forman la célebre La vida tal cual,
recopilación de sus mejores relatos.
La literatura escrita en alemán tiene
también en Adriana Hidalgo un papel protagonista con autores en su catálogo
como Alissa Walser, Walter Kappacher, Peter Handke, Lukas Bärfuss, Andreas Maier, Katja Lange-Müller y Sybille
Lewitscharoff, que, con obras como Apostoloff, es una de las escritoras alemanas más reverenciadas.
Pero sin duda hay que resaltar la publicación de una de las
grandes novelas japonesas del siglo XX: Una
novela real, de Mizumura Minae,
que ha
sido comparada con obras icónicas de la narrativa europea o estadounidense -Minae basó su estructura en Cumbres borrascosas-.
Minae
toma el relevo de Tanizaki, autor de
la imprescindible Las hermanas Makioka que retrataba un Japón
aristocrático, y arranca esta saga en una época en la que el país aún cura sus
heridas tras la Segunda Guerra Mundial. La migración japonesa en Estados Unidos
es el detonante de un inquietante amor prohibido. Pero al mismo tiempo se
regresa a las tradiciones ancestrales y se descubre una incipiente clase media
que comienza a encontrar su hueco en la posguerra.
La
editorial Mardulce no pudo tener
mejor carta de presentación en su desembarco en España. Tras varios años
desaparecida de las librerías Cynthia Ozick fue de nuevo reivindicada.
Mardulce presentó en 2014 una vertiente más rompedora de Ozick, Los
papeles de Puttermesser, una novela tal vez demasiado arriesgada para las
editoriales tradicionales que hace ya tiempo decidieron dejar de sorprender a
sus lectores.
Hace
pocas semanas se editó Metáfora y memoria, un volumen de ensayos de Ozick en los que hace un repaso a sus
opiniones sobre la cultura contemporánea, las nuevas generaciones y critica a
algunos de los popes tradicionalmente intocables de la literatura.
Mardulce ha apostado especialmente
por la nueva narrativa argentina y suyo es el mérito de publicar obras como El
viento que arrasa, de Selva Almada, que fue comprada por Lumen para España.
Además de Almada, no pueden dejar de mencionarse nombres como Alejandro
Rozitchner, Damián Tabarovsky, director editorial de Mardulce, Diego Sasturain,
Juan Zorraquín y la siempre inquietante Ariana Harwicz, tal vez la más
arriesgada de sus contemporáneas.
Caja Negra destacó desde sus inicios,
hace ya una década, por su apuesta por un diseño muy cuidado y por el mundo de la
filosofía, la cultura subterránea y, especialmente, la música, con títulos como
Black
Music, de LeRoi Jones, La historia secreta del disco, de Peter Shapiro, Postpunk y Después
del rock, de Simon Reynolds, y Generación Hip-Hop,
de Jeff Chang.
Esta editorial, capitaneada por Ezequiel Fanego
y
Diego Esteras, se presentó en
2005 con El arte y la muerte, de Antonin Artaud, y Acephale, un libro
que reunía los cinco números de una revista que dirigía George Bataille.
Entre sus últimos títulos destaca Escritura no-creativa, de Kenneth Goldsmith, volumen de ensayos en
los que están presentes el arte de vanguardia, la era digital, las nociones de
autoría y originalidad siempre con la influencia de figuras como Perec y
Duchamp detrás.
Pero con Caja Negra, Eterna Cadencia, Adriana Hidalgo, La Bestia Equilátera y Mardulce no termina el mundo editorial argentino. Ojalá otros nuevos sellos pronto se sumen al desembarco. Los lectores somos los principales beneficiados de esta unión de fuerzas entre las editoriales de menor tamaño que pelean por la supervivencia del libro a ambos lados del Atlántico.
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