miércoles, 10 de febrero de 2016

En movimiento, de Oliver Sacks: la vida del que se asombra ante el mundo

Oliver Sacks pertenece a esa especie rara de científicos que son capaces de transmitir sus conocimientos al gran público sin caer en excesivos tecnicismos e incluyendo una buena dosis de autobiografía y, por qué no decirlo, de grandes dotes literarias. Hay pocos que pertenezcan a esa estirpe: Stephen Jay Gould, Chris Frith, Antonio Damasio, John Allen Paulos, V.S.Ramachandran, Richard Wiseman y ­–citemos a alguno patrio– Francisco Mora.

Sacks murió hace unos meses pero dejó una autobiografía, En movimiento, que, para aquellos que hemos seguido sus libros desde hace años, era indispensable. La actividad literaria de Sacks comenzó más bien tarde, hacia los cuarenta años, pero sus libros han tenido siempre una buena acogida. Se debe en gran parte a que en sus primeros libros apenas se detenía a explicar el fundamento fisiológico de esos casos extrañísimos que habían pasado por su consulta como neurólogo y, por el contrario, ponía el énfasis en la vida del paciente, en sus sentimientos y en cómo afrontaba su rareza.


Si el neurólogo inglés ya había relatado parte de su infancia a través de una historia de amor con la química en El tío Tungsteno, en esta obra repasa el resto de su vida hasta casi unos días antes de su muerte. Comienza a lo grande, declarando su homosexualidad en las primeras páginas. Después relata sus años de infancia en Inglaterra, por los que pasa más bien deprisa, ya que los había narrado en El tío Tungsteno, y se centra en sus años en la universidad de Oxford y sus primeros años en los hospitales ya en Estados Unidos, de donde no regresaría, salvo para visitar a sus padres y a uno de sus hermanos.

La vocación de ser neurólogo nunca la tuvo. Fue más bien algo gradual, un cúmulo de circunstancias e intereses que lo llevaron hasta esa ocupación. Antes intentó ser un científico al uso pero probablemente era demasiado torpe e impaciente como para serlo. De ahí que finalmente descubriera que con lo que disfrutaba era con el intercambio personal con los pacientes.

Dedica buena parte de la biografía a uno de los momentos estelares de su carrera como neurólogo, aquella vez que comenzó a tratar a enfermos de encefalitis letárgica con L-dopa y consiguió algunos resultados espectaculares, aunque no duraderos. Eso derivó en la publicación de su libro Despertares y en la posterior y muy famosa adaptación de la película. Entre tanto, nos enteramos de su afición a las motos, a la halterofilia y, por supuesto a la escritura. Y es que sus primeros libros llegaron con cuentagotas. Alguno de ellos le llevó escribirlo hasta siete años entre borradores y más borradores. Después llegarían algunas de sus obras más conocidas, como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero o Un antropólogo en Marte, que son, no solo una muestra inigualable de la literatura médica de casos, sino dos espléndidos ejemplos del talento literario de Sacks.  

A esos se sumaron otros libros, algunos muy centrados en lo personal, como Con una sola pierna, en el que narra su convalecencia y rehabilitación después de un accidente de montañismo. Y muy avanzada su carrera se interesó mucho más por los mecanismos que subyacían a esas rarezas que mostraban algunos de sus pacientes, en lugar de tan solo tratar de proporcionarles estrategias para superarlas. Eso lo llevó a conocer a algunos de los grandes neurocientíficos de los ochenta y noventa, aunque se sintió siempre más cerca de aquellos que tenían una formación, como él, multidisciplinar, como eran los casos de Crick y Edelman, dos genios. Esta parte ocupa el penúltimo capítulo del libro y, aunque parezca un añadido, quizás sea uno de los más interesantes y donde se despliega su mejor capacidad literaria.

El último capítulo está dedicado a su declive físico que, sin embargo va acompañado de una sorpresa última, porque Sacks descubrió el amor de un hombre ya en los últimos años de su vida, después de haberlo aguardado durante cincuenta. Esas páginas están repletas de ternura y también de un sentimiento de agradecimiento a la vida, que emociona sin remedio. Si hay temor a la muerte en él, no es por la mera desaparición, sino por la incapacidad de ver saciada su curiosidad. Sacks fue un ávido cuestionador del mundo y se interesó por campos muy diversos: la geología, la literatura, la teoría evolutiva, las ballenas…

En movimiento es la biografía de uno de los mejores divulgadores de los que hemos podido disfrutar. Por suerte nos quedan sus libros y podremos seguir leyendo esos casos ya tan famosos del pintor ciego al color, los hermanos autistas que decían uno tras otro números primos de doce cifras o el cirujano que padecía síndrome de Tourette. Se nos fue uno de los grandes, y esta biografía es un maravilloso testimonio de sus días.

Título: En movimiento
Autor: Oliver Sacks
Traducción: Damiá Alou
Editorial: Anagrama
Páginas: 378
Precio: 21,90 eur (rústica)   

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