Este mes, como las grandes superficies, traemos una oferta: dos por uno. Esta vez hemos decidido recomendar a cuatro escritores argentinos, y que estos, a su vez, nos recomienden algunos libros. Así que, como los términos y condiciones de la oferta están bastante claros, y el único requisito indispensable es leer, aquí os la dejamos. Esperamos que la compréis.
Claudia Aboaf
Su primera novela, Medio Grado de Libertad, publicada en 2003, «una novela donde conviven la física y la metafísica a la manera de Conrad Lorenz», se presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires. Participó en la antología de cuentos Pura coincidencia reunida por Fernando Sánchez Sorondo y escribió el postfacio de la reedición de Borges, Buenos Aires de la editorial Lenguaje Claro. Su novela Pichonas, publicada en 2014 por Notanpüan (y que reseñamos aquí) tiene un creciente interés por parte de los lectores y de la prensa. En el 2015 saldrá su próxima novela El Rey del Agua.
Sus recomendaciones
Sus recomendaciones
Las
sombras errantes, de Pascal Quignard (El cuenco de plata, 2014)
Un libro imposible de reseñar. Un libro
que avanza hacia atrás, pero que leo una y otra vez. Pascal Quignard usa la palabra
como reflejo de una rara inteligencia, y en cada párrafo «saca todas las cosas de la noche anterior»,
retrocede cada vez a un mundo preliminar (uterino dice él, cósmico para mí)
desde donde pensar con inseguridad, en oposición a la claridad, eslogan de
verdad que ostentan los mentirosos.
Una
Muchacha muy bella, de Julián López (Eterna cadencia, 2013)
«Ahí estaba yo y ahí estaban sus
polleras». La muchacha bella es la madre
del que narra y que la mira arrebolado. Un vida chica, de dos, que se amplifica
en los detalles. El artero aparato de la dictadura se cuela en signos primero,
en actos después. Finalmente, la casa rota y la ausencia irrevocable de la
muchacha muy bella. Prosa poética en el círculo de dos y un alrededor militar,
fusiles y rodados verdes.
Destruir, dice, de Margueritte Duras (Tusquets, 1991)
Experta en el deseo. En la textura maleable del deseo. Esta nouvelle combina el filo seco de frases cortas, respuestas lacónicas que rebotan incómodas dentro de un hotel en el que pasajeros de veraneo dialogan de los que están y los que dejaron en casa; envueltos en el deseo, esa casi sustancia que los entrama. 90 % diálogo.
Destruir, dice, de Margueritte Duras (Tusquets, 1991)
Experta en el deseo. En la textura maleable del deseo. Esta nouvelle combina el filo seco de frases cortas, respuestas lacónicas que rebotan incómodas dentro de un hotel en el que pasajeros de veraneo dialogan de los que están y los que dejaron en casa; envueltos en el deseo, esa casi sustancia que los entrama. 90 % diálogo.
Enzo Maqueira
Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1977. Se graduó en Comunicación
Social. Publicó el libro de crónicas Historias de putas (2008) y las novelas
Ruda macho (2010), El impostor (2011) y Electrónica (2014). Es colaborador de
la revista de periodismo narrativo Anfibia y de distintos medios gráficos de la
Argentina y el mundo. En 2013 fue invitado por la Casa de las Américas de La
Habana, Cuba, para participar del III Encuentro Casa Tomada de Jóvenes
Escritores y Artistas de Latinoamérica y el Caribe.
Sus recomendaciones
Sus recomendaciones
La
comemadre, de Roque
Larraquy (Entropía, 2008)
A principios
de siglo XX, un científico encara un proyecto imposible: hacer hablar a las
cabezas de los decapitados, conejillos de indias de la clínica que dirige.
Busca, así, construir el relato de lo que sucede más allá de la muerte. La
historia transcurre en una Buenos Aires donde se multiplican los mandatos de la
ciencia, a menudo a pesar de los límites de la ética, para luego saltar hacia
otro tiempo y otros límites: los del arte sobre el propio cuerpo.
Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo (El elefante blanco, 1973)
Una historia de amor que
es también la historia de la descomposición de los sentimientos. Julián hereda
un campo, planea formar un hogar con sus galgos y su novia. Pero el tiempo lo
destruye todo y el sueño del paraíso propio se vuelve la pesadilla del
abandono. Rescatada en los últimos años como una de las grandes escritoras
argentinas, Sara Gallardo deslumbra con esta novela de prosa exquisita que
remueve las emociones más profundas.
Ariana Harwicz
Su primera novela, Matate, amor, publicada en 2012 en España (Lengua de Trapo) y en Argentina (Paradiso), cosechó excelentes críticas y fue considerada por el periódico La nación como la mejor novela de 2012. En 2013 publica en España un libro en colaboración, Tan intertextual que te desmayás, (Contrabando ediciones) y en 2014 publica en Latinoamérica La débil mental (Mardulce). Matate, amor, fue traducida al hebreo (Zikit Boks) y tendrá su versión teatral en 2015 en Argentina, Israel y Francia.
Sus recomendaciones
Sus recomendaciones
El adversario, de Emmanuel Carrère (Anagrama,
2013)
«Miedo a perder los
suyos pero también miedo a perderse él mismo, a descubrir que detrás de la
fachada social, no era nada». Relato de la vida
de un hombre (pero, ¿qué es el relato de
la vida de un hombre?) donde a partir de un punto menor de inflexión todo es
falso. Toda una vida gangrenada por la mentira. Puesta en abismo literaria de
lo que es capaz de hacer un hombre con su vida y con la de las demás. Me
interesa cómo se desliza biográficamente de una existencia marcada por lo
convencional a una libertad psíquica extravagante, de un empleado y padre de
familia a esconderse en pleno día en los bosques de Jura. Lectura en clave
obsesiva, en clave de crisis de angustia filosófica, este hombre-obra, se
puede leer también como un ensayo sobre composición de personaje. Personaje
dostoievskiano pero también kafkiano y a la vez, no ligado a ninguna generación
sino a él mismo. No importa cómo y cuándo pasó exactamente el hecho ni las conclusiones
éticas en clave realista, si este hombre no hubiera sido de verdad, el arte
debería imaginarlo.
Céline, de Philippe Sollers (Paradiso, 2012)
Libro sobre la escritura y el pensamiento a contratiempo de
Céline como una «lucha a muerte entablada con el diablo para conservar la
música de la lengua». Se sirve de Mallarmé, de Rimbaud, de Hitchcock, de
Artaud, de Joyce para ampliar el espectro celiniano, para especular sobre el
acto de escribir como mentira. Me gusta el estilo de aforismos, la brevedad de
los capítulos, las citas de las citas. «Nunca somos demasiado prudentes en
cuanto a los cálculos de duración, y una tumba cuadrada y blanca llega rápido».
El bebedor, de Hans Fallada (Seix Barral, 2012)
Viene con mito incluido de autor bebedor,
recluso y libro escrito de manera ilegible recuperado después, etc. Pero además
es un ejercicio literario sobre el vicio, sobre un personaje animado por la
enfermedad y atraído por las tinieblas. Dan ganas de hacer fondo blanco después
de ciertas páginas.
Marcelo Carnero
El hielo, de Vladimir Sorokin (Alfaguara, 2011)
El
hielo narra la historia de una secta de 23.000
seres. Los que ya han sido despertados y conocen su pertenencia, buscan a sus
hermanos de una manera que a muchos no les va a parecer nada convencional. Con
hielo de un meteorito caído en Siberia, los iniciados fabrican martillos con
los que, al partirlos en los esternones de los que suponen pueden ser sus
hermanos, esperan despertarlos y que sus corazones hablen. Sorokin narra un
país totalmente desarticulado, con escenarios urbanos duros, putas, mafiosos y
todo tipo de corrupciones. Después de estar prohibido por varios años, antes de la caída de la URSS, Sorokin
completó la saga con dos libros más: Bro,
una precuela de El hielo en la que
narra la historia del SS que da nombre al libro y es creador de los martillos,
y 23.000, que cierra el círculo
dentro de su obra, denominada La trilogía del hielo.
El
océano al final del camino, de Neil Gaiman (Roca
Editorial, 2013)
Un texto mágico en el que Gaiman nos
demuestra una vez más su tremenda capacidad para construir mundos y voces.
Narrada casi por completo desde la mirada de un chico, el autor hace un
excelente trabajo narrativo y de desarrollo de personajes. El protagonista ya
adulto vuelve al pueblo de su infancia después de un funeral, y caminando por
la calle donde se crió se encuentra con la casa de su vecina y amiga de otros
tiempos, Lettie Hempstock. A partir de ahí, reconstruye la aventura que
compartieron años atrás y de la que el narrador, en su adultez, había borrado
todo rastro. Gaiman maneja como un maestro luces y sombras para darnos el
panorama de un mundo donde la frontera entre lo real y lo fantástico es difusa.
Y es en esa frontera donde va a mantenernos en estado de flotación hasta el
final de la novela. Una joyita.
Plop, de Rafael Pinedo (Salto de Página, 2007)
Una
realidad postapocalíptica en la que un grupo nómada tiene que atravesar un
territorio totalmente degradado, pudiendo tomar solo agua de lluvia,
alimentándose de lo que sea y con el trueque como economía. Un barrizal
insoportable repleto de residuos, pilas de hierros, trapos podridos y
cucarachas del tamaño de la mano de un hombre. Narrada con una precisión
cortante, la novela cuenta la historia de Plop, llamado así por el ruido que
hizo al caer al barro al nacer, que entendiendo que la única forma de
sobrevivir en ese mundo es acumular poder, comienza su ascenso hasta
convertirse en la autoridad más alta de su grupo. Pinedo, que murió en 2006,
tiene dos libros más publicados: Subte y
Frío, ambos grandes textos.
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