lunes, 26 de enero de 2015

Entrevista: Manuel Gil, romanticismo, análisis y reacción

Bien, que sí, que los datos no son románticos y que ninguno queremos oír hablar de ellos cuando hablamos de literatura. Bien, que sí, que entre el libro y lo libre solo hay una letra de diferencia y que ese es el único análisis que deseamos sobre libros. Pero nos guste o no, para que todos los que amamos la literatura podamos seguir disfrutándola, hemos de tener en cuenta los datos y su análisis, por eso hemos entrevistado a Manuel Gil, autor entre otros libros de El paradigma digital y sostenible del libro, creador del blog Antinomias Libro, y uno de los analistas más importantes del panorama del libro de nuestro país. Con él analizamos los datos del sector del libro y tratamos algunos temas controvertidos como la piratería.

P: ¿Están sabiendo los editores adaptarse a los tiempos digitales? Separemos si quiere a las grandes editoriales de las de tamaño medio y pequeño.

R: Es evidente que no todos los ritmos de adaptación y de transición digital están siendo similares. En primer lugar no se ha trazado una hoja de ruta de la transición digital. Los gremios no han definido líneas de reconversión.

En segundo lugar, en los procesos de digitalización el tamaño influye, es decir, tanto los recursos humanos como el tamaño financiero marcan diferencias. Las editoriales grandes han digitalizado casi todos sus fondos, en la medida que lo permiten los autores y agentes, pues se dice que las editoriales no digitalizan lo que publican, pero en muchas ocasiones la culpa no es de las editoriales, sino de los agentes y los propios autores que rodean el entramado de la distribución editorial. Y las editoriales medianas y pequeñas están digitalizando poco a poco, en la medida en que las condiciones económico-financieras se lo permiten. Sin embargo, y a pesar de estas dificultades, muchas editoriales pequeñas están apostando por lo digital. Una política pública de apoyo a la digitalización masiva sería más que conveniente.

En tercer lugar, el sector ha puesto muchas barreras a la migración digital. Ahora, por ejemplo, se está diciendo que lo digital se está frenando, pero en realidad no es cierto. No lo es porque la transición digital ya se ha producido entre los llamados early adopters, pero aún faltan por incorporarse canales que puedan promover de forma más intensa el avance hacia lo digital, como las bibliotecas. No hay que olvidarse de que el segmento poblacional y de compra en el que se mueve el libro es pequeño, por lo que no se puede pretender que la migración digital tenga una velocidad de crucero. Ahora bien, con el libro de texto entrando en una dinámica de digitalización masiva y la incorporación de las bibliotecas, lo más probable es que entre 2016 y 2018 hablemos de unos porcentajes donde lo digital tenga una cuota de mercado en torno al 15 %.


P: La maquetación para el formato digital todavía no está optimizada. Por ejemplo, en relación a los libros de texto, algo tan implantado como la tipografía, el ancho de caja o la disposición del texto en la página, en lo digital esto no está estudiado, ¿cree que esto puede ser una barrera?

R: Sin duda. Hay que tener en cuenta que en lo que se refiere al libro de papel,  todos estos aspectos han sido desarrollados durante cuatro siglos. En el caso del libro digital se empieza masivamente a digitalizar más o menos en julio de 2010, con el arranque del hosting de Libranda, y se desata con la irrupción de Amazon en España. Nos encontramos ante unas nuevas habilidades que la edición tiene que aprender. El mayor inconveniente que veo es que en la transposición mecánica del libro se sigue pensando en papel, y a la hora de digitalizar un libro se hace después de pensarlo y producirlo en papel,  estos libros  no están enriquecidos, carecen de hipervínculos, y si algo tiene Internet es precisamente esto, enlaces e hipervinculos, de modo que, o los productos que salen al mercado tienen estas características adicionales o serán jurásicos.

Sin embargo, la trayectoria del libro digital es muy corta. Si se echa un vistazo al contenido de los masters editoriales, uno se da cuenta de que todo continúa enfocado al papel. Por otro lado, hay contenidos que requieren una mejora de los estándares internacionales. Hay que esperar para ver si la IDPF (International Digital Publishing Forum) va generando nuevos estándares, pero desde luego, el libro digital que ahora mismo se comercializa es muy limitado. Tecnológicamente poco disruptivo.

Creo que los gremios y las instituciones deberían tener un papel más activo en estas cuestiones, Hasta ahora las iniciativas están partiendo desde un plano más individual, por eso en la red editoriales de gente muy joven están lanzando proyectos digitales muy interesantes.


P: En tu libro El paradigma digital, abogas por una alianza de las pequeñas editoriales para hacer frente a las curvas que se avecinan, pero ¿cómo y hasta dónde debería llegar esa alianza?

R: Si en una situación normal el tamaño es importante, en un momento de crisis importa aún más. El sector tiene un problema de tipo asociativo que no acabo de entender. No comprendo a qué se debe la poca flexibilidad para buscar alianzas y así ganar tamaño. Nosotros, cuando hablamos en El paradigma digital del tamaño y de las sinergias entre los pequeños editores, una gran parte del análisis se basaba en la optimización de costes y procesos, en compartir recursos, la generación de un content server común, o en uniones para buscar un distribuidor. En España se crean cada año en torno a unas 300 editoriales nuevas, por lo que acceder a la distribución es complicado. Si se intenta hacer bajo una marca paraguas, el acceso es más sencillo. Todo lo que signifique aumentar sinergias es fundamental para la situación a la que el nuevo ecosistema nos lleva.

Por ejemplo, la gente del grupo Contexto ha asentado su gran éxito en el hecho de que han sido capaces de generar una marca que les ha aportado un posicionamiento muy bueno. Se han trabajado las librerías de una manera prioritaria y eso les ha dado excelentes resultados en visibilidad y marca. Aunque esto mismo lo han conseguido otras editoriales sin necesidad de aliarse con otras, como Páginas de Espuma, que ha logrado también un posicionamiento excelente gracias a un buen trabajo sobre el canal de distribución, Fórcola combinando presión sobre el canal y trabajo sobre redes sociales, Capitán Swing enfocándose a un nicho, Gestión 2000 o Traficantes de Sueños generando una comunidad de lectores, Trama extendiendo la marca a servicios de formación, etc... Podría poner muchos más ejemplos…

Yo había apostado que a partir del 2008 o 2009 iban a producirse muchas asociaciones, pero no ha sido así. Ha sido el sálvese quien pueda y compartir lo menos posible. Pero creo que hay que perder un poco de individuación para integrarse en estructuras que permitan afrontar mejor el futuro del mundo del libro.


P: Una cuestión que genera mucha controversia es la del precio del libro, especialmente, el libro digital. ¿Hacia dónde cree que se dirigen los precios? ¿Habrá un cierto límite inferior o se tenderá cada vez más a los contenidos gratuitos y solo se cobrará por ciertos contenidos más específicos?

R: Aquí podemos hacer una matización. Las cifras de comercio interior desde 2007 a 2012 muestran que los precios de los libros en papel en este país subieron un 16,32%, en concreto, hay alguna materia como la literatura que subió un 31,32%. Esto no tiene explicación, salvo que las editoriales pretendan alcanzar el punto muerto con 200 ejemplares, lo que es una locura.

Sobre el tema de los precios en digital pienso dos cosas: el sector se ha equivocado tirando los precios. Se ha hecho así porque la referencia para publicar el libro digital es el de papel. Pero hay que dejar una cosa clara, y es que para una editorial estándar el coste industrial, el de imprimir un libro de papel, es un coste casi marginal. El coste industrial de un libro de texto corrido 230 páginas, para una editorial que no sea minúscula, viene a estar entre 1 y 2 euros, pero después ese libro se vende en los canales de distribución a 18 o 20 euros. Es decir, es claro que hay un problema de asignación de márgenes. Por eso, sostener una editorial vendiendo exclusivamente en soporte digital a una media de 6 euros por libro digital es imposible. Por ejemplo, cuando yo trabajaba en Siruela y traducíamos a los japoneses, una traducción del japonés costaba 6.000 o 7.000 euros. Si ese libro digital se vende a 6 euros en el mercado, ¿cuántas descargas necesitas solamente para pagar la traducción? No podemos asociar el precio igual en el papel que en lo digital.

Además hay un segundo asunto en torno a lo digital, y es que nos dirigimos hacia un tsunami de contenido gratuito o semi gratuito, en el que tiene mucho que ver la autoedición. Estos son miles de títulos al año que se están vendiendo a 1, 2 o 3 euros y que están forzando a reducir los precios a la edición tradicional. Hasta ahora se publicaban unos 80.000 títulos al año, pero ahora con lo digital también se suma Latinoamérica, donde el año pasado se publicaron 194.000 títulos, y esos libros van a estar muy pronto disponibles aquí, haciendo que la oferta comercial sea descomunal, en paralelo con la inmensa cantidad de libros gratuitos que ya se mueven en Internet.

Lo que probablemente se impondrá serán precios fijos a los canales y muy dinámicos para poder mover los precios de un día para otro. Yo no defiendo el precio libre en el sentido anglosajón, ya que entiendo que el precio sea fijo en el libro digital, pero esto no quiere decir que tenga que ser perenne, si no que el martes puede un libro costar 5 euros para todos, el jueves 3, y el viernes 2, porque en un escenario de abundancia la elasticidad del precio es brutal.  Mi sensación es que avanzaremos hacia precios dinámicos. El problema de los libreros es que sólo se fijan en el precio de venta y no en el compra, pues es aquí donde radica el problema. En los márgenes de compra el descuento de una gran superficie o cadena es 10 puntos mayor que en una librería independiente. En síntesis, los precios digitales, hoy con un precio medio en torno a los 6 euros, caerán todavía más, la presión de la autopublicación, y la percepción de valor de uso de los usuarios, así parecen indicarlo, y en paralelo, esos precios tan bajos cuestionan la viabilidad de las empresas editoriales. O la venta digital explota o la supervivencia de las editoriales comerciales será una quimera cuando sólo editen en digital. La hiperfragmentación del mercado, imposibilita la subsistencia de las editoriales con esos precios mínimos.


P: Tenemos la sensación de que el mundo, al menos el industrial, parece que se está enfocando hacia el concepto de cobrar tarifas planas por consumo, y no sabemos si las editoriales deberían apostar por estos tipos de modelos u otros como los de suscripción.

R: El razonamiento es correcto, pero hay un problema: si se miran las estadísticas culturales de España, prácticamente desde 2008 al 2012 se pasa de 27,9 a 20,3 euros en lo que cada español gasta en libros al año que no sean de texto. Una caída del 32%. Si pones una tarifa plana a 9,99 euros al mes el modelo tampoco funciona. Yo no creo mucho en los modelos de suscripción, pero sí creo vuestra teoría: iremos hacia un modelo de pago por consumo. Otra solución es tenerlo todo (que el usuario que busque encuentre el libro que desea leer) o ir hacia otro modelo de subscripción que sí está funcionando, el del libro especializado, es decir, plataformas de suscripción de nicho y/o especializadas.


P: Otra cuestión que es complicada para las editoriales es la de la promoción en las redes. ¿Están jugando bien sus bazas las editoriales en la red?

R: La forma de hacer marketing en las redes de las editoriales es, en general muy pobre, e incluso a veces genera un boomerang en su contra. Y es que se trata de una habilidad que aún no han desarrollado las editoriales. En las redes sociales se mueve gente muy joven que entiende mejor su funcionamiento. Las editoriales suelen insistir en las redes con su producto, su producto, su producto, pero esa estrategia no funciona. Por ejemplo, supongo que conocéis la campaña que organizó hace muy poco Malpaso, donde ha habido gente que les ha criticado muchísimo, pero yo opino que independientemente de que te guste o no, todos la hemos visto, por lo que si ese era el objetivo lo han conseguido de sobra. Un éxito, ahora todo el mundo conoce esa editorial. Otros que también lo hacen muy bien son Blackie Books, ya que han sido capaces de generar una comunidad alrededor de sus productos. La clave es la que comentáis, generar comunidades El problema es si se sabe hacer. Ahora, ¿todas las editoriales pueden generar una comunidad?


P: En cuanto a los autores, un tema del que se habla mucho es el de los derechos de autor: ¿Qué opinión te merece el Copyleft y el Creative Commons? ¿Crees que esto puede ayudar de algún modo a autores y editores o en realidad no ves que pueda aportar nada?

R: Las editoriales, evidentemente, siempre prefieren libros editados bajo Copyright, y si puede ser a 40 años mejor que a 10. Sin embargo, las nuevas formas de licenciar el contenido, limitando el copyright, son el futuro, dejando siempre al autor la decisión de cómo quiere difundir y comercializar su obra. Las editoriales podrán agarrarse a lo que quieran, pero en el futuro, si quieren difusión, o bien la buscan usando licencias Creative Commons o se quedarán fuera del mercado en los próximos años. Creo que ese avance va a ser masivo porque muchos autores van a tener el negocio en la colateralidad que esas licencias les permiten. Observo que las editoriales no conocen todavía bien la potencialidad de ese tipo de licencias. Creo que las editoriales tienen que entender que contratos con el autor a 10 años son absolutamente inviables pensando en el futuro. El uso de este tipo de licencias no es patrimonio de pequeños editores, por ejemplo Traficantes de Sueños lleva un montón de años sacando libros en CC, también editoriales grandes han sacado ya libros con este tipo de licencias, me imagino que por filosofía del autor, me acuerdo ahora del libro de Enrique Dans, Todo va a cambiar, editado por Deusto, del Grupo Planeta.


P: Pasemos a los distribuidores. Por lo que parece, Amazon ha llegado aquí sin que nadie hiciese nada por tratar de hacerle frente con rapidez, y ahora su único competidor posible parece que puede ser Google si no tarda mucho en incorporarse al asunto. ¿Cuál va a ser entonces a partir de ahora, y de aquí a unos diez años, el papel de los distribuidores?

R: La distribución tiene un problema histórico, el modelo de distribución. Es un modelo que proviene de la España de los años 40 y 50, es decir, de una España sin infraestructuras viarias, donde poner un libro en La Coruña era un problema, y lo que se hizo fue crear un modelo de distribución zonal, que hoy en día no tiene sentido. Lo lógico hubiera sido que la distribución se concentrara, como pasa en Alemania o en Holanda, donde hay dos o tres distribuidoras con un par de almacenes centralizados y que aseguran el suministro de libros en 24 horas en el punto de venta, algo que no se consigue en España, ni siquiera con esa capilaridad geográfica. La distribución es hoy una barrera de entrada para proyectos editoriales arriesgados de pequeños editores. La solución es concentración con dos hubs de distribución en España y suministro en el día y/o en 24 horas. Es la única manera de que las librerías independientes compitan vía servicio.

Con la llegada de estos monstruos de la distribución las librerías han devuelto mucho fondo, y esta falta de fondo ha dado lugar a que la cuota de mercado de las librerías online en España pase del 5 al 18 % en tres años. Cada vez hay más gente que compra en páginas web, y si a eso se le añade lo digital, la cuota de Amazon está entre el 35 o el 37 %. Pero es que además Apple tiene un 20 % y Google el 15%, de modo que entre los tres y la Casa del Libro estamos hablando del 85-90 %, es decir, hablamos de una especie de oligopolio donde la distribución se está escapando, al menos en digital.

En el caso digital hay pocas opciones de abrirse hueco. Hay cuatro empresas que se comen el mercado y que dejan a las librerías el 7 u 8% del total. Y un oligopolio de distribución digital no es bueno para la bibliodiversidad.


P: Vamos a la otra pata del taburete, los libreros. Parece complicada su situación, especialmente con la llegada del libro digital. ¿Hacía qué deberían tender las librerías pequeñas? ¿Sería viable una unión de librerías creando marca de algún modo, como en Francia, o las posturas están muy alejadas de esos propósitos?

R: Si los hábitos de consumo comienzan a desplazarse a Internet, ¿dónde va a comprar todo el mundo? Está claro: en Amazon o en la Casa del Libro. Personalmente, me preocupa mucho el trasvase de cuota que ha habido en muy poco tiempo de las librerías físicas a las librerías on-line.

En España en los últimos años han desaparecido el 21 % de las librerías, y el problema es que gran parte de las que desaparecen son librerías de fondo. Además, en enero de 2015 ha concluido la moratoria de los alquileres, con lo cual, muchas librerías ubicadas en los centros de muchas provincias se van a encontrar con que el casero les va a subir el coste del alquiler. Y con los márgenes que operan deberán cerrar, allí donde había una librería ahora abrirán un Burger King o un Zara.

Lo que se impone, a mi juicio, es desarrollar planes para apoyar a las librerías. Los sellos de calidad y los sellos culturales serían una salida interesante. Pero existe un escollo para crear un sello de calidad a nivel nacional porque las competencias culturales están transferidas a las comunidades autónomas. No obstante, parece que algo se está moviendo. Se está tratando de imponer un sello cultural en Castilla y León, proyecto que está desarrollando la Fundación German Sanchez Ruiperez, y el ministerio también parece estar barajando un sello cultural, lo que es buena noticia.  El problema es que el tiempo corre, y la urgencia de salvaguardar un tejido librero es perentoria.

Además, en el plan de apoyo a las librerías debe existir un compromiso por parte de los editores, y es que una cuestión importante es que si uno mira las cifras de ventas, puede verse que un porcentaje de entre el 30 y 40 % de las ventas del sector del libro tienen lugar de forma directa, es decir, al margen de las librerías. Por eso creo que también tiene que existir un código de buenas prácticas. La preocupación por las librerías, y la necesidad de articular políticas públicas de apoyo se está dando en toda Europa e incluso en Latinoamérica. En el caso de España parece imprescindible que las organizaciones libreras se pongan al frente del asunto.


P: Vamos con las bibliotecas: ¿Cuál debería ser su papel en el futuro y cómo deberán adaptarse a las nuevas condiciones del mercado?

R: Las bibliotecas, siempre están entre los servicios públicos mejor valorados. Es evidente que es un servicio público que la gente necesita. En este país hay como 20 millones de usuarios de bibliotecas públicas, pero el problema es que en estos últimos cinco años, las políticas que se han adoptado las han dejado en un estado lamentable. En muchas bibliotecas públicas ha disminuido el préstamo y han disminuido las visitas. Los recortes y la carencia de dotaciones para adquisiciones han tenido un efecto nefasto sobre este servicio público.

También es cierto que las bibliotecas tienen que empezar a asumir que van a ser híbridas, con papel y digital, y que posiblemente tengan que ampliar su campo de acción, como ocurre en EEUU, donde acude gente que va a que les ayuden a hacer el currículum o a buscar empleo. La biblioteca, tal y como se ha concebido hasta ahora, como acumuladora de libros, deja de tener sentido en el mundo digital. Lo que plantea Internet es la necesidad de gente que organice la información, y esto hará que el papel de ciertos libreros y de los bibliotecarios sea fundamental. Como defensor radical del papel de la biblioteca creo que, con independencia de adaptaciones diversas, es un servicio público que hay que preservar y desarrollar. Soy de los que piensan que un país se mide por su cultura, por sus bibliotecas y por sus librerías. Esto sí que es Marca España.


P: Otro tema polémico es el de la piratería. Lógicamente nosotros estamos en contra, pero vemos que en el mundo del libro se utiliza como otra excusa más para no querer ver que lo digital ya está aquí. Los editores a veces no parecen ver que el hecho de que alguien se descargue ilegalmente mil libros, no quiere decir que se los hubiera comprado (y menos leído). Y por otro lado, el formato digital tiene una ventaja con respecto al papel y es que a lo mejor un libro se lo descarga alguien en Argentina y tu editorial, o el propio autor, se comienza a conocer allí.

R: Comparto al cien por cien lo que planteáis. La piratería es una excusa de los editores que se convierte en una explicación que vale para todo. Lo estamos haciendo mal y decimos que es culpa de la piratería. Evidentemente, los autores tienen derecho a que se respeten las condiciones en las cuales se licencia el contenido, de eso no cabe la menor duda, ahora bien, no se puede asociar una descarga a una venta perdida. No es así. Creo que una de las formas de perseguir la piratería es una oferta digital en condiciones. Además, añadir complicaciones a la hora de compartir contenido es un mal negocio. Por ejemplo, al único que perjudica el DRM es al que paga por el contenido. En muchos casos, como muchas veces repite Javier Celaya, la piratería tiene mucho de demanda insatisfecha.

Como alguna vez se ha dicho, prefiero que me pirateen a no tener visibilidad, porque si un libro no está disponible en Colombia y alguien lo piratea allí y lo difunde, puede tener mañana un efecto positivo para la editorial. Yo creo que la piratería es una excusa convertida en un mantra. Además, hay que ser sensatos. Tenemos a los jóvenes con trabajos precarios donde no ganan más de 400 euros. Pues hombre, porque lean un libro descargado para leérselo no hay que criminalizarlo. De hecho, quizás habría que darles un premio por el hecho de querer leérselo, porque esa persona, si es un lector de verdad, cuando tenga posibilidades comprará libros.

Y una cosa más, los datos que aparecen de las cifras de piratería en España son un delirio, en el sector no sé quién piensa que son serios. La pena es que es un discurso que ha calado en el sector, aunque cuando hablas en privado con muchos editores te confiesan sus dudas. En este sentido me gustaría que se hiciese un estudio riguroso y serio, pero por una entidad de tipo público, pues cuando un informe lo hace la propia industria hay que pensar que es un informe interesado que va a acabar diciendo lo que la industria quiere. Y esto es hacerse trampas en el solitario.


P: ¿Qué crees que se puede hacer desde blogs como el tuyo o el nuestro, si es que se puede hacer algo?

R: Es evidente que los blogs influyen y que ahora mismo en el sector muchas veces la gente recurre a ellos para que publiquen algo que en determinados medios o no sale o no existe. Los blogs del sector están especializados, informan y plantean reflexiones. Es más, gran parte de la reflexión del sector no está en los gremios, ni en las asociaciones profesionales, sino que está en los blogs. Por eso creo que tendrían que habilitarse eventos en el que los blogueros tuviesen voz, que tuviesen un papel más activo dentro de las asociaciones. Yo no puedo entender que no haya ningún tipo de evento cuando, por ejemplo, se dan los premios que entrega cultura, y entre ellos no haya ninguno a los blogs. Lo que es indudable es que la reflexión crítica del sector del libro está hoy en dos sitios, en los blogs y en la revista Texturas.


P: Aunque toca tangencialmente con el mundo del libro, ¿qué opinión le merece el conflicto, que finalmente se resolvió con el cierre de Google News en España, entre AEDE y Google?

R: Pues que somos unos paletos. Cuando uno no entiende Internet pasa lo que pasa. A mí me parece una auténtica imbecilidad forzar a Google a un canon cuando todos los medios que están en AEDE saben que el 70 o el 80 % de su tráfico viene de allí, y que Google News no cobraba por el servicio. Así que, pretender sostener la prensa a partir de un canon, pues no sé quién sería la cabeza pensante a la que se le ocurrió, pero es alucinante. Así es que, el problema ahora lo tiene AEDE no Google, porque todas esas noticias que la gente podía leer de los medios españoles se van a quedar fuera. Si ellos son incapaces de monetizar su negocio a partir de ese tráfico es que tienen un problema de diseño de su modelo. El problema con la nueva ley de propiedad intelectual es que está claro que los que la han diseñado no entienden nada de lo que es Internet, no entienden que Internet es una máquina de enlazar. Si no entienden eso, no entienden nada. El problema es que al ser Internet un metamedio, todos los medios confluyen allí, los perjudicados somos los lectores y usuarios. A mi juicio una ley que contenta a unos medios que están en quiebra, y posiblemente en poder de los bancos, y perjudica a todos los demás. Y ahora que Google, como empresa privada, no va a pagar, ¿qué van a hacer?


Antinomias Libro

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