Podíamos haber quedado con Santiago Tobón, editor de la editorial Sexto Piso España, en la sexta plaza de algún edificio, pero la idea habría sido poco original y nos hubiésemos merecido una lluvia de tomates, sin duda. En lugar de eso hemos quedado con él en la cafetería del Círculo de Bellas Artes de Madrid, un lugar donde Santiago se siente como pez en el agua, y contesta con desparpajo nuestras preguntas; nosotros, que somos simples aficionados, nos vemos en estas tesituras siempre desde fuera, asombrándonos de poder disfrutar de gente como él, que nos descubran el mundo del libro desde visiones a veces dispares pero siempre enriquecedoras.
Agradecemos a Santiago su disposición y su amabilidad, más si cabe porque acaba de llegar a Madrid, y ya sabemos que viajar gusta pero cansa.
Agradecemos a Santiago su disposición y su amabilidad, más si cabe porque acaba de llegar a Madrid, y ya sabemos que viajar gusta pero cansa.
P: ¿Cómo surgió Sexto Piso en México y cómo decidisteis dar el salto inverso, es decir, venir a España?
R: La editorial, como dices, nació en México, y desde un primer momento ya teníamos la idea, quizás de una forma intuitiva, de editar para el español y pensando en el español como idioma. Los libros que queríamos publicar eran de autores que nosotros considerábamos que tenían un valor cultural, así que, desde ese punto de vista amateur, sin ningún estudio por nuestra parte, entre el segundo y tercer año de vida de la editorial llegamos a España, y de eso hace ya diez años. Todo surgió desde un inicio con la idea de construir un catálogo único, es decir, que no resultasen de ello dos editoriales, sino que pudiéramos publicar el mismo título tanto en México como en España, y tanto es así, que puede decirse que el catálogo es el mismo en ambas al 90 %.
P: ¿Cómo definirías vuestra línea editorial? Lo decimos porque tenéis narrativa, ensayo, y ahora poesía.
R: Me gusta decir que es una editorial literaria en el sentido amplio de la palabra, incluso hablando del ensayo como un género narrativo. Podríamos decir que las personas que formamos Sexto Piso somos lectores dispersos. Por ejemplo, a mí particularmente me interesan todos los géneros, no soy un lector exclusivo de narrativa, y eso me ayuda porque un editor no deja de ser un lector que quiere buscar lectores que se parezcan a él y compartir sus lecturas, y eso es lo que se ha reflejado en la editorial: los diferentes gustos de las personas que trabajamos en la editorial, siguiendo un criterio común de calidad, libros o textos que consideramos que pueden tener determinado peso o compromiso cultural, a lo que se suma el interés por traducir títulos al español, con presencia de muchos idiomas de origen. De ese modo hemos ido conformando el catálogo.
P: ¿Y el catálogo lo consensuáis entre México y España o viene propuesto desde México?
R: Existe un comité editorial en el que se programan las publicaciones de los libros. Por otro lado, hay alguna persona dedicada de forma casi exclusiva a la búsqueda de títulos y contrataciones, y es sobre la que recae una mayor responsabilidad en la decisión de las publicaciones. Por este motivo, lo que solemos hacer es que proponemos el programa de publicaciones basado en esos títulos y añadimos además algunas otras propuestas propias o de colaboradores cercanos, como traductores, que a veces nos proponen títulos y que acabamos incorporando al catálogo. Posteriormente, el orden de publicación de los libros responde a diversas prioridades que se fijan atendiendo a muchos factores, que pueden ser desde la visita de un autor a un país, hasta la estacionalidad de las publicaciones en España.
P: ¿Cuáles dirías que funcionan mejor dentro de los títulos que publicáis?
R: El comportamiento de los libros, en cuanto al tema de ventas, es muy impredecible. Hay títulos que han funcionado bien sin esperarlo, y otros que se esperaba más de ellos y han funcionado mal, así que en ocasiones no coinciden con nuestras expectativas, incluso tampoco con el país. Lo que funciona bien en España no necesariamente funciona bien en México, aunque a veces sí. Hay libros ilustrados, como la adaptación de En busca del tiempo perdido que han funcionado muy bien. O Alicia en el país de las maravillas. En España ha funcionado muy bien últimamente Del color de la leche, de Nell Leyshon, una autora inglesa; en ensayo también hay long-sellers, por ejemplo, algunos libros de Morris Berman han funcionado muy bien, sobre todo en México, más que nada por la cercanía, ya que se centran en la crítica filosófica y económica al modelo socioeconómico de Estados Unidos.
P: En vuestro catálogo hay obras rescatadas un poco del limbo, por ejemplo las de William Gaddis, El plantador de tabaco de John Barth, o Alfabeto de Christensen, ¿cómo llegáis a estas obras y por qué crees que han estado tanto tiempo ocultas para el público español?
R: Habría que verlo en cada caso particular. Esto me recuerda a lo que dijo una vez Jaume Vallcorba, quien contaba que él antes de Acantilado tuvo otra editorial en la que fracasó, y un tiempo después nos comentó que en Acantilado prácticamente publicaba los mismos títulos que en la editorial que fracasó, y que incluso, para su gusto, le parecía mejor el diseño editorial de la primera editorial. Por tanto, parece que estamos hablando otra vez de una ciencia inexacta. Pero creo que sí hay una cosa sobre la que teorizar, que son los lectores y un asunto de timing, porque quizás cada libro tiene su momento concreto, porque, por ejemplo, Barth es un gran escritor ahora y lo era hace treinta años. El plantador de tabaco es una novela que ya fue publicada en Cátedra y, de hecho, la traducción que nosotros utilizamos fue la suya, aunque al final decidimos utilizar una traducción más ligera, no tan académica.
Además, también intentamos llevar una política de autor, es decir, queremos apostar no solo por un título de un autor, que también lo hacemos, sino, si nos es posible, por su obra. Este es el caso de Barth o de Gaddis. De Barth vamos a sacar en breve una novela inédita, un trabajo monumental, del estilo de El plantador de tabaco, y posteriormente reeditaremos La ópera flotante, tal vez la obra más conocida de él. Y Gaddis es un caso similar, es un autor que tiene mucho peso, de culto, que ya había sido publicado, y en su caso no ha tenido un éxito de un día para otro, ha sido un autor de medio-largo plazo.
P: Publicáis, como has comentado, clásicos ilustrados, ¿comenzasteis a publicar estos libros por aprovechar la circunstancia del buen momento de los ilustrados o es algo que ya queríais hacer previamente?
R: La colección de ilustrados fue la tercera que surgió en la editorial. Primero se publicó un libro de ensayo, y luego narrativa. Esta colección es reflejo, a mi modo de ver, del modo en el que se construyen las otras colecciones, no tiene una línea exclusiva, porque va desde el cómic y la novela gráfica, hasta el clásico ilustrado. El primer libro de la colección fue el primero de En busca del tiempo perdido, y creo que se publicó en 2006. En ese momento no había llegado el boom de los ilustrados, aunque obviamente había libros y editoriales dedicados a este tipo de libros. Pero surgió sin una línea clara definida, fue algo así como una exploración. Desde el punto de vista editorial comenzamos buscando proyectos ya hechos de los que nos alimentábamos en ferias. Y a medida que la colección fue creciendo y nosotros aprendiendo cogimos confianza y nos interesó plantear nuestros propios proyectos, y comenzó a tomar forma la colección de clásicos ilustrados. Para estos proyectos propios buscábamos tres cosas: que, indudablemente, fuese un clásico; que considerásemos que mereciese la pena hacer una traducción renovada; y además, buscar un artista que pudiera aportar una propuesta interpretativa desde lo plástico de ese clásico.
P: Publicáis también a autores jóvenes, ¿crees tú, como editor, que se dan las suficientes oportunidades a los autores jóvenes, o bueno, no tan jóvenes que comienzan?
R: No creo que sea un sector de la edición abandonado porque, de hecho, hay editoriales que se dedican exclusivamente a autores jóvenes o, mejor, llamémosle nueva narrativa. Pero desde el punto de vista de la calidad, también es cierto que todos los años no pueden salir genios literarios, no es posible ni siquiera estadísticamente.
En nuestro caso concreto lo que queríamos era intentar publicar a autores más reconocidos en la primera etapa de la editorial para ganar visibilidad, y después incorporar voces nuevas que nos gustaran y que eso nos llevase a conservar un equilibrio entre estas dos ideas, es decir, entre publicar autores reconocidos, y que los nuevos autores fueran creciendo también de la mano de la editorial. Estoy pensando, por ejemplo, en Valeria Luiselli, que es una autora muy joven, de la que publicamos el primer libro, que lleva varios libros publicados en la editorial, y que ya va siendo conocida, por lo que vamos creciendo a la par la editorial y ella como escritora; y también pienso en Carlos Velázquez, que es otro autor mexicano que me gusta especialmente porque considero que tiene mucho potencial en cuanto a lo temático, pero también en lo formal, con un estilo muy particular, es muy mexicano, pero esa también es su fortaleza; y Goran Petrovic, un autor serbio del que llevamos publicados cinco libros. De hecho, el primer libro en castellano de él lo publicamos nosotros, y ya es un autor reconocido en su país, ganador del premio de narrativa serbia. Cada año incorporamos voces nuevas y es algo que queremos seguir haciendo.
En nuestro caso concreto lo que queríamos era intentar publicar a autores más reconocidos en la primera etapa de la editorial para ganar visibilidad, y después incorporar voces nuevas que nos gustaran y que eso nos llevase a conservar un equilibrio entre estas dos ideas, es decir, entre publicar autores reconocidos, y que los nuevos autores fueran creciendo también de la mano de la editorial. Estoy pensando, por ejemplo, en Valeria Luiselli, que es una autora muy joven, de la que publicamos el primer libro, que lleva varios libros publicados en la editorial, y que ya va siendo conocida, por lo que vamos creciendo a la par la editorial y ella como escritora; y también pienso en Carlos Velázquez, que es otro autor mexicano que me gusta especialmente porque considero que tiene mucho potencial en cuanto a lo temático, pero también en lo formal, con un estilo muy particular, es muy mexicano, pero esa también es su fortaleza; y Goran Petrovic, un autor serbio del que llevamos publicados cinco libros. De hecho, el primer libro en castellano de él lo publicamos nosotros, y ya es un autor reconocido en su país, ganador del premio de narrativa serbia. Cada año incorporamos voces nuevas y es algo que queremos seguir haciendo.
P: ¿Cómo es vuestro trato con los autores?
R: Nuestro caso es especial porque no tenemos muchísimos autores jóvenes, y muchos de nuestros autores están muertos, y además con muchos de los primeros contactamos a través de los agentes literarios. El contacto que mantenemos con ellos, más que del día a día, surge cuando hay presentaciones de los libros y ferias, aunque con algunos sí tenemos más contacto, incluso relación de amistad. Así que la mezcla es un poco extraña. Con los agentes el trato es profesional, mientras que con los autores el trato es especial, porque hay que partir, desde mi punto de vista, de que los autores tienen una sensibilidad y un carácter especiales, y si esperamos que un autor se comporte como otra persona en un trabajo no creativo estamos equivocados de antemano. Es cierto que a veces hay que lidiar con muchas cosas, pero yo me pongo en el lugar de ellos y lo entiendo, porque las expectativas que rodean a una novela son grandes, no solo por el tema obvio de las ventas, sino porque es un trabajo al que se ha dedicado mucho tiempo, es muy agotador, y hay encerrado en él una carga emocional muy importante.
P: De momento no tenéis libros digitales…
R: Vamos a comenzar justamente este año a tenerlos. De hecho en abril deberíamos tener algo del catálogo en digital. Los motivos de este retraso fueron, primero, el desconocimiento, y segundo que, como todos sabemos, el libro digital ha sido algo que nadie sabía, y quizás no se sabe aún, hacia dónde va a ir, y no queríamos correr sin saber hacia dónde, por eso hemos mantenido una distancia en relación al libro digital, incluso, si se quiere ver así, ética, ya que no queríamos privilegiar la edición en digital porque pensábamos que un lector de nuestra editorial que nos ha acompañado con nuestros libros en papel, si veía que después de haberse gastado 20 euros en ellos, después los encontraba a 2 o 3 euros en digital podría sentirse de alguna forma herido. Pero además hemos ido aprendiendo. Nosotros cuidamos mucho el libro como objeto, y no sabíamos cómo volcar ese gusto en lo digital, no queríamos un libro hecho de cualquier forma. Ahora, por fin, ya tenemos más o menos clara la línea editorial que queremos seguir en lo que concierne al libro digital, porque también llega un momento en el que piensas que si no lo haces tú lo hará otro.
P: ¿Fue sencillo formar parte del grupo Contexto?
R: Muy sencillo porque Contexto fue casi la formalización de algo en lo que ya veníamos trabajando los editores que luego formaron el grupo. Y es que a raíz de coincidir en ferias del libro, presentaciones o conferencias, nos conocíamos y teníamos trato, incluso nos pedíamos consejos. De hecho, la primera vez que decidimos ir a la Feria del libro de Madrid no podíamos ir como editorial, porque para tener caseta se necesita tener un catálogo con un número mínimo de títulos, y ninguno lo teníamos, por eso nos asociamos, para poder pedir una caseta, y aquella fue la primera acción que llevamos a cabo donde el lector nos pudo identificar como grupo. Pero la esencia del grupo fue unirse para resolver de forma conjunta problemas que no podríamos resolver individualmente.
P: Nosotros creemos que es un gran acierto…
R: Sí, de hecho pensamos que el tamaño del grupo es lo suficientemente grande como para poder llevar acciones a cabo como grupo, pero también es lo suficientemente pequeño como para poder tomar decisiones de forma ágil y que no se convierta en algo inmanejable. Antes éramos siete, pero dos se salieron, y los cinco que continuamos tenemos el mismo distribuidor. Eso hace que las acciones comerciales que intentamos llevar a cabo sean más fáciles de coordinar, porque es más fácil para el distribuidor llevar nuestros libros, y para el librero también es más sencillo organizarlos.
P: ¿Cómo es vuestra relación con las librerías en España? ¿Os conocían cuando llegasteis de México o tuvisteis que empezar de cero?
R: Algunas, muy pocas, conocían algunos libros nuestros por ferias, o por la curiosidad de algunos libreros que habían solicitado algún libro. Pero en general tuvimos que empezar de cero, no éramos conocidos, el plan editorial todavía era muy pequeño e irregular en cuanto a colecciones. Para nosotros, los libreros son una piedra angular del trabajo. Así como cuidamos la edición y al lector, incluso la parte de promoción en la prensa, las librerías son parte fundamental, y por eso intentamos tener mucho contacto con ellas, visitarles, contarles los títulos, y que ellos nos cuenten su percepción sobre nuestros libros.
P: ¿Crees que hay un cambio de tendencia en la lectura y que cada vez se lee menos?
R: No tengo muy claro que esto sea así. Entiendo que hay otro tipo de opciones de ocio que acaparan más la atención, pero no estoy convencido de que, hablo sin cifras ni ningún estudio, el número de lectores haya disminuido. Hay muchas pequeñas editoriales que sobreviven, así que, el número de lectores, aunque sea pequeño, es suficiente para que sobrevivan estas editoriales. De hecho, creo que hay más gente que lee. Al final la población aumenta, la educación mejora, y el libro ha recuperado, creo, su estatus dentro del espacio del ocio. También creo que la lectura, y esto siempre ha sido así, es algo minoritario, con fenómenos extraños de algún título del que se lee tres millones de ejemplares, pero no es lo normal.
P: ¿Hacia dónde crees que se encamina el mundo de la edición? ¿Crees que lo digital se impondrá?
R: No quiero caer en la prestidigitación, pero no soy muy apocalíptico con lo digital, no creo que la edición en papel se vaya a acabar y no creo que el tipo de libros que hacemos nosotros vayan a desaparecer, acabarán coexistiendo los dos tipos de edición. Es cierto que hay editoriales de otro tipo que sí están amenazadas, como por ejemplo las de libros de texto. Esto ya lo vemos con los diccionarios, que ya muy poca gente consulta en papel. Pero en las novelas o ensayos no veo grandes cambios. También veo que la edición se ha especializado, no solo porque exista un número de lectores que permita sobrevivir, también porque la tecnología abarata los costes. Y si ese tipo de lectores nos acompañan la edición en papel seguirá existiendo. Aunque como consuelo, nosotros los editores, somos editores de contenido, no de soporte, así que en el peor de los casos, ese en el que desapareciese la edición en papel, el editor debería continuar existiendo para vehicular la lectura entre el lector y el autor, para traducir, corregir, seleccionar criterios de publicación…
P: Vamos con una pregunta de edición-ficción. Si tuvieses ahora mismo el dinero que tienen las editoriales grandes, ¿qué autores te gustaría tener en tu catálogo?
R: Desde el punto personal, más que editorial, me hubiera gustado ser el editor de Bolaño. De clásicos contemporáneos, tener las obras de Borges, sé que son lugares comunes, pero qué lugares comunes... O el editor de Pessoa o Kundera…
P: ¿Cuáles son vuestros planes de futuro?
R: Siempre hemos vivido el presente, porque el futuro es incierto y, sin embargo, esta forma de llevar las cosas me permite tener una visión optimista, porque si no la editorial no existiría, ya que el día a día para nosotros es complicado, no tenemos títulos comerciales que nos permitan dedicarnos dos o tres años a estar tranquilos, no tenemos esa posibilidad de reposo. Pero también pienso que si llevamos diez años aquí, y doce para trece años en México, que no son pocos, me conformo con poder seguir así.
Y en cuanto a los próximos títulos: en poesía vamos a publicar Eso, de Christensen, que dentro de la obra de ella ha tenido más peso que Alfabeto. La verdad es que estamos muy contentos con la colección de poesía, era el género que nos faltaba y está funcionando bien. En narrativa publicaremos en breve un nuevo libro de John Barth, Giles el niño-cabra, una obra monumental, en calidad y extensión, inédita hasta ahora en castellano. De Don Carpenter publicaremos Los viernes en Enrico’s, una novela que apareció inesperadamente diez años después de la muerte del autor y que creo que funcionará bastante bien. En ensayo, tenemos otro libro de John Gray, El alma de las marionetas, del que ya hemos publicado dos libros en el último año y medio; y en ilustrados publicaremos un libro de Juanjo Sáez, titulado Hit emocional, una recopilación de grupos de música, pero desde un punto más sentimental.
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