Pensábamos comenzar preguntándonos que a qué lector no le gusta pasearse por una librería, charlar con su librero, pasear entre los volúmenes, hojearlos, dejarlos de nuevo, volver a recogerlos del estante y llevárnoslos después con un poco de culpabilidad pero también con la seguridad de que nos harán pasar muy buenos momentos y quizá alguno de ellos hasta pueda cambiarnos la forma de pensar o de actuar, quién sabe. Pensábamos comenzar así pero resulta que ya hay quien dice no necesitar las librerías y las ve como algo anticuado, abocado a la extinción.
Sin embargo, todavía quedamos bastantes que pensamos que ir a la librería no solo significa ir a comprar libros. Es también compartir un tiempo con otros lectores, disfrutar de una charla cara a cara con alguien que odia ese libro que a ti te entusiasmó o, mejor, adora ese libro que a ti te hizo estremecer. No solo vamos a la librería a comprar libros. También vamos a pasear entre ellos, a sentir de un modo mucho más carnal que nunca podremos leerlo todo, que por fuerza hemos de elegir con tino, y para eso está ahí el librero, para hacernos de guía, porque él o ella nos calan y conocen nuestros gustos como si fuesen nuestras madres con la comida. Lee esto, que te va a gustar.
Y por eso, porque estamos muy agradecidos a las librerías, hemos recopilado en el Día de las librerías estos libros que hablan sobre ellas y sobre su disfrute. No es como estar en ellas, porque la literatura no es la vida, pero casi.
Rue de L’Odeon, de Adrienne Monnier (Gallo Nero; traducción:
Julia Osuna). La
importancia de ser librera. El oficio concebido desde el punto de vista de las
mujeres en la primera mitad del siglo XX, el elenco de insignes de la
literatura, la organización de la librería con criterios heterodoxos y la
increíble biografía de Adrienne Monnier, la gran hacedora junto con Sylvia
Beach en Shakespeare & Co. hacen imprescindible este libro. La
Rive Gauche parisina de la primera mitad del siglo XX tras el olor de los
estantes.
Sin embargo, todavía quedamos bastantes que pensamos que ir a la librería no solo significa ir a comprar libros. Es también compartir un tiempo con otros lectores, disfrutar de una charla cara a cara con alguien que odia ese libro que a ti te entusiasmó o, mejor, adora ese libro que a ti te hizo estremecer. No solo vamos a la librería a comprar libros. También vamos a pasear entre ellos, a sentir de un modo mucho más carnal que nunca podremos leerlo todo, que por fuerza hemos de elegir con tino, y para eso está ahí el librero, para hacernos de guía, porque él o ella nos calan y conocen nuestros gustos como si fuesen nuestras madres con la comida. Lee esto, que te va a gustar.
Y por eso, porque estamos muy agradecidos a las librerías, hemos recopilado en el Día de las librerías estos libros que hablan sobre ellas y sobre su disfrute. No es como estar en ellas, porque la literatura no es la vida, pero casi.


La librería, de Penelope Fitzgerald (Impedimenta; traducción: Ana Bustelo). Abrir una
librería sigue siendo un sueño para muchos románticos. La protagonista de esta
novela de Penelope Fitzgerald decide hacerlo en un pequeño pueblo costero. Lo
que debería ser un acontecimiento celebrado por todos sus vecinos se convierte
en una guerra contra la idealista librera. Una niña de diez años será su única
aliada y Lolita, de
Nabokov, el símbolo de la lucha.



La tienda de las palabras, de Jesús Marchamalo (Siruela). ¿Y qué es una librería sino
una tienda de palabras? El libro no destaca por la trama (tres personajes, un
tendero dedicado a vender curiosidades lingüisticas, un profesor de Historia, y
la novia del profesor, intentan hacer desaparecer vocablos), sino por los
juegos de palabras que pueblan la novela: calambures, anagramas, palíndromos y
otra serie de artificios que nos harán disfrutar del libro.
Cosas raras que se oyen en las librerías, de Jen Campbell (Malpaso; traducción: Bernard Domínguez). Colección de anécdotas compilada por Jen Campbell mientras trabajaba como librera en Edinburgh Bookshop y Ripping Yarns. Porque hay gente muy rara por el mundo y gente que ya no sabe muy bien qué es una librería ni para qué sirve. Por eso al entrar en ella piden un libro de costura para coser heridas, libros verdes (del color, no guarretes), libros firmados por Shakespeare o una secuela del Diario de Ana Frank. Tronchante.

Templos del saber, de la imaginación, de la cultura... Las librerías tienden a convertirse en santuarios, en reliquias, en museos. El IVA debería quedar para otras cosas, para los yates de lujo, para los cochazos, para las grandes celebraciones.
ResponderEliminarSobre las cosas raras que se oyen en algunas librerías, me viene a la memoria algo que se decía de un torero famoso allá por los años 60 y 70, el que puso de moda el "salto de la rana", que se compraba los libros por metros y por colores para adornar la librería del salón.
Un saludo.
Elegido el próximo: Si una noche de invierno un viajero. muchas gracias!!!
ResponderEliminargracias por la información (y añado: http://librosyaguardientes.blogspot.com.es/2015/11/algunos-libros-sobre-librerias-y.html)
ResponderEliminarfeliz día
vaya, de esta lista solo he leido el de Fitzgeral que me encanto, el resto van directo a mi libreta de compras :)
ResponderEliminar¡Me los apunto todos!
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