lunes, 22 de junio de 2015

Entrevista: Dioptrías, una apuesta muy atractiva por el ensayo literario de calidad

Siempre estamos ojo avizor en las mesas de novedades de las librerías y, cada vez que vemos una editorial nueva, nos tiramos con ansia a por el libro, lo volteamos mil veces y nos decimos: otro loco que se ha metido en esto. Y nos da pena y envidia en similar proporción. 

Fuera bromas, cuando nos topamos con los libros de la editorial Dioptrías, algo nos dijo que ese proyecto tenía muy buena pinta. De momento son pocos los libros publicados pero todos ellos han sido apuestas firmes por la mixtura de géneros, aunque predomina el ensayo, y en los que prima, sin duda, la calidad. Charlamos con Miguel Ángel Serna, editor al frente de esta editorial en la que, esperemos, los lectores le acompañen. Su apuesta es arriesgada pero, al mismo tiempo, de las más interesantes hoy día. 

P: ¿Cómo surge Dioptrías?

R: Cuando hablo de Dioptrías siempre hablo de nosotros, porque la idea parte de un blog que llevábamos entre tres personas, pero en realidad la editorial la creé yo solo, lógicamente con la ayuda de varias personas. Así, por ejemplo, Los niveles del juego lo ha traducido una persona que formaba parte del blog. Siempre he querido estar vinculado con el mundo de los libros, y si me preguntan qué tres trabajos querría tener diría: escritor, editor o librero. Pero aunque siempre me había llamado la idea de ser editor, terminé aquí de casualidad, y no era mi vocación primera. Hubo un momento en el que después de concluir la carrera y un máster pensé que no tenía sentido hacer el doctorado porque era echar leña a algo que no iba a arder, me apunté a un curso de edición, pensando sobre todo en qué pasos debía tomar para publicar la novela que estaba concluyendo de escribir por entonces. Al final no terminé la novela pero, como para el curso había que hacer una simulación de una editorial, me encontré sin querer con cuatro o cinco libros que nadie había publicado aquí y pensé que podía intentarlo. Dio también la casualidad de que en ese momento pude contar con algo de dinero a fondo perdido para montar la editorial, así que me dije: vamos allá. De hecho, de los cinco primeros libros que voy a publicar, tres de ellos estaban ya en ese proyecto del curso.


P: ¿Sabes dónde te metes? Porque este mundo editorial puede ser una guerra…

R: La idea era encontrar un nicho lo suficientemente pequeño, que no estuviera muy explotado, pero que pudiese ser de interés y sostenible. Pero tengo claro que hasta el año que viene, como mínimo, no voy a poder vivir de la editorial, porque de momento lo que genera la editorial se lo queda la editorial. Y dentro de estos nichos, como yo soy más lector de ensayo que de otro género, intento traer libros que tengan un tinte ensayístico.


P: Esa es una de las preguntas vitales para un editor: ¿cómo definirías tu línea editorial?
R: Para mí, el libro que mejor expresa mi línea editorial es el primero, Sobre una montaña, de John D’Agata. Y quizás fue un error mayúsculo publicarlo en primer lugar porque es el libro más raro de los que he publicado y de los que voy a sacar al menos hasta octubre. El motivo de que ese libro no se haya vendido como se esperaba está relacionado con la línea editorial, porque es difícil explicar a un lector de qué trata el libro y al librero dónde debe colocarlo: no es ensayo para colocarlo en ensayo, ni es literatura como para colocarlo entre las novelas. De hecho, hablando con el autor, le comentaba si lo posicionábamos en non-fiction, pero él decía que no le gustaba eso de la no ficción, porque para él cuando se escribe siempre es ficción. La intención es publicar ensayos que no sean académicos, pero tampoco divulgativos, porque la mayoría no son científicos. Algunos hacen referencia a asuntos científicos pero no lo son. Son libros que están a medio camino entre el periodismo, memorias, ensayo, historia, sociología,… Son libros que tienen muchos pies en distintas orillas, por lo que a menudo debo explicar a la gente qué es cada libro. Después de un tiempo me di cuenta de que lo que funcionaba era asemejarlo con otro libro. Por ejemplo, a los libreros comencé a explicarles que Sobre una montaña me recordaba a Leviatán o la ballena, y entonces los libreros ya decían: «Ah, es ese tipo de libro».


P: En EE UU hay mucha tradición de este tipo de libros, pero aquí no tanto, ¿tenéis pensado publicar algún autor español?

R: A mí me gustaría mucho. Una de las personas con las que compartía el blog sé que tiene varios libros en su interior y me gustaría publicarlos. Desde luego, me gustaría que me enviasen manuscritos de este género, pero hay poca gente española que escriba este tipo de textos. No hay tradición, porque el periodismo que se hace en España es muy columnista. Aquí se asocia escribir con escribir novelas, y además creo que puede que en nuestro día a día no nos parezca que hay muchas cosas interesantes que contar, y para este tipo de libros lo que hace falta es alguien que se interese por algo que le pasa e investigue sobre ello. En España quizás estamos demasiado ocupados con nuestro mundo tal y como está, y bastante tenemos con que este no se desmorone. A mí no me complace especialmente que mi catálogo sea tan anglosajón, me gustaría que fuese más variado, pero supongo que en EE UU pasan cosas muy raras y aquí no tanto, o no las vemos, o la gente está preocupada por otras cosas.


P: Hablemos más concretamente ahora de los títulos que están ya en las librerías. ¿Por qué precisamente esas elecciones? Comenzasteis con un libro, Sobre una montaña, que parece, como has dicho, una declaración de intenciones de la editorial, un ensayo con una voz narrativa muy personal y en la que además se alternan dos temas principales, algo que no es muy habitual en un ensayo.

R:  Es un libro muy tramposo y a mí me ha costado hacérselo ver a la gente, Es difícil explicar que el libro trata de que quieren vaciar una montaña y quieren llenarla de residuos nucleares, pero luego hay que hacer el quiebro para decir que el libro en realidad trata de un chico que se tira de una azotea, y que trata sobre el suicidio, sobre morirse, sobre la incapacidad de comunicarse con los demás, y entonces al final la gente no comprende bien de qué trata el libro. Creo que es el único libro al que no recuerdo cómo llegué, aunque seguramente fue de una forma prosaica. No estaba en mi alineación inicial, y me lo encontré cuando ya estaba con los trámites para constituir la editorial como empresa, pero cuando comencé a leerlo me dije que ese libro era exactamente lo que quería hacer en Dioptrías, y tuve suerte porque no fue complicado conseguir los derechos, el autor estaba encantado, aunque es cierto que traducir el libro fue complicadísimo. La verdad es que fue una casualidad magnífica.


P: Después sacasteis el que creemos que es uno de los mejores libros publicados el año pasado, La literatura como mentira, de Manganelli, que es toda una lección de crítica literaria. ¿De verdad ese libro había permanecido inédito en España hasta ahora?

R: Pues esa misma pregunta me he hecho yo no solo con este libro, sino con varios. Hombre, Manganelli escribe muy raro, tiene un cupo reducido de lectores y te tiene que interesar muchísimo la literatura. Ahora, si te interesa la literatura te va a dejar con la boca abierta, porque a mí en mi vida se me hubiese ocurrido leer a Stevenson o a Conrad como lo hace Manganelli, y me ha descubierto autores que me eran totalmente desconocidos. No sé muy bien por qué no estaba publicado, supongo que es un libro que nadie quería arriesgarse a publicar, pero es cierto que ni Siruela (que es quien tiene ahora los derechos de Manganelli), ni Anagrama lo hicieron.


P: Y por último,  Los niveles del juego, un libro sobre tenis de John McPhee, en el que se narra un partido, algo ya de por sí arriesgado, y por si eso fuera poco se habla de la lucha civil en los EE UU en los años 60, y ahí no queda la cosa porque en cierto modo el libro es también algo así como una lección de cómo debe enfrentarse el autor a la literatura.

R: Tenía claro desde el principio que iba a publicar este libro, porque yo no entendía cómo este libro no estaba publicado, o cómo, en general, a McPhee no se le conoce mucho en España siendo una institución en Estados Unidos. Es verdad que nuevamente es un libro que necesito que la gente me deje contar de qué trata, necesito cinco minutos para contar qué pasa en el libro. Lo que más me sorprendió del libro es cómo estaba escrito, porque McPhee escribe asombrosamente bien. Y es cierto que tiene todas esas capas que comentáis, pero yo encuentro algo muy interesante en lo que cuenta que es hasta qué punto tu actitud es lo que va a marcar que la gente te recuerde o no, o hasta dónde vas a poder llegar en la vida, y también, aunque suene terrible, muestra que por mucho que trabajes, hay ciertas cosas en ti mismo que te van a impedir hacer lo que quieres. De hecho, este libro me recordaba a una conversación que tuve con un compañero de la facultad sobre literatura rusa. Él decía que había algo definitorio en que te guste más Tolstoi o Dostoievski, y cuando leí Los niveles del juego pensé que era la misma idea, pero aplicada al deporte. Aunque también creo que McPhee habla de sí mismo y de cómo escribe. Pensé también que era en cierto modo la filosofía de la editorial, en la que a veces hay que arriesgar por libros algo más raros, como ocurre con los jugadores cuando tiran golpes arriesgados, y algunos entran y otros se van. Bueno, lo que sí espero es publicar el año que viene otro libro de McPhee. Y algún día me gustaría sacar el libro con el que ganó el Pulitzer.


P: ¿Qué nos puedes decir de las cubiertas? ¿Han gustado?

R: Las cubiertas las diseña Marcos Chamizo, y sí, creo que han gustado, aunque puede que haya gente que no entienda del todo bien lo que quiere representar la cubierta. La idea que teníamos en un principio era que fuesen por añadas, es decir, que cada año vayan cambiando, dentro de que todas van a tener la misma estructura, pero no quedarnos siempre en lo mismo. Y la idea también era que si a la cubierta le quitabas el título, el nombre de autor y el logo de Dioptrías que fuese un póster que quisieses tener en la pared. Como Marcos es publicista, también queríamos que los libros fuesen anuncios de sí mismos. Sobre todo quería alejarme de fotos de agencias y ese tipo de cubiertas que se parecen entre editoriales. Queríamos algo diferente.


P: Con menos de un año de vida de la editorial, ¿qué dirías que ha sido lo mejor y lo peor de estos meses en los que habéis visto vuestros libros en la calle?

R: Lo mejor es que he podido sacar más de un libro (risas), y dentro de dos años volvemos a hablar a ver si podemos seguir. Cuando se consiguen los derechos de algún libro que te hace mucha ilusión publicar también es un gran momento. O el día que me llegó el contrato firmado por Calasso para el libro de Manganelli.
No ha habido cosas realmente malas, aunque quizás, como les sucede a los escritores, sí que hay momentos en los que se hace complicado el trabajo en solitario; o, quizás, cuando un libro que tú crees que se va a vender no cumple esas expectativas, pero no por el hecho de la venta, sino porque es un libro que tú querías que llegase a mucha gente, porque considerabas que realmente merece la pena que lo lean.


P: ¿Fue complicado conseguir distribuidora?

R: Lo cierto es que no, pero el momento de ir a negociar con una distribuidora es muy delicado para la editorial, porque por un lado tienes que ir a la distribuidora proponiendo unos libros que tengas cerrados para el catálogo y los futuros títulos, pero claro, para comprar los derechos de esos títulos, te preguntan qué otros autores o títulos tienes cerrados y también te preguntan si tienes distribución. Es decir: es un momento en el que se hay varias bolas en el aire. Por suerte, presentamos nuestro proyecto a UDL Libros, les interesó y trabajamos con ellos, así que, para quien no lo sepa, nuestros libros están en todas las librerías que los quieran.


P: Pregunta de edición-ficción. ¿Qué libro ya publicado o a qué autor te traerías sin duda a Dioptrías si tuvieses todo el dinero para poder hacerlo?

R: Me haría mucha ilusión poder publicar una biografía de Perec a la que le tengo echado el ojo, porque Perec me fascina, es uno de mis autores preferidos. Aunque si tuviese que elegir un solo autor, a pesar de que lo que escribe es ficción, aunque sea una ficción muy ensayística, sin duda alguna elegiría a Proust porque a mí personalmente me cambió la vida. O quizás por mis estudios y porque leo mucha filosofía me gustaría también mucho publicar a Kant, aunque hay tantas ediciones buenas de él que no tendría demasiado sentido. Pero bueno, lo que a mí me gusta son los libros raros, así que si pudiera robarle Leviatan o la ballena a Ático se lo robaría muy fuerte (risas), porque es un libro excepcional.


P: ¿Cómo crees que afectan las nuevas tecnologías a la lectura? Te lo decimos porque además el ensayo es un género que precisa de una gran atención durante la lectura, y parece que esa atención se está perdiendo…

R: A mí me gustaría no ser un rancio, es decir: no creo que vaya a producirse ningún apocalipsis. Ahora bien, yo personalmente me noto más torpe desde que leo en Internet, tengo menos capacidad de atención, aunque tampoco sé que habría pasado si no hubiese sido así; pero he de decir que en mi caso concreto, más que para leer me afectan más para escribir, me distraigo más con las nuevas tecnologías, porque mientras escribo si me entra un correo lo leo, si alguien me escribe en Twitter, contesto… Pero quiero pensar que no va a ser tan catastrófico. Los libros han soportado muchas cosas, no veo por qué esto iba a desmadrarlos. Sí que es cierto que las nuevas tecnologías han provocado es que todos escribamos cosas de forma inmediata, sin filtro, como si cualquier cosa escrita mereciese ser leída.


P: Claro, esto plantea el papel del editor.

R: Sí, efectivamente, pero no lo digo por corporativismo; para mí la figura del editor es importantísima, aunque solo sea porque de alguna forma alguien está diciendo indirectamente: «Oigan, que me estoy jugando mi dinero por publicar algo que creo que merece mucho la pena, que tiene calidad». Por ejemplo, como posible autor, yo nunca autopublicaría nada mío, porque asumiría que si nadie la quiere publicar es que algo pasa con esa obra, aunque lógicamente esa decisión es mía y es algo que le corresponde decidir a cada cual. De todos modos, por añadir algo sobre el tema de las nuevas tecnologías, también está la falsa visión de la gente que dice que no le gusta leer, y quizás no se da cuenta de que con las nuevas tecnologías está todo el día leyendo en Twitter, Facebook, en los blogs…


P: ¿Cuáles son vuestros planes futuros?

R: Acabamos de sacar Los orígenes del Doktor Faustus, de Thomas Mann, un libro que en su día se publicó, pero que hoy en día es casi imposible encontrar y que además, si se encuentra, es en una traducción no muy buena, de ahí que hayamos realizado una nueva traducción a cargo de Esther Cruz. En este libro, que se subtitula Novela de una novela, Thomas Mann recupera sus diarios escritos entre el 43 y el 47, y cuenta cómo escribió Doktor Faustus: cuenta qué libros leyó, sucesos que tuvieron lugar durante el proceso de escritura o anécdotas, como que conoció a Chaplin un día, el exilio de la cultura alemana a Estados Unidos, el desembarco de Normandía que fue el día de su cumpleaños, etc. A mediados de junio saldrá Eros: poética del deseo, de Anne Carson, una poeta canadiense cuyas obras poéticas son muy ensayísticas y sus ensayos muy poéticos, y este es un libro sobre la figura de Eros, en el que analiza qué sucede cuando nos enamoramos, cuando deseamos algo y por qué es imposible obtener lo que uno desea, por definición. Los siguientes libros serán para después del verano: publicaremos un libro, de Eula Biss, que está teniendo mucha repercusión en Estados Unidos, y en el que tengo puestas muchas esperanzas porque es fantástico y porque trata de un tema que está empezando a llegar ahora aquí, que es el tema del absurdo rechazo a las vacunas. Y luego vendrán una serie de libros que, como siempre, me resultará complicadísimo explicar y vender, pero dejo la intriga para cuando llegue el momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario