Ruskin
Bond, es uno de esos escritores que no se sabe bien si es de aquí o de allí. Hijo de ingleses, nació en Shimla cuando la India era
una colonia inglesa. Y aun a pesar de que vivió solo dos años en Londres, donde finalizó sus estudios para volver posteriormente a sus queridas
montañas, y de que él se considera indio-indio,
muchos lo continúan viendo
como anglo-indio. Hoy en día
vive en Lanour, una aldea cercana a Mussourie, un pueblecito de montaña, intentando escapar de la
fama, rodeado de sus hijos adoptados y de la madre de ellos. Cada sábado se desplaza a una librería de Mussourie para conversar
con sus lectores, porque, a pesar de no ser muy conocido en Occidente, Ruskin
Bond es muy respetado en su país,
tanto es así que sus
libros forman parte del Indian Council for Child Education. A pesar de ser un
escritor que ha publicado cuentos para niños, artículos,
poemas, recetas o novelas, en España,
hasta la fecha, se han publicado únicamente tres libros: uno de cuentos
para niños y dos de
literatura adulta.
En Delhi no está lejos, Ruskin Bond nos narra la historia
de tres jóvenes con deseos y ambiciones dispares, o tal vez no tanto: el protagonista y narrador de la historia, es un
joven escritor, lo cual hace pensar que la novela tiene tintes autobiográficos; uno de sus amigos, Suraj, es un joven que
prepara sus exámenes con
el objetivo de cambiar su vida y no tener que abrir, como casi todos los
indios, una tetería; y
Kamla, una joven que tiene un papel algo ambiguo en relación con el protagonista, tiene un marido al que no ha elegido, pero al que ha
aceptado con más orgullo
que resignación, aunque este la
emplea para su propio beneficio.
Una de las grandes cualidades que tiene el
libro es que a pesar de que el autor nos habla del hambre, de la mendicidad o
la suciedad, no lo hace desde un punto de visto sensacionalista. En lugar de
regodearse en la miseria, la aborda con frases impactantes y, a veces, cargadas
de ironía:
Me reí tanto que me dolía la tripa (reírse con el estómago vacío es doloroso) y besé las palmas de la mano de Kamla y le dije que era maravillosa.
El
libro está estructurado en
capítulos más o menos breves, con un estilo
sencillo, más cargado de
emotividad que de técnica.
Una de las magníficas
sensaciones que nos deja el libro es que parece que en cada capítulo uno está comenzando el libro de nuevo:
cada capítulo podría ser el inicio del libro. Y
esto, en cierta medida no es casual, porque el libro tiene algo de improvisación, lo cual no quiere decir que
no haya sido trabajado. De hecho el libro fue reducido por el propio autor hasta
llegar a ser un cuento. En 2004, sin embargo, una editorial restauró gran parte del original de la
obra para volver a revisarla y publicarla.
Pero es esta falsa improvisación lo que le da a la novela una aparente falta de argumento, aunque evidentemente sí existe, aunque parece que la intención del autor no se encuentra en el argumento ni en la técnica, sino en la emoción que recorre todo el libro. Por eso, Delhi no está lejos es uno de esos libros por los que hay que dejarse llevar y disfrutar de una escritura sencilla y una historia emotiva.
Pero es esta falsa improvisación lo que le da a la novela una aparente falta de argumento, aunque evidentemente sí existe, aunque parece que la intención del autor no se encuentra en el argumento ni en la técnica, sino en la emoción que recorre todo el libro. Por eso,
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