Es
extraño que yo, que nací en Palma de Mallorca, esté reseñando un libro que
trata sobre Madrid. Es extraño, pero es muy comprensible. ¿Cuántas personas se
trasladan —por trabajo, estudios, deseo o simple curiosidad— a Madrid, cada
mes, cada minuto, cada año?
El cielo en movimiento. De la movida al nuevo Madrid en
treinta miradas (Dos Bigotes, 2015) me ha atraído porque afecta mucho más llegar a
Madrid que nacer en Madrid, supongo. Ese fue mi caso: llegué hace siete
años y todavía no me he ido. Sus rincones, sus terrazas, su impetuosidad
cultural y el amor, no me dejan. El cielo en movimiento es un libro
especial, pensado por dos editores —valientes, arriesgados— Alberto Rodríguez y
Gonzalo Izquierdo, que merecen un aplauso por su originalidad. Yo lo
calificaría como un libro collage, un libro calidoscopio en su
estructura, al estilo Último Round de Julio Cortázar. Una obra que homenajea
a una ciudad que ha sido muchas veces libre, loca, disparatada y que continúa
siéndolo: hay cosas que nunca cambian.
A
modo de prólogo (o de confesión), Rodríguez e Izquierdo explican que el
propósito de El cielo en movimiento es «tomar la temperatura» a la
cultura que tiene lugar en Madrid. Y creo que hay propósitos que se cumplen
cuando se desea algo de veras. En este libro, el termómetro se enciende y se
dispara entre la variedad de textos que nos vamos encontrando (desde un relato
hasta un cómic, pasando por una ilustración, por una declaración de Tierno
Galván o poemas y fotografías-denuncia). Cualquier idea es posible para
describir Madrid. Se necesitan todos los mundos posibles.
La
primera impresión nos llega a través de un recuerdo de Pedro Almodóvar, «(...)
Madrid representaba para mí el lugar donde se estrenaban las películas antes
que en ningún sitio, y también la ciudad donde todo el mundo hacía su vida. En
definitiva, un sueño». Un texto que se publicó originariamente en Diario 16 en
1989. Por aquel entonces —constato— Almodóvar acababa de estrenar Mujeres al
borde de un ataque de nervios (1988) que obtuvo un gran éxito en España. Ya
estaba cumpliendo su sueño, a pesar de que la exhibición cinematográfica vivía
tiempos de crisis con el alquiler y compra de cintas de video VHS en todo su
apogeo.
En
El cielo en movimiento se alternan autores muy populares (Luis Eduardo
Aute, Leopoldo Alas...) con otros menos conocidos (Óscar Espirita, Juan Gómez
Espinosa, por citar a algunos de ellos) pero todos hablan con la misma
intensidad sobre el impacto que les causó la capital. Además,
uno de los logros de El cielo en movimiento, a mi modo de ver, es que
conserva el espíritu LGTBI que definen a la
editorial, donde los temas
están entremezclados (Madrid, el despertar de la identidad sexual, los primeros
roces, pasiones, la energía de la Movida, los enamoramientos y el
descubrimiento que experimentaron muchos de los autores, al pisar por primera
vez Malasaña, Chueca o la Gran Vía: lugares
impúdicos, ardientes de vida).
Aunque
el libro funciona en conjunto, como un artefacto cortazariano, me han llamado
especialmente la atención el relato de Alberto Marcos titulado «Colgado en
plena pausa», en el que recuerda el universo de Iván Zulueta, que dirigió la
demoledora película Arrebato («No es a mí a quien le gusta el cine,
sino al cine al que le gusto yo») y vivió en uno de los pisos del
mítico Edificio España. Y también me ha impresionado la historia de Óscar
Esquivias. «Chueca», un fragmento sencillo, humilde, lleno de verdad: «¿Por
qué nadie me había hablado de Chueca? ¿Su existencia era un secreto? Hasta
entonces yo no había sospechado que hubiera —más allá de mis sueños— un lugar
en el que dos hombres pudieran caminar de la mano o besarse en público».
El cielo en movimiento es un libro para conservar
y disfrutar. El éxtasis de una época. Los años locos y los que vendrán. Como
afirma María Castrejón: «Madrid era una fiesta del pueblo. No perdamos el
ritmo». He releído cada página varias veces. Me he reído y he disfrutado con
los dibujos (tiernos, pícaros, un poco fanfarrones, feministas) de Carla
Berrocal, me he detenido a pensar los poemas de Ariadna G. García, Óscar
Espirita («Hombres con falda / como helicópteros / sobrevuelan la ciudad») y me ha enganchado, desde el primer momento,
el guión titulado «Todos duelen» de Fernando J. López.
Madrid,
sin duda, nos mata. Sus calles no se acabarán nunca. Y sus canciones, tampoco.
Título: El cielo en movimiento. De la Movida al nuevo Madrid en treinta miradas
Autor: VV.AA.
Editorial: Dos Bigotes
Páginas: 200
Precio: 21,95 eur (rústica)
Fotografía tomada del libro El cielo en movimiento.
Reseña escrita por Almudena Sánchez.
Interesante reseña.Una perfecta visión de ese Madrid nuevo de los ochenta.
ResponderEliminarExcelente reseña.
ResponderEliminarmagnífica reseña. Sí , ese Madrid dibujado como un polígono de infinito número de lados. No está mal para que una mallorquina lo vea así
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