En España hemos estado acostumbrados a que hayan sido las editoriales de aquí las dirigieran la vista hacia Latinoamérica en busca de nuevos mercados donde vender el exceso de libros que se publican en nuestro país. Sin embargo, en los últimos años, por suerte, se está dando también el fenómeno inverso, y varias editoriales latinoamericanas pequeñas se están instalando en España con propuestas muy interesantes y haciendo las cosas muy bien. Una de las últimas en llegar ha sido la editorial argentina Mardulce, con cuyo editor, Damián Tavarovsky, estuvimos charlando acerca de los orígenes de la editorial, de los títulos que han publicado y de cómo ha sido su llegada a España.
P: ¿Cómo surge Mardulce y quiénes forman parte del
proyecto?

P: A pesar de ser una editorial pequeña tenéis un
catálogo muy interesante, con algunos autores de calado como Echenoz o Cynthia
Ozick, y al mismo tiempo apostáis por autores argentinos que están comenzando o
que tienen únicamente un par de libros publicados. Ahora tenéis la colección
Philos… ¿Cómo planteasteis las distintas colecciones de la editorial? ¿Fue una
idea previa o han ido surgiendo a medida que la editorial ha ido creciendo?
R: Me gustaría retomar la pregunta para corregir la primera
palabra. Has dicho: «A pesar de ser una editorial pequeña tenéis un catálogo
muy interesante…» y más bien debería ser «Porque somos una editorial pequeña
tenemos ese buen catálogo». Pero vamos a las líneas generales. Fueron pensadas
antes de comenzar con la editorial. Ensayo comenzó a funcionar muy bien a pesar
de que por entonces el clima en Argentina
no parecía ser proclive a los libros de crítica literaria o, por decirlo
de otro modo, a los libros que hablan de otros libros. Decidimos por tanto
retomar esa extraordinaria tradición del ensayo literario, muchas veces escrito
por propios escritores o por críticos literarios. Pero más allá de eso, a Mardulce,
si tuviera que calificarla de algún modo, lo haría como una editorial de
descubrimientos. Por supuesto que tenemos a grandes autores consagrados como
Ozick, Echenoz o Carlos Monsiváis, pero el corazón de Mardulce está en
preguntarse sobre el estatuto de lo contemporáneo, y en esa discusión entran
muchos otros autores, más allá incluso de los contemporáneos.
P: ¿A qué te refieres cuando dices que sois una editorial
de descubrimiento?
Por otro lado, ser una editorial
pequeña que saca unos doce libros al año, nos obliga a ser muy selectivos y a
publicar solo aquellos libros de los que nos sentimos enamorados. Por tanto
partimos con dos requisitos antes de decidirnos a publicar el libro: el primero
es que nos guste, en un sentido estético, pero el segundo, tan importante como
el primero, es que el libro transite en torno a esta propuesta de discutir lo
contemporáneo. De hecho, a veces nos llegan buenos libros, pero que no son para
Mardulce porque no cumplen con este segundo requisito. Algunos de ellos incluso
terminan publicados en otras editoriales, a las que llegaron recomendados por
nosotros.
P: Y como consecuencia de esta línea editorial tiene que
salir de forma natural la colección Philos…
R: Eso es, surge naturalmente. Hasta ahora solo hemos
publicado un título en esta colección y sale el segundo a finales de año. Es
una colección de nuevas voces o de descubrimiento en el ensayo filosófico, que
tiene esta doble perspectiva del ensayo filosófico. Eventualmente publicaremos
filosofía dura, pero es muy poco probable que publiquemos tesis o monografías.
Lo que queremos es retomar la tradición del ensayo filosófico que ya viene de
los griegos, que pasa por Montaigne… Y hemos comenzado con El sentido olvidado: ensayos sobre el tacto, de un filósofo
argentino, Pablo Maurette, en el que lleva a cabo un rastreo literario y
filosófico acerca del tacto, que es un sentido sobre el que ya apenas se habla.
P: ¿Cómo ha sido el proceso del diseño de cubiertas de
los libros?
R: Antes que las cubiertas, lo primero que queríamos hacer
era encontrar la mejor relación entre que el libro sea bien accesible en el
precio de venta al público, y que a la vez sea atractivo visualmente. No
queríamos nada que sea caro, porque sabemos que muchos de los lectores de nuestros
libros son –o pueden ser– estudiantes, universitarios, jóvenes en general
(aunque no solamente, por supuesto). Es
decir, un público muy interesando en la cultura y la literatura, un público que
tiene (o va a tener) una gran biblioteca en su casa, pero que vive en un país
(Argentina, como ahora también España) sometido a una crisis económica.
Y por otro lado, queríamos un
diseño ágil, cómodo, que se pueda leer fácilmente en el autobús o en el metro,
por ejemplo, de ahí que ni siquiera le pusiésemos solapas, que no fue una
decisión tomada por falta de presupuestos, sino deliberada. Queríamos un libro
algo más grande que el de bolsillo pero no demasiado, como para facilitar su
manejo. En el diseño, lo que nos interesaba era que fuera moderno, pero no
estridente ni de mal gusto. Que sea elegante, tal vez algo sobrio y riguroso,
es decir, que nunca agreda al lector. No nos gustan los libros que se ven de 15
metros de la mesa de la librería, como si tuviera luces de neón. Al contrario,
nos gustan los libros que den ganas de acercarse a ellos, de tocarlos, de
abrirlos, de olerlos.
P: Cambiemos de tercio. Nos llama la atención que
vosotros habéis hecho el viaje contrario al que hacen muchas editoriales
españolas, es decir, habéis cruzado el charco pero hacia España. ¿Es ese un
viaje que pensáis que os puede suponer no solo entrar en un mercado como el
español, sino tener acceso después a poder acceder a otros países
europeos?
R: Eso quizás era antes. Yo, como autor, cuando publiqué
dentro del grupo entonces llamado Random-House, aquí en España, es cuando
comenzaron a llegar las traducciones de mis libros. A otros autores les sucedió
lo mismo, como a Piglia, por dar un caso mucho más importante que yo, por supuesto,
que hasta que no ingresó en Anagrama no fue ampliamente reconocido
internacionalmente. Sin embargo eso se terminó a hace algunos pocos años. Un
caso que lo ejemplifica perfectamente es El
viento que arrasa de Selva Almada, publicada por nosotros en Buenos Aires
hace 3 años, que ya está traducida a seis idiomas, y que solo ahora se acaba de publicar en
España. También ha ocurrido con Hernán Ronsino, publicado por la editorial
argentina Eterna Cadencia, que ha sido contratado por Gallimard, sin haber casi
pasado por España. Y hay muchísimos ejemplos más, varios de ellos autores de
Mardulce. Esto cambia el panorama y modifica en algo el problema de los años 90, que fue la gran
concentración editorial que hubo en Argentina.
P: ¿Qué ocurrió en esos años en Argentina?
R: Planeta compró Emecé, la gran editorial argentina de la
derecha literaria de más de 70 años, donde publicaban Borges, Bioy Casares,
etc. Random House compró Sudamericana, donde publicaban García Márquez, etc,
también una editorial nacional muy tradicional. Y también llegó y se instaló Alfaguara.
En esos años la edición independiente argentina casi desapareció. Las grandes
multinacionales publicaban, cada una, unos diez autores argentinos por año, pero
luego a España llegaban solo uno o dos, a lo sumo. Y otros autores accedían a grandes
editoriales independientes españolas como Anagrama o Tusquets. En los 90 no
había otra opción. Pero desde hace unos diez años ya es mucho más fácil que
haya autores latinoamericanos puedan ser traducidos sin necesidad de pasar por
España.
Ahora bien, a Mardulce le
interesa venir a España, aparte de por el obvio interés editorial, también porque
nos interesa discutir sobre la lengua. En los años 90, debido a ese tremendo
proceso de concentración editorial, si un lector argentino quería leer a un
autor chileno, por dar un ejemplo, solo tenía acceso a las ediciones españolas
que publicasen a algún escritor chileno. Es decir, estando a dos horas de Chile,
yo, en Buenos Aires, solo disponía de libros de un autor chileno a través de
editoriales multinacionales con sede en España. ¿Cómo llamar a este fenómeno?
¿Imperialismo? ¿Globalización? ¿Empobrecimiento cultural?
Por eso, las editoriales independientes latinoamericanas, ya después de los años 2000, comenzamos a realizar un trabajo de colaboración radial. Nos interesamos, por ejemplo, por los autores peruanos, uruguayos, o chilenos que ofrecían las mejores propuestas literarias y los publicamos en Argentina, sin necesidad de pasar por alguna multinacional con sede no sé dónde… Eso permite restablecer una comunicación entre los lectores y escritores hispanoamericanos que se había cortado debido a esa gran concentración editorial de los 90. En los años 20, 30 o 40 los autores hispanoamericanos se leían mucho entre ellos y, sin embargo, cuando llega la globalización ocurre la paradoja de que es cuando menos acceso se tiene a lo más cercano. La globalización es la forma elegante de denominar al gobierno de los grandes monopolios.
P: En relación con vuestra llegada a España, os
distribuye UDL y queríamos saber cómo fue la acogida por su parte de vuestro
proyecto.
R: La editorial Periférica –de quien nos sentimos amigos y
grandes admiradores de su trabajo- nos sirvió de intermediaria para establecer
contacto, y enseguida nos entendimos bien con la distribuidora. Mardulce ya
llevaba tres años funcionando y tenía casi treinta títulos en la calle en
Argentina, por lo que podían ver qué tipo de proyecto teníamos. Además
propusimos llegar aquí con el libro de Echenoz como primer título. Fue todo muy
sencillo.
P: ¿No habéis pensado en uniros a otras editoriales
argentinas para formar algo similar al grupo Contexto, al que pertenece la
editorial Periférica, a la que has mencionado?
R: Tenemos ya un proyecto similar, aunque algo menos
desarrollado. Somos siete editoriales y hemos nombrado al grupo, homenajeando a
Roberto Arlt, Los siete logos (en honor irónico a su novela Los siete locos). En el grupo estamos
Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, Beatriz Viterbo, Katz Editores, Entropía,
Caja negra y Mardulce. Compartimos una caseta en la feria del libro de Buenos
Aires hace cuatro años, desde hace dos estamos juntos en la de Guadalajara, y
ahora estamos tratando de establecer aún más las relaciones entre nosotros. Por
ejemplo, compartimos mucha información interna y en México, por ejemplo, vamos
a contratar a un equipo de prensa común.
P: Lo has comentado antes, publicáis menos libros en
España que en Argentina. ¿Cómo tomáis la decisión de cuáles son los títulos que
vais a traer aquí?
R: Hay una mezcla entre la cuestión económica, pues no
podríamos publicar los doce títulos que sacamos cada año en Argentina, y una
cuestión de los gustos de los lectores de aquí. Por ejemplo, hay algunos libros
que son «muy argentinos», que nos gustan pero que es posible que no funcionasen
bien España, como un ensayo que escribió una crítica de moda, Victoria Lescano,
en el que analiza cómo se visten los personajes de muchas novelas argentinas. El
ensayo se titula Letras hilvanadas.
Es un libro hermoso, pero quizás no funcionaría bien aquí porque salvo Borges y
algún otro, el resto de escritores y obras que se mencionan son mucho menos
conocidos aquí. Entonces un primer criterio que tomamos para el primer año de
estancia en España fue el de publicar autores traducidos, y de esos autores,
publicar a los más conocidos, como Jean Echenoz o Cynthia Ozick, que le dio a
la entrada de Mardulce en España ciertas ventajas pero también desventajas. Por
un lado, pusimos en circulación libros de autores que ya eran conocidos aquí,
lo que nos hacía más fácil el acceso a las librerías. Pero también posicionó a
Mardulce como una editorial algo más conservadora de lo que en realidad es. Fuimos
un poco a lo más o menos seguro. Pero ahora que ya hemos publicado los dos
primeros libros no traducidos -los de Selva Almada y Ariana Harwicz- en España Mardulce
va a comenzar a tomar cada vez más riesgos editoriales, que es nuestro perfil
habitual.
P: Si ahora tuvieses los medios para publicar cualquier
libro que quisieses sin que el dinero fuese un problema, ¿qué publicarías?
R: Mi sueño personal sería publicar –aunque ya hay una veintena
de ediciones– una nueva traducción hecha por mí de Bouvard y Pécuchet, de Flaubert. Es mi novela favorita, y siempre
he pensado que si un día fuese millonario, me dedicaría a traducirla lentamente,
una labor que te puede llevar años.
P: ¿Cuáles son vuestros planes futuros a corto plazo?
R: En España, el próximo libro que publicaremos será un
volumen de ensayos, Metáfora y memoria.
Ensayos reunidos, de Cynthia Ozcyck, que saldrá en febrero de 2016. De sus
libros de ensayo –tiene seis– aún no se había traducido ninguno al castellano,
por lo que decidimos escoger junto con ella lo mejor de esos libros y
publicarlo en un solo volumen. Es un gran ensayo literario, donde Ozick escribe
sobre Henry James o Kafka, y discute con las mejores tradiciones modernas.
Creemos que es un gran libro que va a funcionar muy bien.
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