Estados Unidos:
Al este del Edén, John Steinbeck (Tusquets,
2004)
Traducción: Vicente de
Artadi
Estados Unidos engrandece su corta historia celebrando pequeñas
gestas, nacimientos de personajes de tercera y defendiendo con un honor casi aristocrático
sus apellidos. La familia, institución que revive en las celebraciones de los
dos últimos meses del año, defiende la pureza de su sangre. Irlandesa, judía o
afroamericana. Los matrimonios mixtos fueron –y todavía a veces son- vistos
como el peor de los insultos hacia unos antepasados que inventaron
apresuradamente para adornar sus árboles genealógicos.
En Al este del Edén John
Steinbeck regresa a su California natal, a Salinas, pueblo en el que los
negros, los hispanos y los blancos luchaban por salir de la pobreza con igual
ahínco. El lector sigue de cerca, durante más de setecientas páginas, el destino de tres generaciones de dos familias. Steinbeck incide en
el peso de la sangre, en cómo los errores y pecados de los mayores condicionan
el futuro de los más jóvenes.
Construye una historia absorbente e imparte una vez más una
lección de historia de Estados Unidos, recordando la miseria, los sueños rotos,
el hambre y la relación entre la inmoralidad y los dólares fáciles. Aunque para
Steinbeck Al este del Edén era su
mejor libro, no alcanza la profundidad y la perfección de obras como Las uvas de la ira. Utiliza ecos bíblicos
y autobiográficos para potenciar su crueldad y convierte a una mujer impura en
una singular satanás.
Steinbeck, lejos de tener la calidad de Faulkner, construyó una
novela imperfecta pero que conseguía mantener en vilo a todo tipo de lectores,
que se preguntaban por el destino de los Trask y los Hamilton con ese afán
chismoso de un país que siempre desconfía del origen y el éxito del vecino.
Elia Kazan vio en todos esos ingredientes el potencial de una
película taquillera, de un gran drama. Al final, como Steinbeck, pensó que
estas historias de amor, venganza y muerte son las que emocionaban a las masas. Tom Joad estaba destinado a recorrer otro camino.
Colombia:
Cien años de soledad, Gabriel García
Márquez
Edición conmemorativa
RAE, Alfaguara, 2007
Debolsillo, 2013
El error de Carlos Barral al negarse a publicar Cien años de soledad es comparable al
rechazo de Gide y Ollendorf a En busca
del tiempo perdido.
La novela icónica de García Márquez, que sigue el paso de seis
generaciones de la familia Buendía, arranca con uno de los mejores comienzos de
la literatura del pasado siglo. En ella hay lugar para las referencias bíblicas,
al igual que en Al este del Edén,
para la magia y creencias de los primeros pobladores de Macondo, para los desbordantes
paisajes de un país del que este autor fue el mejor embajador. Los Buendía son
fieles descendientes de otros personajes de sus novelas anteriores, como si
toda su obra pasada fuera un mero prólogo de este libro que le daría el Nobel.
Experimentando con las coordenadas geográficas e históricas
existentes García Márquez creó Macondo, un espacio en que tanto las tradiciones
como su desbordante imaginación encontraron su sitio. El destino de los Buendía
estará por siempre ligado al de ese lugar mágico, creando una unión
indisoluble.
Su evolución desde un pueblo arcaico y primitivo hasta la
consagración como aldea desarrollada, “donde
nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto”. Enfermedades,
matanzas, guerras, ambiciones, la historia de la ficticia Macondo es la misma
que la de la real Colombia.
Los Buendía viven dos existencias paralelas: la pública, siempre
escrutados por los ojos de los que los odian, veneran o envidian, y la íntima. Cada
día, hasta su inevitable final “porque
las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda
oportunidad sobre la tierra.”
Portugal:
Los Maia, Eça de Queirós (Pre-Textos,
2001)
Traducción: Jorge Gimeno
Si no han leído todavía Los
Maia, háganlo ya mismo. Pocas veces uno encuentra en la vida lectora una
novela de estas características.
Eça de Queirós acompaña a los Maia durante tres generaciones y en
este lapso de tiempo no solo se ve el declive de una familia sino también el de
una forma de vida. Se radiografían las costumbres de una clase social, su
diletantismo, sus logros, su caída, su esnobismo, su relación ambivalente con
la cultura. Una clase que se aferra al siglo XIX antes de que la modernidad
acabe con todos sus derechos y beneficios.
Después de terminar su lectura queda en el recuerdo otra Lisboa,
alejada de la eterna influencia de Pessoa. Queda también Sintra y sus palacios.
En sus páginas hay saudade y pasiones prohibidas, que dieron pie a duras
críticas.
Comparado con Balzac, con Flaubert o con Zola en Los Maia Eça de Queirós escribe su mejor
prosa. Un despliegue estilístico durante casi mil páginas que contribuye a dar
aún más brillo a Portugal y los miembros de esta familia. Su subtítulo, Episodios de la vida romántica, alude a
una moda que había sobrepasado ya el ámbito de la cultura para influir en
distintas capas sociales. Eça de Queirós anticipándose a su desaparición
satirizó ese romanticismo imperante.
Los personajes secundarios contribuyen a redondearla. En ellos el
autor da muestras de nuevo de su sentido del humor e ironía. Sería interminable
enumerar cada una de las virtudes de Los
Maia, de la que puede afirmarse sin rubor alguno que es la mejor novela de la historia de la literatura portuguesa.
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