lunes, 9 de marzo de 2015

La literatura olvidada de Estados Unidos: Lucia Berlin, Cynthia Ozick, Grace Paley

Opacadas por el éxito de alguna de sus mejores alumnas, como Lorrie Moore o Lydia Davis, o por el peso de la herencia de las grandes damas sureñas, otras magníficas escritoras de relatos esperan el reconocimiento que les corresponde o que nuevos lectores las descubran.

Considerada como uno de los secretos mejor guardados del relato en Estados Unidos, Lucia Berlin es reverenciada por autoras como Lydia Davis. Berlin comparte ciertas coordenadas con otras de sus contemporáneas, como Grace Paley, pero incorpora una singularidad que la hace especialmente atractiva. Berlin pasó gran parte su infancia en Chile y nunca olvidó el castellano ni la cultura latinoamericana. Incorporó a sus cuentos muchos personajes de origen hispano y a diferencia de otros escritores nunca cayó en clichés o en burlas. Su estilo minimalista, limpio y agudo recuerda de manera tangencial a Carver. Maestra del relato mínimo, al igual que su «discípula» Davis, radiografía la sociedad estadounidense con una irresistible mezcla de humor y melancolía. Es especialmente recomendable la recopilación Manual for Cleaning Women.

Cynthia Ozick ha logrado una mayor visibilidad en los últimos meses gracias a la recuperación de la novela Los papeles de Puttermesser, inédita hasta ahora en castellano. Tal vez esto haya servido de revulsivo para que Lumen decida publicar próximamente un volumen con sus cuentos completos. Admirada por Alice Munro o David Foster Wallace, Ozick ha sido catalogada como autora judeo-estadounidense junto a figuras como Isaac Bashevis Singer, Philip Roth, Bernard Malamud o Saul Bellow, aunque ella siempre ha afirmado que su mayor influencia literaria es Henry James. Pocos han escrito con tanta hondura sobre los traumas de la inmigración y sobre las consecuencias del Holocausto. Su relato El chal es uno de los textos más demoledores y estilísticamente perfectos que existen sobre las cicatrices de los que sobrevivieron.

Desde que un joven Philip Roth cayó rendido a los pies de Grace Paley en la reseña de su primera obra para The New Yorker, el nombre de esta autora fue repetido hasta la extenuación por escritores como Susan Sontag, Lorrie Moore, Donald Barthelme o Angela Carter. Luchó incansablemente contra la Guerra de Vietnam y a favor de la paz; y desde las calles y sus relatos defendió los derechos de las mujeres. Neoyorquina, judía e hija de rusos socialistas dio cabida en su primer libro de relatos, Batallas de amor, eclipsado por el boom beat del momento, a las voces de su amado Bronx. Ya en este volumen dominó con una maestría inusual el difícil arte del diálogo. Paley supo plasmar en ellos con una fidelidad y un ritmo vertiginoso el cambiante mundo femenino. 

Bárbara Pérez de Espinosa Barrio

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