Eeeh... sí, luego están esos autores a los que todo lector ha oído nombrar y a los que nunca se ha acercado. Ahí están, se dice, ya llegaré algún día, y se muere y nunca se acerca, se queda sin leerlos. Los vio en las librerías, leyó sobre ellos pero siempre buscó un momento mejor que nunca llegó. Pues ya es hora, hombre (o mujer): ve a la librería o a la biblioteca más cercana y pide Moravagine, de Blaise Cendrars. Di que vas de nuestra parte, de la de los lectores y no te mueras sin leerlo.
Frédéric-Louis Sauser, nacido en 1887 en Suiza, decide cuando tiene 17 años que le aburre su país y se marcha a Rusia a buscar aventuras. Con un par. No es un nini, eso queda claro. Allí trabaja de relojero y vive el domingo negro, el 5 de enero de 1905, en el que los cosacos del zar atacan espada en mano a los 20.000 hambrientos, sobre todo campesinos, que se manifestaban ante la residencia estival del tirano. El ataque se saldó con mil muertos. A partir de entonces comenzó a juntarse con gente de baja estofa y de ideas peligrosas, anarquistas y bolcheviques, algunos de los cuales fueron condenados a muerte. Después comenzó a publicar obras muy variadas, ya con su nombre artístico, Blaise Cendrars: poemas, novelas, relatos, antologías… Vivió en París, Nueva York y se alistó en la I Guerra Mundial. Su única explicación para ello: «Odio a los alemanes». ¿Se necesita más? Perdió una mano. Después siguió escribiendo y ganándose esa fama de gran autor que lo acompañó siempre, y que nosotros queremos mantener y fomentar.
Moravagine, obra publicada por Cendrars en 1926, es la más famosa, y lo es por motivos bien fundados. En una época, como la actual, en la que parecen abundar los libros en los que la mente alterada y la locura son el tema principal, Moravagine no desentonaría en absoluto ya que, como ocurre con la gran literatura, los temas que aborda son atemporales: la aventura, la lucha por la supervivencia y, al mismo tiempo, por los derechos de los ciudadanos, el nihilismo, la anarquía.
El narrador, un psiquiatra al que contratan en una prestigiosa clínica de enfermos mentales incurables, conoce al más peculiar de esos enfermos, Moravagine, que lo recibe en su habitación masturbándose. Le dice que fue príncipe del imperio austro-húngaro aunque en la ficha del enfermo se afirma que es profesor de tenis y, según él «me criaron mercenarios» y «excepto un culo, nunca farsa humana se asomó a mi cuna».
A partir de ahí, el psiquiatra, fascinado por el relato de su vida que le regala Moravagine y que explica por qué está recluido en ese sanatorio desde hace varias décadas, decide sacarlo de allí y estudiar su caso. Entiende que es un alma demasiado excelsa e interesante para la medicina como para tenerlo preso entre aquellas paredes. Se lo lleva a Berlín, donde intentan pasar desapercibidos, pero Moravagine comienza a matar a mujeres jóvenes, por lo que huyen a Rusia. Allí se unen a los bolcheviques y a los anarquistas con la idea de derrocar al régimen zarista. Se describen muchas de las acciones que llevan a cabo, de las purgas que se realizan dentro de la organización y de la historia de amor de Moravagine. Él es el más nihilista entre los nihilistas; aunque nunca ejerce como líder todos buscan su consejo y escuchan sus planes. De allí, sin embargo, deben marchar a la selva amazónica, de ahí a Nueva York, y vuelta a París. Por el camino, el paisaje de muertes que deja a su paso Moravagine es inabarcable. Comienza la I Guerra Mundial y es entonces cuando comienza en realidad el acto que puede considerarse más acertado para ser denominado Moravagine. Nada es comparable a la destrucción de la guerra, ni siquiera el propio Moravagine, a quien todos darán por muerto en la guerra, pero que todavía tendrá tiempo para hacer una última aparición en la novela.
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Cendrars, retratado por Modigliani. |
Cendrars antepuso la vida a la literatura y, sin embargo, consiguió plasmar esa vida de forma magistral sobre el papel, porque a nadie se le escapa que hay muchas de sus vivencias en este libro. Quedan claras sus ideas en esta reprimenda de Moravagine al psiquiatra:
¿Por qué quieres tú poner un orden? ¿Qué orden? ¿Qué buscas tú? No existe la verdad. No hay más que la acción, la acción que obedece a un millón de móviles diferentes, la acción efímera, la acción que se somete a todas las contingencias posibles e imaginables, la acción antagonista. La vida. La vida es el crimen, el robo, la envidia, el hambre, la mentira, el esperma, la tontería, las enfermedades, las erupciones volcánicas, los terremotos, los montones de cadáveres. Tú no puedes hacerle nada, mi pobre amigo: ¿no irás a ponerte a parir libros, eh?…
Al final del volumen se incluye el apéndice: Pro Domo. ¿Cómo escribí Moravagine?, que contiene algunas de las mejores líneas que hemos leído acerca de la pulsión del escritor:
Yo no creo que haya temas literarios, o mejor, no hay más que uno: el hombre.
Pero, ¿qué hombre? El hombre que escribe, pardiez, no existe otro tema posible.
¿Quién es? En todo caso no soy yo, es el Otro.
[…] Pero, ¿quién es ese Otro?
Importa poco. Os encontráis con un tipo por casualidad y y no le volvéis a ver nunca más. Un buen día ese señor reaparece en vuestra conciencia y os jode durante diez años. No es siempre alguien agudo: puede ser amorfo, incluso neutro.
[…] Con el tiempo comencé a notar que ese Otro se apropiaba de todo lo que me ocurría en la vida y que se engalanaba con todos los rasgos que yo podía observar a mi alrededor. Mis sentimientos, mis estudios favoritos, mi manera de sentir, todo convergía hacia él, era suyo, le hacía vivir. He alimentado y educado a un parásito a mi costa. Al final yo no sé quién de los dos plagiaba al otro.
No os arrepentiréis de leer a Cendrars. Nadie sale ileso de su lectura.
Autor: Blaise Cendrars
Traductor: Felipe González Vallarino
Editorial: Alfaguara
Páginas: 328
Precio: 12 eur (rústica). Nosotros lo encontramos de oferta por 5,95 eur
Fotografía de Cendrars tomada de babelio.com
Retrato de Cendrars por Modigliani tomado de 20minutos. es
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