viernes, 19 de febrero de 2016

Autores a los que deberíamos redescubrir: Ramón Buenaventura

Ramón Buenaventura, nacido en Tánger en 1940 y, por suerte, vivito y coleando aún, lo que implica que quizá, si tiene ganas, nos regale aún otra novela más. 

Buenaventura es uno de esos autores que por alguna extraña razón que no alcanzamos a explicarnos del todo no ha gozado del favor del público, del mayoritario, queremos decir, cuando su prosa es equiparable (en muchos casos superior) a la de la mayoría de los que ocupan hoy los suplementos dominicales y sillones académicos. 

Nacido en Tánger, estudió en España y muchos años de su vida los dedicó a la enseñanza de la traducción. Y es que ya sabemos que no soléis fijaros en el nombre del traductor cuando leéis libros de autores extranjeros, pero Ramón Buenaventura ha sido traductor de autores muy conocidos, como Phillip Roth, Anthony Burgess o Don DeLillo. 

Mención aparte merece su traducción de Las correcciones, de Jonathan Franzen, libro al que Buenaventura no suele dedicar elogios precisamente. Buscad su Diario de una traducción en la revista El Trujamán del Centro virtual Cervantes y os divertiréis un rato. Buenaventura no tiene pelos en la lengua.



Pero nos interesa más su labor como escritor, especialmente su prosa. Si bien comenzó escribiendo poesía, ocupación por la que recibió muchos y variados halagos, la obra con la que recibió más aplausos fue con El año que viene en Tánger, un artefacto literario donde se mezclan textos de todo tipo: notas al pie, poemas, caligramas y los recursos que ya ofrecía la informática allá por 1999. A ese aspecto formal se sumaba su capacidad para sacarle el máximo partido al lenguaje, lo exprimía hasta sus últimas consecuencias. En ese libro había memoria, sus años en Tánger, y también la liberación de la mujer, y erotismo, mucho erotismo, en la que es una de las grandes novelas de los últimos treinta años en España. 

En el año 2013 publicó NWTY, su última novela hasta el momento, que volvía a esos personajes y a Tánger, una obra que pasó más bien desapercibida para muchos y que, sin embargo, fue una de las mejores obras publicadas ese año. En ella estaban los temas recurrentes de Buenaventura y continuaba intacta su intención de no rendirse a las exigencias del lector y escribir lo que a él le diese la real gana, sin cortapisas, lo que quedaba muy claro en uno de los fragmentos del libro:      

«Cada vez estaba más convencido de que narrar ( el famoso “la marquesa salió a las cinco de la tarde” ) era una horterada. Una calificable horterada. Una soplapollez : si hay algo que no necesite la sociedad, en las raspas del milenio, es narración. Sobra por todas partes, y más que ha de sobrar, porque la técnica no hay quien la pare : cuenta que te contará todo el rato. […] Ahora, por las gárgolas audiovisuales nos caen encima no menos de cincuenta relatos al mes».

Buenaventura se apoya mucho en los recursos tipográficos, de lo que resulta una lectura guiada pero, al mismo tiempo, diferente de la que hubiéramos emprendido sobre un texto plano. Hay lectores a los que no les gustan estas pistas sobre el texto. A nosotros, si el lenguaje que las sostiene es como el del párrafo siguiente, nos parece perfecto. 

«Bella es la playa enorme enorme • falsa/suave → tan quieta modosa la arena en día de poniente [ con levante muerde como miles de mínimas avispas sañudas ] •algo me está engañando • veo mi cuerpo desde lo alto perspectiva imposible sin lisérgico y no es mi cuerpo o no es el cuerpo de ahora → es antes: dieciocho recién cumplidos julio 1958 calculo.»

En estos días en los que el mayor desafío intelectual que se nos propone es pasar al siguiente nivel del Candy Crash, leed a Buenaventura, redescubridlo, ensalzad su figura en la barra del bar, que es donde hay que hacerlo, en estadios de fútbol, en conciertos, con pancartas y anuncios en la carretera, a viva voz en las manifestaciones, y no en cenáculos intelectualoides como este donde su nombre queda enterrado entre tantos otros. Quizá entonces se anime a regalarnos otros, de esos que él llama, libritos.  

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, Pedro, eres muy generoso conmigo. Vaya para allá un abrazo.

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    1. No se merecen, Ramón, gracias a ti por tus libros. Sin ellos, no existiría este articulito.Y, que sepas, que aún esperamos mucho más de ti.

      Un abrazo.

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  2. Hola Pedro.

    Has destacado la prosa de Buenaventura, y sí: El año que viene en Tánger y NWTY (también El corazón antiguo, La memoria de los peces y El último negro) son auténticas joyas literarias que, los que las hemos disfrutado, no nos cansamos de recomendar.
    Pero yo de Buenaventura me quedo especialmente con su poesía. Sobre todo con Tres movimientos y Teoría de la sorpresa. Os dejo un link desde el que podéis leerlos!
    http://www.rbuenaventura.com/index_dos.htm
    Ah! De acuerdo también contigo: a ver si hay suerte y pronto Buenaventura nos regala con su penúltima obra!
    Un saludo.
    NIEVES LORENZO

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  3. Muchas gracias, Nieves. Ensalzamos su prosa porque es de lo que solemos hablar en el blog, pero su voz poética es excelente, eso es innegable, e incorpora muchos de los elementos que después se ven en su narrativa y que la hacen tan significativa.

    También nosotros lo recomendamos siempre que tenemos ocasión. Es de esos nombres que se escapan a la primera en cuanto se habla de libros.

    Por otro lado, nos damos cuenta de que, a pesar de que titulamos este post: Autores a los que hay que redescubrir, nos hemos dado cuenta, a tenor de las visitas que ha recibido, que por suerte Ramón sigue contando con muchos y muy buenos seguidores. No todo está perdido, por tanto.

    Un saludo

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