En una galaxia lejana, muy muy lejana, seguramente surgieron problemas cuando un tipo propuso a los guerreros jedi que abandonaran sus elegantes, manejables y afiladas espadas de titanio fundido y se pasasen a las novísimas espadas láser. Algunos de ellos, lo más modernetes, esos que llevaban crestas y pins en las túnicas pronto se echaron el nuevo invento al carcaj y dejaron en casa la anticuada espada de titanio. No nos podemos oponer al cambio de los tiempos –decían– y a continuación regalaban a la asistencia una demostración de luz y sonido digna del English National Ballet. Los veteranos, por el contrario, miraban con condescendencia a los jóvenes y murmuraban imprecaciones varias («estas espadas de mierda nunca superar a las de titanio podrán», dijo uno de los veteranos, que prefiere conservar el anonimato). Que si el color no aportaba nada nuevo, que si el soniquete que montaba cuando se movía podía alertar al adversario de tus movimientos, que si el sigilo cobarde de matar por la espalda se había perdido con el inventito del demonio... Y, sin embargo, hoy todos los jedis llevan una.
¿Os suena la polémica?
Roberto Casati es filósofo, profesor de universidad y uno de los pensadores más importantes de Italia. En Elogio del papel ha reunido material de varios artículos que ha escrito en la prensa acerca de lo que él denomina la colonización digital, es decir, la intromisión del mundo digital en todas las tareas que realizamos. Casati no se define como ludista, es decir, no se opone por sistema a los avances que aportan las novedades tecnológicas, pero se cuestiona si toda nueva tecnología es útil y si aporta ventajas con respecto a la tecnología analógica que ya poseemos.
Casati se centra en el libro en papel frente a la lectura digital. Aunque la argumentación no termina de ser todo lo sólida que debería, pues muchas veces en lugar de comparar el libro en formato digital con el libro en papel contrapone la lectura en la web a la del libro en papel, sí que pueden compartirse algunas de sus observaciones. La lectura, por mucho que algunos piensen que es una actividad etérea que puede realizarse sobre cualquier soporte, viene en gran medida determinada por lo material. La referencia física del libro es fundamental, no solo para mantener nuestra atención sino también para facilitar la memorización y facilitar la capacidad de búsqueda. Algunos estudios ya han demostrado que la memoria para la lectura se ve reducida cuando se lee en formato digital. Casati se centra en el iPad como soporte de lectura y quizás ahí erra el tiro porque el iPad se usa para muchas cosas pero, en general, se usa poco para leer o, al menos, para leer textos largos como un ensayo.
Nada que objetar sin embargo a las ventajas de la lectura lineal y estructurada en páginas físicas que proporciona el libro de papel y que es un focalizador de atención diseñado durante siglos, frente a la estructura en árbol de la lectura en la web, donde es bien conocido que los textos (incluido este que ahora escribo) casi nunca llegan a leerse completos y donde esa estructura hipertextual no hace sino expandir la atención hacia numerosos puntos distantes entre sí, algo que contraviene toda lógica de la atención.
Parece convincente su exposición acerca del mito del nativo digital. Nos sorprendemos por el uso desmesurado de las nuevas tecnologías que hacen los jóvenes, ahora bien, ¿saben manejar de un modo diferente a nosotros los nuevos aparatos? ¿Qué conocimientos tienen acerca de estas nuevas tecnologías que nos supongan grandes dificultades de aprendizaje a los demás? Que un niño de cuatro años pase las fotos en un móvil o que sea incluso capaz de abrir una página web y buscar algo en ella no es nada extraño. Está acostumbrado a estar rodeado de tecnología, pero de una tecnología, no lo olvidemos, diseñada para que la puedan utilizar niños de dos años y señores de noventa, por eso la inversión en desarrollo de las empresas que fabrican este tipo de dispositivos es superior incluso al presupuesto de investigación de muchos países. Y esa es la otra gran clave que proporciona Casati, la de la sencillez del manejo. A golpe de hacérnoslo todo tan fácil, terminamos empleando la tecnología únicamente con objetivos muy concretos, muy orientados a un fin, sin saber nada sobre su funcionamiento interno. El nativo digital no es más que alguien que está acostumbrado al manejo de la tecnología y no por ello sabe más sobre la tecnología o tiene unas capacidades diferentes que el resto. El nativo digital no habla otro idioma.
El autor compara a las nuevas tecnologías con una tarta Sacher, mientras que los libros serían un plato de verduras hervidas. Si nos ponen delante a la primera frente a las segundas, lo más normal es que elijamos la primera. Es por eso que propone la escuela como una barrera frente a la tecnología. Según los informes PISA los colegios que emplean más intensamente la tecnología obtienen menos rendimiento. Casati propone un uso moderado de la tecnología (él, de hecho, ha diseñado alguna herramienta para la docencia digital, por lo que no es sospechoso de querer abolirla), un uso que debería hacerse, sobre todo, fuera del aula, en la que por el contrario debería primar la crítica, la reflexión y la lectura pausada de libros, y fomentar esta para tener ciudadanos más formados en el futuro, así como proporcionarles las claves para adquirir conocimientos. Como bien dice el autor, en la web no están los conocimientos, está la información, y ese matiz es bien diferente.
El ensayo da para mucho más. Es seguramente uno de los que mejor plantea esta dicotomía entre el mundo digital y el de papel y el que aporta argumentos más sólidos para prevenirnos, que no prohibirnos, los medios digitales, y poner una barrera a esa colonización digital que estamos viviendo. Buena reflexión, tanto si se está a favor de los medios digitales y su expansión, como de si se es más reacio a ellos.
Autor: Roberto Casati
Traductor: Jorge Paredes
Editorial: Ariel
Página 224
Precio: 16,90 eur (rústica); 8 eur (ebook)
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