
Pero Ronaldo no solo es un preciso jugador de billar, escritor y maestro, sino que también es un magnífico patrón: nos recibe en su casa, y frente a la pared donde hay pintada una bola ocho nos responde a las preguntas que le formulamos sobre su libro «Rojo aceituna», sobre la edición y acerca de sus últimos proyectos:
R: Quién soy: soy escritor, esto es evidente, porque toda mi vida
está ordenada en torno a la literatura, pero cuando se trabaja se escribe con
la memoria. Vengo de Cuba, vengo de un sistema con unas características muy
peculiares y esta ascendencia marca todo lo que hago. Como escritor, mi gran
batalla se encuentra en resolver la contradicción entre lo coyuntural —lo
específico, lo político— y lo universal, en tratar de trascender esas circunstancias
de la isla, ese peso enorme de estar rodeado de agua y de escribir sobre
ciertos tópicos que son, en definitiva, los tópicos cubanos. Soy consciente de que
todo lo que escribo es un diálogo con Cuba, y sin embargo intento ―con
los años toda mi evolución ha apuntado a eso― escribir
sobre algo más allá de Cuba, algo que pueda leer alguien dentro de cincuenta o
cien años.
P: En Rojo aceituna
comentas que una vez leíste que los animales hacen cosas útiles mientras que
los seres humanos a veces hacemos cosas inútiles. ¿Qué nos dices en este
sentido del viaje que te llevó a escribir el libro?

P: En algunos sitios se ha tomado Rojo aceituna como un libro político. Sin embargo, a nosotros nos
parece más bien una «huida» de una situación concreta. Es más, que hayas
emprendido ese viaje por países comunistas nos parece que se debe a que existió
un viaje previo a China, y que si no hubiese existido ese viaje previo, el
itinerario del viaje se podría haber guiado por otras premisas.
P: Las cifras son importantes, de hecho, hay algo en el libro muy
bello cuando hablas de las Mil y una
noches, donde dices que lo que da infinitud al 1001 no es el mil sino el
uno, que algo parecido pasa con tu viaje, que lo que da esa percepción a los 13
meses no son los 12 meses, sino el mes que completa los 13 ¿Cuántos «Ronaldos»
fueron al viaje y cuántos volvieron?
R: Hay una idea muy difundida en la literatura de viaje y es la
idea de que los viajes cambian esencialmente a los viajeros. Yo me cago un poco
en esa perspectiva. No dudo que haya gente con veleidades hippies, cansados de la sociedad de consumo o de la vida burguesa,
que se van a Camboya o a la India, se ponen a hacer yoga, y parece que encuentran
un tipo de iluminación muy particular que los cambia esencialmente. Pero creo
que la mayoría de las veces la persona quiere creer que el viaje lo cambia de
manera radical. A mí el viaje no me cambió esencialmente, yo no me encontré con
otra cosa que fuera yo mismo al regresar. Ahora bien, el viaje sí me dio la
posibilidad de administrar el tiempo. Un viaje largo te da la posibilidad de
relacionarte con ese tiempo que no tiene nada que ver con el tiempo lineal y
agobiante con el que uno vive en el mundo occidental, esa manera de administrar
tu tiempo, donde este carece de confinamiento, donde tu tiempo está abierto, te
mete en un registro de vida diferente, y creo que el cambio está en la vivencia
misma del viaje mientras este dura. En alguna parte del libro comento que la
primera etapa fue la infancia de un viajero, el niño que corre, el niño que
está fascinado, la irresponsabilidad total; después viene un dominio del arte
de viajar, esa manera de viajar poco planificada necesita entrenamiento, y
cuando tienes ese entrenamiento eres el adulto del viaje; después eres el
anciano del viaje: sentí el hastío, y esa fue una de las tantas cosas que
aprendí. Nunca creí que fuese a experimentar hastío de viajar de esa manera. Viajo
mucho y toda mi vida he viajado pero no de esa manera, trece meses, así que, de
pronto fui el anciano, las cosas dejan de asombrarte, cuesta asombrarse con un
templo, una barriada, una playa paradisíaca, porque ya has visto mil de cada
una de estas cosas, así que, me imagino que los viejos que han vivido mucho
tienen un poco esa sensación, ya cuesta asombrarse del desengaño amoroso de una
nieta, o de la traición de un amigo. Al final la ancianidad es aceptar que el
ser humano es el mismo en todas partes, o que las cosas se parecen mucho en
esencia aunque en apariencia parezcan diferentes.
P: En el libro se describen varios momentos en los que vivisteis
riesgos importantes (sobre todo en Bolivia). ¿Son estas experiencias «extremas»
(queriendo o sin querer) las que busca un escritor?
P: A Ronaldo no le gusta que le hagan preguntas que le pueda llevar
a dar a conocer su nacionalidad, no porque reniegue de ella, sino por la pereza
de tener que contestar a las preguntas que conlleva su nacionalidad, ¿qué es lo
que le gustaría a Ronaldo que le preguntasen como cubano?
P: Cinco golpes de genio, El
agujero de Walpurgis, Rojo aceituna, Contar las huellas y una publicación
más en Francia en el último año. Creemos que a esto lo has llamado tu propia
burbuja, ¿tú no tienes crisis como escritor?
R: Esto ha sido otra de las grandes sorpresas como escritor que he tenido este año. He trabajado mucho y siempre he sospechado que si existe Dios tiene para mí un plan, y ese plan consiste en ponerme las cosas de manera simple y difícil. Estas cosas de los escritores que escriben un librito y que ganan un gran premio y mucho dinero y entonces se pueden «autobecar» y ser su propio mecenas, esas cosas a mí no me pasan; sin embargo, he tenido ciertos momentos de pequeños éxitos, de logros, y me he dado cuenta de que cuando esto ha llegado es porque detrás había mucho curro, muchísimo esfuerzo. Nadie te pone las cosas fáciles. Sí, este año he publicado en España cuatro libros y en Francia uno. El de Francia ya estaba escrito, simplemente lo han traducido, pero lo de España, comenzó a escribirse en torno a mi salida, a mi viaje de trece meses. En ese viaje hubo mucho trabajo. Terminé algunos de estos libros en el viaje. La burbuja para mí se parece más a una de esas balas antiguas de los cañones. Más que una burbuja es un plomo, es algo muy trabajado. Simplemente coincidieron los astros y varios factores para que varias editoriales se interesaran en cosas que yo iba haciendo y se juntaron en un año. Entonces parece que ha sido una especie de milagro, pero en realidad hay muchas horas detrás de cada uno de esos libros.
P: ¿Cuáles son tus sitios y momentos preferidos para escribir?
R: Escribo en las mañanas, no soy noctámbulo para escribir. Dejo
de funcionar a partir de las siete u ocho de la noche, mi cerebro empieza a
funcionar mal en cuanto a la literatura. Prefiero sitios luminosos, pero
escribo en cualquier circunstancia, y creo que hay una relación determinante
entre los hábitos que uno tiene para escribir y lo que hacías cuando empezaste
a escribir. Cuando yo empecé, escribía en una escuela-internado donde había
mucha gente y muy poca intimidad, y lo mismo en los albergues o en las clases
donde escribía; siempre había bullicio, siempre estaba vigilado, y eso me ha
hecho como escritor. No necesito una tranquilidad especial para escribir, puedo
hacerlo en cualquier sitio, lo que necesito son las ganas o la pulsión, así me
aíslo. Es como si se pusiera una pared de hierro entre el entorno y yo.
P: No tienes móvil, pero sí Facebook y Twitter, ¿qué papel crees
que juegan las redes sociales para un escritor?
R: Cuando comencé el viaje me hice el Facebook. Hay un Twitter que
no atiendo mucho, lo hago por etapas. A veces me pongo, duro unos días y luego
me aburro un poco del asunto, o lo miro para ver noticias y me entero de muchas
cosas a través de él pero interacciono poco. En Facebook sí tengo más
actividad, y ahora me he hecho la página web, la he modernizado, he hecho una
nueva versión. Antes escribía los libros y ese era el trabajo más duro, aunque después
venía un trabajo un poco desagradable que era tratar con los editores. Cuando
tienes agente no tratas directamente con los editores y cuando no lo tienes,
aunque más o menos siempre he sido amigo o conocido de mis editores, he tenido
que tratar con ellos; ese paso es un poco trabajoso, pero después se publica el
libro y básicamente uno se olvida. Ahora, esto de las redes sociales son como
una plaga en ese sentido porque uno no termina nunca, el libro no termina nunca
de estar publicándose, y tienes que estar continuamente irrigando el terreno
del libro. Ahora bien, creo que lo que se gana es mucho mayor, tenemos esto de
seguir promoviendo, de seguir circulando en la redes sociales porque, si no,
vas desapareciendo. Pero este mercado editorial anciano, vetusto, obsoleto, que
piensa que publicar los libros es meterlos en una camioneta y llevarlos a El
Corte Inglés, y que hasta ahora ha funcionado así, esto está desapareciendo y
lo bueno de que eso esté desapareciendo es que se está democratizando la
circulación del libro. Ya los autores pueden darse a conocer sin que te hagan
una reseña en Babelia, o una reseña en Babelia puede tener poco peso en cuanto
a posibles ventas, mucho menor que por ejemplo, a lo mejor, esta conversación
que estamos teniendo para vuestro blog, en donde hay una serie de colegas que
sí están dispuestos a comprar un libro que vosotros les digáis que es interesante.
Entonces, eso que aportan las redes sociales está cambiando radicalmente las
reglas del juego, y yo creo que por lo pronto es bastante positivo.
P: ¿Cómo ves el futuro del libro, no solo por las cuestiones
obvias de lo digital y la piratería, sino por la batalla que se establece hoy
día entre lo visual (televisión, cine, videojuegos, aplicaciones para móviles…)
y los textos?
R: Fíjate que creo que los últimos herederos de la Ilustración
francesa han sido los de mi generación. Los de mi generación y alguna gente más
joven que yo. Esto del respeto por el libro, por el volumen de papel pesado,
esto de hojearlo, de acariciarlo, de observarlo y además dirigir una mirada a
la literatura clásica. Ahora hay una pandilla de gente que escribe, que lee, o
que se sitúan en la literatura directamente de cara a la literatura muy moderna,
y eso yo creo que cambia el futuro del libro, y que las novedades cada vez son
más determinantes en la circulación y en la cultura. El lector culto, en el
sentido ilustrado, decimonónico, creo que lamentablemente ha muerto, y digo
lamentablemente porque creo que es una pérdida. Se pierden unas cosas y se
ganan otras. Creo que el libro tiene que pasar por la tecnología de alguna
manera. No soy de los tecnológicos fundamentalistas, pero tampoco niego la
capacidad de la tecnología. El libro tiene que pasar por la tecnología, pero
también creo que el problema de la industria editorial es que no es una industria
para que la gente se haga millonaria, ni es una industria para que los editores
generales ganen un sueldo de cuatro o cinco mil euros, porque, si quieres ganar
cinco mil euros, mejor dedícate a otros negocio. El mundo del libro lo compone
cada lector comprando un libro y cada escritor que no gana mucho, ese es el
mundo del libro. Por eso creo que el futuro va a reubicar el libro impreso, el
libro tradicional se moverá donde siempre estuvo: pocos iniciados, lectores
fieles que siguen a determinados autores, y eso dará lugar a que las grandes
editoriales ya no obtendrán los ingresos monstruosos que tenían antes, con los
pocos lectores de ahora, lectores de culto. Editoriales como el grupo Contexto,
los editores independientes, todas estas editoriales tiran mucho, trabajan mucho,
pero están cada vez mejor posicionadas, y son editoriales que no necesitan de
millones de lectores para vivir, sino que fidelizan lectores serios que siguen
a los autores de calidad que publican. Ese, creo, es el futuro del libro
impreso, y esas son las alternativas, por eso celebro mucho el mundo este de
los blogs, de los lectores individuales que estudian letras o que están
empezando a escribir, ese es el mundo que va a reubicar el libro en su espacio
más auténtico. La buena literatura no es una literatura para miles y miles de
lectores. Pretender que un autor elaborado sea un escritor de millones de
lectores y con el que poder lucrarse, creo que es un camino que es pan para hoy
y hambre para mañana.
P: Tres libros que te hayan marcado como escritor y como lector
R: Estas siempre son preguntas difíciles. Uno siempre cambia con
este rollo. Algunas cosas no las dudo. Por ejemplo, una novela fundamental, que
me ha marcado mucho, es El juego de abalorios
de Herman Hesse. Esta novela me marcó definitivamente en el momento que la
descubrí. No dudo que si leyese esta novela ahora fuese algo completamente
distinto. Creo que los libros que te marcan como escritor, y como lector
sensible también, no solo dependen de la características del libro, de lo que
te revele el libro en sí mismo, sino del momento en que te encuentras con el
libro, igual que con los amores. Este libro me enseñó la belleza que hay en el
conocimiento, en el intelecto y la relación del arte con la ciencia, todo este
mundo se me abrió y descubrí un montón de cosas que dispararon mi curiosidad
por leer cuestiones relacionadas con la filosofía y eso me marcó definitivamente.
Tampoco deja de marcarme la literatura de Borges, los cuentos de Borges, me sé
de memoria muchos trozos (risas), no hay una vez que mire un relato de Borges y
no descubra una revelación del lenguaje, la manera en que adjetiva, verbaliza,
la manera en que construye descripciones, o presenta personajes, que no es un
autor de un libro, es un autor que crea el castellano, lo moderniza. En la
época en que empieza a escribir Borges, el castellano latinoamericano es
provinciano, lleno de hojarascas, y Borges lo moderniza, así que el lenguaje
que ha inventado Borges me ha marcado y me sigue marcando. Y otro libro, Crimen y castigo, me demuestra cómo
siendo torpe en la escritura, porque Dostoievski es torpe a veces en la
escritura, demuestra que la literatura se hace a veces de cosas oscuras, de
nervio, de genialidad. Cuando descubrí Crimen
y castigo entendí que hay una materia humana oscura que si la consigues y
la atrapas en un libro logras una cosa importante.
P: En cuanto a tus proyectos futuros, Las bestias y Río Quibú
forman parte de una trilogía. El primero se publicó en 2006 y el segundo en
2008. ¿Llegará esa tercera parte?
R: El más inmediato que me absorbe es Billar de letras. Esto partió de una iniciativa que tuve el año
pasado de impartir clases avanzadas con amigos que habían sido alumnos, de los
cuales muchos han publicado. Tuve la iniciativa de hacer esto en mi casa y
tuvimos un año maravilloso de tertulias y clases muy técnicas y eso me ha
inspirado para ir este año a más y he montado Billar de letras donde voy a trabajar en casa con un poco más de
alcance, es un proyecto literario pero no de escritura, porque a mí me encanta
hablar con la gente, dictar clase. Creo que de la misma manera, y esto creo que
podría ser una cosa importante a tener en cuenta en todo esto que está pasando
en el mundo literario, de la misma manera que las editoriales independientes o
emergentes están consiguiendo publicar una literatura diferente, rica,
auténtica, fresca, creo que ciertas iniciativas académicas de clase, en función
de la enseñanza de la escritura, necesitan de un espacio completamente
independiente. Un alumno que viene a mi casa no es un alumno, es un invitado,
es un amigo y tiene una relación personal con la literatura que las macroescuelas
muchas veces no consiguen porque se convierten en producción en serie de clases
y de lucro. Y además, como proyecto de escritura quiero terminar mi novela
monstruosa, La casa y la isla, de la
que me quedan cerca de doscientas páginas, una obra muy larga, que terminará
con setecientas u ochocientas. Quiero tenerla lista antes de los próximos seis
meses.
Billar de Letras
www.billardeletras.com
Billar de Letras
www.billardeletras.com
Amena. Cercana, tal como lo es el. Sus gustos, opiniones, la literatura como vida. Sus libros, la faceta motivadora de profesor. El proyecto recién nacido de Billar de letras. Y su ultima novela
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