Tenemos, en primer lugar, a los clásicos conocidos donde
entran, desde La Divina Comedia y Hamlet, hasta el Ulises, esos libros que, aunque pocos los hayan leído, la mayoría los conoce (incluso los no lectores). Y luego están esos otros clásicos
subterráneos que solo se descubren cuando uno escarba un poco, cuando le pone ganas al asunto. Son esos otros, los clásicos de segunda fila, los que con frecuencia nos deparan más alegrías,
pues no solemos albergar grandes expectativas acerca de su calidad y su transgresión, por lo que
el impacto que producen sobre nosotros es mayor, como, pongámonos cursis, suele serlo un amor inesperado. El diablo en el cuerpo, de Raymond Radiguet, podría calificarse
como uno de esos clásicos de segunda fila a los que habría que hincar el diente
alguna vez.
En su afán por rescatar clásicos a partir de buenas
traducciones, la editorial Alianza ha recuperado esta obra del que fuera denominado
el nuevo Rimbaud, motivado más por su precocidad que por una similitud
manifiesta entre sus obras. Radiguet publicó El diablo en el cuerpo con tan solo diecinueve años, en 1920, y no
tuvo demasiado tiempo para disfrutar de su éxito, ya que a los veinte años
murió de fiebres tifoideas, lo que seguramente contribuyó a su fama y al aura de
gran escritor del que goza actualmente. Sin embargo, algo debieron de ver en él
muchos de los pesos pesados de la literatura y el arte que se movían por aquel
entonces por París, ya que fue algo así como un ahijado para Jean Cocteau y se
relacionó con Max Jacob, Picasso o Juan Gris.
El diablo en el cuerpo narra la historia de un joven de
quince años ―el propio Radiguet― que mantiene una relación adúltera con una
mujer de diecinueve años, Marthe, cuyo marido está en la guerra. Véase
que incido en la diferenciación entre «joven» y «mujer», que hoy no sería tan
real, pero a la que por entonces se le prestaba mucha atención. Los amantes
viven su relación con naturalidad y sin discreción, y es que el amor puede
ser de todo menos discreto. Eso hace que su romance sea conocido por casi todas
las personas de su entorno, que lo censurarán de puertas adentro, pero que
nunca llegarán a hacerlo público, por miedo al que dirán. La trama, como no
puede ser de otro modo, tiene un final trágico que es de esperar, quizá poco trabajado, pero que no
por ello le resta valor al libro.
Lo más interesante de la obra es su carácter polémico, haber
tenido la osadía ―solo las obras escritas con valentía suelen ser las que
quedan en la memoria― de haber mostrado una relación adúltera, nada menos que
en contra de un soldado, quien suele ser considerado por la sociedad como una figura
heroica. Aprovecharse de la ausencia, durante el combate, del marido militar para
seducir a su esposa, se veía como algo mezquino y rastrero, como si la mujer no
tuviese nada que decir en todo aquello. Ese aspecto de la novela fue el que causó
el escándalo, pero también el que se ganó muchos elogios, ya que en cierta
forma lo que denuncia es el abandono en el que quedan las mujeres y los niños
durante la guerra.
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Raymond Radiguet retratado por Cocteau, Modigliani y Picasso. |
Pero seamos justos y no nos dejemos llevar por la fama de la
obra. La obra, a nivel literario, es sencilla, sin grandes alardes, y tampoco debe considerarse una obra maestra, aunque la precocidad de Radiguet para escribirla
asombre. Lo interesante es que nos muestra un buen reflejo de cómo era la
sociedad en la segunda década del siglo xx
a través de una historia de amor trágica y es, desde luego, el tema de la obra
lo que la hace universal, no ya solo por esa relación con la esposa del militar,
sino por la relación adúltera en sí, y todo lo que esta conlleva. Es esto lo que la
hace una obra imperecedera.
Autor: Raymond Radiguet
Traductor: Vicente Molina Foix
Editorial: Alianza
Páginas: 176
Precio: 15,20 eur (rústica)
Coincido en la valoración de la obra, yo destacaría el sentido del humor e ironía que uno percibe en su lectura.
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