viernes, 13 de noviembre de 2015

Libros sobre librerías: querrás correr hacia una de ellas

Pensábamos comenzar preguntándonos que a qué lector no le gusta pasearse por una librería, charlar con su librero, pasear entre los volúmenes, hojearlos, dejarlos de nuevo, volver a recogerlos del estante y llevárnoslos después con un poco de culpabilidad pero también con la seguridad de que nos harán pasar muy buenos momentos y quizá alguno de ellos hasta pueda cambiarnos la forma de pensar o de actuar, quién sabe. Pensábamos comenzar así pero resulta que ya hay quien dice no necesitar las librerías y las ve como algo anticuado, abocado a la extinción. 

Sin embargo, todavía quedamos bastantes que pensamos que ir a la librería no solo significa ir a comprar libros. Es también compartir un tiempo con otros lectores, disfrutar de una charla cara a cara con alguien que odia ese libro que a ti te entusiasmó o, mejor, adora ese libro que a ti te hizo estremecer. No solo vamos a la librería a comprar libros. También vamos a pasear entre ellos, a sentir de un modo mucho más carnal que nunca podremos leerlo todo, que por fuerza hemos de elegir con tino, y para eso está ahí el librero, para hacernos de guía, porque él o ella nos calan y conocen nuestros gustos como si fuesen nuestras madres con la comida. Lee esto, que te va a gustar. 

Y por eso, porque estamos muy agradecidos a las librerías, hemos recopilado en el Día de las librerías estos libros que hablan sobre ellas y sobre su disfrute. No es como estar en ellas, porque la literatura no es la vida, pero casi.    



Rue de L’Odeon, de Adrienne Monnier (Gallo Nero; traducción: Julia Osuna). La importancia de ser librera. El oficio concebido desde el punto de vista de las mujeres en la primera mitad del siglo XX, el elenco de insignes de la literatura, la organización de la librería  con criterios heterodoxos y la increíble biografía de Adrienne Monnier, la gran hacedora junto con Sylvia Beach en Shakespeare & Co. hacen imprescindible este libro.  La Rive Gauche parisina de la primera mitad del siglo XX tras el olor de los estantes.   




Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino (Siruela; traducción: Esther Benítez). Las diez «novelas apócrifas» que conforman esta (otra) genialidad del escritor se inician con el mejor pasaje que pueda leerse de las sensaciones, emociones y angustias  que nos invaden a todos los que amamos los libros cuando nos perdemos en el paraíso de la librería. No diremos más porque sería burda sombra. No se lo pierdan. 






Librerías, Jorge Carrión (Anagrama). Finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2013, aquí ofrece un mapamundi  de librerías, relación geográfica (librería-viaje), histórica y temática del vastísimo universo librero. Casi una guía para dirigir el viaje: el físico y el sentimental. Justificación de la vigencia e importancia del espacio de la librería y del librero como brújula. ¿Se les ocurre algo más sexi?







La librería, de Penelope Fitzgerald (Impedimenta; traducción: Ana Bustelo). Abrir una librería sigue siendo un sueño para muchos románticos. La protagonista de esta novela de Penelope Fitzgerald decide hacerlo en un pequeño pueblo costero. Lo que debería ser un acontecimiento celebrado por todos sus vecinos se convierte en una guerra contra la idealista librera. Una niña de diez años será su única aliada y Lolita, de Nabokov, el símbolo de la lucha.




El librero, Régis De Sá Moreira (Demipage; traducción: Sofía Rhei). En esta época caracterizada por la despersonalización encontrar un librero que transmita un verdadero amor por cada uno de los volúmenes que vende es un pequeño milagro. De poco sirve encontrarse con pobladas estanterías si no se puede contar con un guía que despeje el camino. Régis De Sá Moreira crea un insólito personaje, un librero que se niega a vender «basura» y para ello lee todos los libros de su pequeño establecimiento. En esta librería que nunca duerme recibe a la más variada clientela: Dios, gente que nunca ha leído un libro o aquellos que piden textos «con dos mujeres, cuatro hombres y tres niños». Un hombre entregado a la literatura que envía a sus hermanos páginas sueltas de distintos libros como si se tratase de mensajes cifrados.


84, Charing Cross Road, de Helene Hanff (Anagrama; traduccion: Javier Calzada). Si hay un libro en el que se hable por la devoción hacia ellos es este. En él se recogen las cartas que la autora intercambió con el personal de la librería londinense Marks and Co. (en su lugar hay hoy  un McDonald's). Helene muestra en las cartas su amor por los libros usados, porque no solo sirven de encuentro con los autores, sino con los lectores que pasaron por sus páginas, y para intercambiar con ellos pareceres a través de las notas y subrayados, de las tarjetas de visita o las estampitas utilizadas como marcapáginas.



La librería más famosa del mundo, de Jeremy Mercer (Malpaso; traducción: Rubén Martín Giráldez). ¿Cuál iba a ser la librería más famosa del mundo sino otra que Shakespeare & Co? Pero Mercer, que vivió en ella huyendo de unos traficantes de drogas que lo habían acusado de muerte, no se centra en la época de Sylvia Beach sino en la época de los 60, cuando George Whitman se hizo con ella y pasearon entre sus libros Beckett, Allen Ginsberg, Burroughs y Kerouac. Es un texto amable, repleto de anécdotas de la época sobre la librería parisina. Un cartel en la antigua librería de Whitman en Massachusetts rezaba: «No leer es peor que no saber leer». Pues eso, mejor leerlo, que no leerlo.



La tienda de las palabras, de Jesús Marchamalo (Siruela). ¿Y qué es una librería sino una tienda de palabras? El libro no destaca por la trama (tres personajes, un tendero dedicado a vender curiosidades lingüisticas, un profesor de Historia, y la novia del profesor, intentan hacer desaparecer vocablos), sino por los juegos de palabras que pueblan la novela: calambures, anagramas, palíndromos y otra serie de artificios que nos harán disfrutar del libro.





Cosas raras que se oyen en las librerías, de Jen Campbell (Malpaso; traducción: Bernard Domínguez). Colección de anécdotas compilada por Jen Campbell mientras trabajaba como librera en Edinburgh Bookshop y Ripping Yarns. Porque hay gente muy rara por el mundo y gente que ya no sabe muy bien qué es una librería ni para qué sirve. Por eso al entrar en ella piden un libro de costura para coser heridas, libros verdes (del color, no guarretes), libros firmados por Shakespeare o una secuela del Diario de Ana Frank. Tronchante.    


5 comentarios:

  1. Templos del saber, de la imaginación, de la cultura... Las librerías tienden a convertirse en santuarios, en reliquias, en museos. El IVA debería quedar para otras cosas, para los yates de lujo, para los cochazos, para las grandes celebraciones.
    Sobre las cosas raras que se oyen en algunas librerías, me viene a la memoria algo que se decía de un torero famoso allá por los años 60 y 70, el que puso de moda el "salto de la rana", que se compraba los libros por metros y por colores para adornar la librería del salón.
    Un saludo.

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  2. Elegido el próximo: Si una noche de invierno un viajero. muchas gracias!!!

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  3. gracias por la información (y añado: http://librosyaguardientes.blogspot.com.es/2015/11/algunos-libros-sobre-librerias-y.html)
    feliz día

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  4. vaya, de esta lista solo he leido el de Fitzgeral que me encanto, el resto van directo a mi libreta de compras :)

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