Siempre estamos ojo avizor en las mesas de novedades de las librerías y, cada vez que vemos una editorial nueva, nos tiramos con ansia a por el libro, lo volteamos mil veces y nos decimos: otro loco que se ha metido en esto. Y nos da pena y envidia en similar proporción.
Fuera bromas, cuando nos topamos con los libros de la editorial Dioptrías, algo nos dijo que ese proyecto tenía muy buena pinta. De momento son pocos los libros publicados pero todos ellos han sido apuestas firmes por la mixtura de géneros, aunque predomina el ensayo, y en los que prima, sin duda, la calidad. Charlamos con Miguel Ángel Serna, editor al frente de esta editorial en la que, esperemos, los lectores le acompañen. Su apuesta es arriesgada pero, al mismo tiempo, de las más interesantes hoy día.
R: Cuando hablo de Dioptrías siempre hablo de nosotros, porque la idea parte de un blog que llevábamos entre tres personas, pero en realidad la editorial la creé yo solo, lógicamente con la ayuda de varias personas. Así, por ejemplo, Los niveles del juego lo ha traducido una persona que formaba parte del blog. Siempre he querido estar vinculado con el mundo de los libros, y si me preguntan qué tres trabajos querría tener diría: escritor, editor o librero. Pero aunque siempre me había llamado la idea de ser editor, terminé aquí de casualidad, y no era mi vocación primera. Hubo un momento en el que después de concluir la carrera y un máster pensé que no tenía sentido hacer el doctorado porque era echar leña a algo que no iba a arder, me apunté a un curso de edición, pensando sobre todo en qué pasos debía tomar para publicar la novela que estaba concluyendo de escribir por entonces. Al final no terminé la novela pero, como para el curso había que hacer una simulación de una editorial, me encontré sin querer con cuatro o cinco libros que nadie había publicado aquí y pensé que podía intentarlo. Dio también la casualidad de que en ese momento pude contar con algo de dinero a fondo perdido para montar la editorial, así que me dije: vamos allá. De hecho, de los cinco primeros libros que voy a publicar, tres de ellos estaban ya en ese proyecto del curso.
P: ¿Sabes dónde te metes? Porque
este mundo editorial puede ser una guerra…
R: La idea era encontrar un nicho
lo suficientemente pequeño, que no estuviera muy explotado, pero que pudiese
ser de interés y sostenible. Pero tengo claro que hasta el año que viene, como mínimo, no voy a poder vivir de la editorial, porque de momento lo que
genera la editorial se lo queda la editorial. Y dentro de estos nichos, como yo
soy más lector de ensayo que de otro género, intento traer libros que tengan un
tinte ensayístico.
P: Esa es una de las preguntas vitales para un editor: ¿cómo
definirías tu línea editorial?
P: En EE UU hay mucha
tradición de este tipo de libros, pero aquí no tanto, ¿tenéis pensado publicar
algún autor español?
P: Hablemos más concretamente ahora de
los títulos que están ya en las librerías. ¿Por qué precisamente esas
elecciones? Comenzasteis con un libro, Sobre
una montaña, que parece, como has dicho, una declaración de intenciones de
la editorial, un ensayo con una voz narrativa muy personal y en la que además
se alternan dos temas principales, algo que no es muy habitual en un ensayo.
R: Es un libro muy tramposo y a mí me ha costado
hacérselo ver a la gente, Es difícil explicar que el libro trata de que quieren
vaciar una montaña y quieren llenarla de residuos nucleares, pero luego hay que
hacer el quiebro para decir que el libro en realidad trata de un chico que se
tira de una azotea, y que trata sobre el suicidio, sobre morirse, sobre la
incapacidad de comunicarse con los demás, y entonces al final la gente no
comprende bien de qué trata el libro. Creo que es el único libro al que no
recuerdo cómo llegué, aunque seguramente fue de una forma prosaica. No estaba
en mi alineación inicial, y me lo encontré cuando ya estaba con los trámites
para constituir la editorial como empresa, pero cuando comencé a leerlo me dije
que ese libro era exactamente lo que quería hacer en Dioptrías, y tuve suerte
porque no fue complicado conseguir los derechos, el autor estaba encantado,
aunque es cierto que traducir el libro fue complicadísimo. La verdad es que fue
una casualidad magnífica.
P: Después sacasteis el que
creemos que es uno de los mejores libros publicados el año pasado, La literatura como mentira, de
Manganelli, que es toda una lección de crítica literaria. ¿De verdad ese libro
había permanecido inédito en España hasta ahora?
R: Pues esa misma pregunta me he
hecho yo no solo con este libro, sino con varios. Hombre, Manganelli escribe
muy raro, tiene un cupo reducido de lectores y te tiene que interesar muchísimo
la literatura. Ahora, si te interesa la literatura te va a dejar con la boca
abierta, porque a mí en mi vida se me hubiese ocurrido leer a Stevenson o a
Conrad como lo hace Manganelli, y me ha descubierto autores que me eran
totalmente desconocidos. No sé muy bien por qué no estaba publicado, supongo
que es un libro que nadie quería arriesgarse a publicar, pero es cierto que ni
Siruela (que es quien tiene ahora los derechos de Manganelli), ni Anagrama lo
hicieron.
P: Y por último, Los niveles del juego, un libro
sobre tenis de John McPhee, en el que se narra un partido, algo ya de por sí
arriesgado, y por si eso fuera poco se habla de la lucha civil en los EE UU en
los años 60, y ahí no queda la cosa porque en cierto modo el libro es también
algo así como una lección de cómo debe enfrentarse el autor a la literatura.
R: Tenía claro desde el principio
que iba a publicar este libro, porque yo no entendía cómo este libro no estaba
publicado, o cómo, en general, a McPhee no se le conoce mucho en España siendo
una institución en Estados Unidos. Es verdad que nuevamente es un libro que
necesito que la gente me deje contar de qué trata, necesito cinco minutos para
contar qué pasa en el libro. Lo que más me sorprendió del libro es cómo estaba
escrito, porque McPhee escribe asombrosamente bien. Y es cierto que tiene todas
esas capas que comentáis, pero yo encuentro algo muy interesante en lo que
cuenta que es hasta qué punto tu actitud es lo que va a marcar que la gente te
recuerde o no, o hasta dónde vas a poder llegar en la vida, y también, aunque
suene terrible, muestra que por mucho que trabajes, hay ciertas cosas en ti
mismo que te van a impedir hacer lo que quieres. De hecho, este libro me
recordaba a una conversación que tuve con un compañero de la facultad sobre
literatura rusa. Él decía que había algo definitorio en que te guste más
Tolstoi o Dostoievski, y cuando leí Los
niveles del juego pensé que era la misma idea, pero aplicada al deporte.
Aunque también creo que McPhee habla de sí mismo y de cómo escribe. Pensé
también que era en cierto modo la filosofía de la editorial, en la que a veces
hay que arriesgar por libros algo más raros, como ocurre con los jugadores
cuando tiran golpes arriesgados, y algunos entran y otros se van. Bueno, lo que
sí espero es publicar el año que viene otro libro de McPhee. Y algún día me
gustaría sacar el libro con el que ganó el Pulitzer.
P: ¿Qué nos puedes decir de las
cubiertas? ¿Han gustado?
R: Las cubiertas las diseña
Marcos Chamizo, y sí, creo que han gustado, aunque puede que haya gente que no entienda del todo bien
lo que quiere representar la cubierta. La idea que teníamos en un principio era
que fuesen por añadas, es decir, que cada año vayan cambiando, dentro de que
todas van a tener la misma estructura, pero no quedarnos siempre en lo mismo. Y
la idea también era que si a la cubierta le quitabas el título, el nombre de
autor y el logo de Dioptrías que fuese un póster que quisieses tener en la
pared. Como Marcos es publicista, también queríamos que los libros fuesen
anuncios de sí mismos. Sobre todo quería alejarme de fotos de agencias y ese
tipo de cubiertas que se parecen entre editoriales. Queríamos algo diferente.
P: Con menos de un año de vida de
la editorial, ¿qué dirías que ha sido lo mejor y lo peor de estos meses en los
que habéis visto vuestros libros en la calle?
R: Lo mejor es que he podido
sacar más de un libro (risas), y dentro de dos años volvemos a hablar a ver si
podemos seguir. Cuando se consiguen los derechos de algún libro que te hace
mucha ilusión publicar también es un gran momento. O el día que me llegó el
contrato firmado por Calasso para el libro de Manganelli.
No ha habido cosas realmente
malas, aunque quizás, como les sucede a los escritores, sí que hay momentos en
los que se hace complicado el trabajo en solitario; o, quizás, cuando un libro
que tú crees que se va a vender no cumple esas expectativas, pero no por el
hecho de la venta, sino porque es un libro que tú querías que llegase a mucha
gente, porque considerabas que realmente merece la pena que lo lean.
P: ¿Fue complicado conseguir
distribuidora?
R: Lo cierto es que no, pero el
momento de ir a negociar con una distribuidora es muy delicado para la
editorial, porque por un lado tienes que ir a la distribuidora proponiendo unos
libros que tengas cerrados para el catálogo y los futuros títulos, pero claro,
para comprar los derechos de esos títulos, te preguntan qué otros autores o
títulos tienes cerrados y también te preguntan si tienes distribución. Es
decir: es un momento en el que se hay varias bolas en el aire. Por suerte,
presentamos nuestro proyecto a UDL Libros, les interesó y trabajamos con ellos,
así que, para quien no lo sepa, nuestros libros están en todas las librerías
que los quieran.
P: Pregunta de edición-ficción.
¿Qué libro ya publicado o a qué autor te traerías sin duda a Dioptrías si
tuvieses todo el dinero para poder hacerlo?
R: Me haría mucha ilusión poder publicar una biografía de Perec a la que le tengo echado el ojo, porque Perec me fascina, es uno de mis autores preferidos. Aunque si tuviese que elegir un solo autor, a pesar de que lo que escribe es ficción, aunque sea una ficción muy ensayística, sin duda alguna elegiría a Proust porque a mí personalmente me cambió la vida. O quizás por mis estudios y porque leo mucha filosofía me gustaría también mucho publicar a Kant, aunque hay tantas ediciones buenas de él que no tendría demasiado sentido. Pero bueno, lo que a mí me gusta son los libros raros, así que si pudiera robarle Leviatan o la ballena a Ático se lo robaría muy fuerte (risas), porque es un libro excepcional.
P: ¿Cómo crees que afectan las
nuevas tecnologías a la lectura? Te lo decimos porque además el ensayo es un
género que precisa de una gran atención durante la lectura, y parece que esa
atención se está perdiendo…
R: A mí me gustaría no ser un
rancio, es decir: no creo que vaya a producirse ningún apocalipsis. Ahora bien,
yo personalmente me noto más torpe desde que leo en Internet, tengo menos
capacidad de atención, aunque tampoco sé que habría pasado si no hubiese sido
así; pero he de decir que en mi caso concreto, más que para leer me afectan más
para escribir, me distraigo más con las nuevas tecnologías, porque mientras
escribo si me entra un correo lo leo, si alguien me escribe en Twitter,
contesto… Pero quiero pensar que no va a ser tan catastrófico. Los libros han
soportado muchas cosas, no veo por qué esto iba a desmadrarlos. Sí que es
cierto que las nuevas tecnologías han provocado es que todos escribamos cosas
de forma inmediata, sin filtro, como si cualquier cosa escrita mereciese ser
leída.
P: Claro, esto plantea el papel
del editor.
R: Sí, efectivamente, pero no lo
digo por corporativismo; para mí la figura del editor es importantísima, aunque
solo sea porque de alguna forma alguien está diciendo indirectamente: «Oigan,
que me estoy jugando mi dinero por publicar algo que creo que merece mucho la
pena, que tiene calidad». Por ejemplo, como posible autor, yo nunca
autopublicaría nada mío, porque asumiría que si nadie la quiere publicar es que
algo pasa con esa obra, aunque lógicamente esa decisión es mía y es algo que le
corresponde decidir a cada cual. De todos modos, por añadir algo sobre el tema
de las nuevas tecnologías, también está la falsa visión de la gente que dice
que no le gusta leer, y quizás no se da cuenta de que con las nuevas
tecnologías está todo el día leyendo en Twitter, Facebook, en los blogs…
P: ¿Cuáles son vuestros planes
futuros?
R: Acabamos de sacar Los orígenes del Doktor Faustus, de
Thomas Mann, un libro que en su día se publicó, pero que hoy en día es casi
imposible encontrar y que además, si se encuentra, es en una traducción no muy
buena, de ahí que hayamos realizado una nueva traducción a cargo de Esther
Cruz. En este libro, que se subtitula Novela
de una novela, Thomas Mann recupera sus diarios escritos entre el 43 y el
47, y cuenta cómo escribió Doktor Faustus:
cuenta qué libros leyó, sucesos que tuvieron lugar durante el proceso de
escritura o anécdotas, como que conoció a Chaplin un día, el exilio de la
cultura alemana a Estados Unidos, el desembarco de Normandía que fue el día de
su cumpleaños, etc. A mediados de junio saldrá Eros: poética del deseo, de Anne Carson, una poeta canadiense cuyas
obras poéticas son muy ensayísticas y sus ensayos muy poéticos, y este es un
libro sobre la figura de Eros, en el que analiza qué sucede cuando nos
enamoramos, cuando deseamos algo y por qué es imposible obtener lo que uno
desea, por definición. Los siguientes libros serán para después del verano:
publicaremos un libro, de Eula Biss, que está teniendo mucha repercusión en
Estados Unidos, y en el que tengo puestas muchas esperanzas porque es
fantástico y porque trata de un tema que está empezando a llegar ahora aquí,
que es el tema del absurdo rechazo a las vacunas. Y luego vendrán una serie de
libros que, como siempre, me resultará complicadísimo explicar y vender, pero
dejo la intriga para cuando llegue el momento.
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