Egipto:
Trilogía de El Cairo, Naguib Mahfuz
Entre dos palacios (Austral, 2010)
Traducción: María Eugenia Gálvez Vázquez
La azucarera (Austral, 2009)
Traducción: María Eugenia Gálvez Vázquez
El palacio del deseo (Austral, 2009)
Traducción: María Eugenia Gálvez Vázquez
Naguib Mahfuz, además de ser el primer Nobel de Literatura en
lengua árabe, fue el mejor cronista de un Egipto “moderno”. Descubrió al mundo
occidental los recovecos de las calles de El Cairo y sus variopintos
habitantes. En esta suerte de vidas cruzadas Mahfuz logró deslizar más de una
crítica hacia un régimen perpetuamente corrupto y habló en sus paginas de temas
tabúes como la homosexualidad, la prostitución y el fanatismo.
En los tres volúmenes que componen esta inolvidable trilogía (Entre dos palacios, La azucarera y El palacio del
deseo) el lector acompañará a la familia del comerciante Ahmad Abd
el-Gawwad en su personal recorrido por la primera mitad del pasado siglo. Dicho
periodo significó la ruptura de Egipto no solo con su despótica monarquía sino
con la dominación británica que fue caldo de cultivo para el extremismo.
La propia dinastía de los Abd el-Gawwad demuestra la fragilidad de
la unidad nacional. Los hijos de Ahmad desobedecen el férreo control paterno,
fiel a las enseñanzas del Islam, para luchar por la independencia y refundar el
país sobre bases modernas.
Tras unas primeras obras de corte histórico Mahfuz, quien abogaba
por la convivencia entre judíos y árabes, busco en el realismo el vehículo
perfecto para criticar el inmovilismo de la sociedad egipcia. Los cambios
generacionales, ideológicos y de costumbres, se perciben en los distintos
miembros de esta familia. El mejor viaje a El Cairo, el más apasionante, es sin
duda leer esta trilogía.
China:
Cisnes salvajes, Jun Chang (Circe, 2004 )
Traducción: Gian Castelli Gair
Radiografiar un país de la inmensidad geográfica e histórica de
China es un objetivo que parece difícil de lograr en un solo libro. Jung Chang
tomó sus propios recuerdos y los de su
familia para hablar a través de la vida de su abuela, de su madre y de ella
misma sobre las crueles tradiciones medievales de la sociedad china, la
terrible revolución cultural y sobre el deslumbramiento que sentía la juventud
por la figura de Mao, una juventud que años más tarde se vio obligada a huir al
extranjero cuando descubrió la verdad que se ocultaba tras ese decorado de
cartón piedra.
Chang, excelente biógrafa, supo mantener el temple y la distancia para
novelar la historia de las mujeres de su familia. El miedo es el sentimiento
que atraviesa cada una de sus páginas, al futuro, al régimen, a los patriarcas.
Escrito desde el exilio Cisnes
salvajes es tal vez el mejor fresco de China de las últimas décadas. Acierta
al narrar con una profusión sorprendente de detalles las vidas de las
protagonistas femeninas. No debe olvidarse que las mujeres fueron durante mucho
tiempo un símbolo de vergüenza para sus familias. Chang es la mejor cronista de
un país que muta a pasos agigantados pero que parece destinado al mismo tiempo a
repetir algunos de sus errores milenarios.
Japón:
Una novela real, Mizumura Minae (Adriana Hidalgo, 2008)
Traducción: Mónica Kogiso
Mizumura Minae es considerada una de las mejores escritoras
japonesas contemporáneas. Los lectores en el mundo entero solo parecen tener
ojos para el mediático Murakami; descuidan la obra de clásicos como Mishima o
Kawabata y entorpecen de ese modo el paso de voces más sólidas.
Una novela real ha sido comparada con obras icónicas de la narrativa europea o
estadounidense (Minae basó su estructura en Cumbres
borrascosas). Pero las críticas brillantes no ayudaron a que este libro
viajara instantáneamente. La editorial argentina Adriana Hidalgo, que poco a
poco va consiguiendo un público fiel en España, tradujo años más tarde esta
historia familiar desde mediados del siglo XX.
Minae toma el relevo de Tanizaki, autor de la imprescindible Las hermanas Makioka que retrataba un
Japón aristocrático, y arranca esta saga en una época en la que el país aún
cura sus heridas tras la Segunda Guerra Mundial. La migración japonesa en
Estados Unidos es el detonante de un inquietante amor prohibido. Pero al mismo
tiempo se regresa a las tradiciones ancestrales y se descubre una incipiente
clase media que comienza a encontrar su hueco en la posguerra.
El detalle en sus descripciones, en la caracterización y
profundización de sus personajes convierten esta lectura en una deliciosa
inmersión en una cultura milenaria. La traducción de Mónica Kogiso permite
apreciar la sensibilidad de Minae y sus distintos tonos narrativos. La
versatilidad de esta autora, que ha vivido casi toda su vida en el extranjero,
hizo posible que se finalizara la novela inconclusa de Natsume Soseki, el padre
de la novela moderna japonesa.
Ucrania, Francia,
Austria, Japón e Inglaterra:
La liebre con ojos de
ámbar, Edmund de Waal (Acantilado, 2012)
Traducción: Marcelo Cohen
Edmund de Waal, ceramista de profesión, rescata su historia
familiar gracias a unos pequeños netsukes
ligados al pasado de los Ephrussi. Esta adinerada saga dio sus primeros pasos
en la hipnótica Odessa desde donde el patriarca diseñó el destino de sus
herederos en un mapa imaginario.
Estas
pequeñas figuras, al mismo tiempo delicadas e indestructibles, que finalmente
regresaron a Tokio junto al tío Iggie, son los mejores testigos del ocaso de
los Ephrussi.
Edmund
se reencontró con el tío Charlie, mecenas y erudito imprescindible de la vida
cultural del París de finales del XIX. Pissarro, Renoir, Zola y el caso Dreyfus
disfrutaron de las comodidades y riquezas de los salones de Charlie, quien más
adelante recorrió, gracias a los recuerdos de Proust, el camino de Swann. Pero
la envidia no se esconde para siempre y el antisemitismo quiso opacar la vida
de los Ephrussi.
Por
un giro del destino, los netsukes viajaron en
su esplendida vitrina camino de la Viena de los Habsburgo. Se acabaron las
tertulias y las reuniones sociales, y quienes ahora jugaban con ellos eran
niños que un día, por valentía y obligación, recorrieron el mundo sin blasones
ni mayordomos.
Musil y Joseph Roth, ya daban fe de la velada persecución
que sufrían los judíos. Al palacio Ephrussi llegaban los reflejos dorados de
los cuadros de Gustav Klimt, las sombras de los edificios de Adolf Loos y los
gritos de escándalo que provocaban las obscenidades de Egon Schiele.
Entonces, la
salvación para los netsukes llegó de la
mano de quien menos esperaban. Y de nuevo Japón, como si de cerrar un círculo
se tratara.
El tío Iggie
De
Waal con la meticulosidad de quien sabe que cualquier grieta esconde un
secreto, con la templanza que tienen aquellos que pueden controlar sus dolores
y miedos, escribió un extraordinario homenaje a un continente arrasado, a la
memoria de sus antepasados, y al sentimentalismo que encierran los objetos.
Delicado
artesano y digno sucesor, ha moldeado un clásico que, al igual que los netsukes,
sobrevivirá al paso del tiempo.
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