miércoles, 22 de octubre de 2014

Entrevista: Ronaldo Menéndez, entre viajes y billares

Según la Wikipedia, el billar «es un deporte de precisión que se practica impulsando con un taco y un número variable de bolas». Seguro que nuestro entrevistado pensó algo parecido al crear su nuevo proyecto, Billar de Letras, en donde anima a la búsqueda de una precisión en los textos que los alumnos y amigos ―esas bolas aún por pulir― escriben impulsados por un taco, que no es otro que él mismo, Ronaldo Menéndez. Es autor de novelas («La piel de Inesa», «Las bestias», «Río Quibú»), de relatos («El derecho al pataleo del ahorcado», «De modo que esto es la muerte», «Covers»), de libros de viajes («Rojo aceituna») y de ensayos («Cinco golpes de genio», «Contar las huellas»), y un maestro apasionado por aquello que conforma su billar, las letras.

Pero Ronaldo no solo es un preciso jugador de billar, escritor y maestro, sino que también es un magnífico patrón: nos recibe en su casa, y frente a la pared donde hay pintada una bola ocho nos responde a las preguntas que le formulamos sobre su libro «Rojo aceituna», sobre la edición y acerca de sus últimos proyectos:


P: Profesor, asesor, novelista, cuentista, ensayista, un libro de viajes… y a Ronaldo cuando le preguntan a qué se dedica responde: «Escritor». A nosotros no nos engañas, ¿quién eres y de dónde vienes?

R: Quién soy: soy escritor, esto es evidente, porque toda mi vida está ordenada en torno a la literatura, pero cuando se trabaja se escribe con la memoria. Vengo de Cuba, vengo de un sistema con unas características muy peculiares y esta ascendencia marca todo lo que hago. Como escritor, mi gran batalla se encuentra en resolver la contradicción entre lo coyuntural —lo específico, lo político— y lo universal, en tratar de trascender esas circunstancias de la isla, ese peso enorme de estar rodeado de agua y de escribir sobre ciertos tópicos que son, en definitiva, los tópicos cubanos. Soy consciente de que todo lo que escribo es un diálogo con Cuba, y sin embargo intento con los años toda mi evolución ha apuntado a eso escribir sobre algo más allá de Cuba, algo que pueda leer alguien dentro de cincuenta o cien años.


P: En Rojo aceituna comentas que una vez leíste que los animales hacen cosas útiles mientras que los seres humanos a veces hacemos cosas inútiles. ¿Qué nos dices en este sentido del viaje que te llevó a escribir el libro?

R: En un viaje se dan los dos componentes de forma simultánea. Hay un componente útil y otro inútil. Inicialmente sentía algo así como un sentido de culpa, por lo que necesitaba una justificación para el viaje, que tuviese un sentido más allá de vagar por el mundo, de dar unas vueltas por unos cuantos países. Y de ahí sale la idea de concebir un libro, Natalia me dio la idea, un libro acerca de un viajero cubano que viaja alrededor de varios países en los que vivan o hayan vivido un sistema comunista. Ese concepto fue el que justificó para mí mismo el viaje, pero, en realidad, detrás de eso está el hecho de la inutilidad del viaje. La inutilidad es una de las acciones humanas más sublimes, es lo que nos define como humanos. El arte es una actividad completamente inútil, teniendo en cuenta que de alguna manera yo me dedico al arte —estudié Historia del Arte y soy escritor—,  me dedico a cosas inútiles. Entonces, la idea es cómo puede uno vivir de cosas inútiles. En realidad, lo que es útil dentro de eso aparentemente inútil es la belleza. El arte busca un componente que es muy útil porque ordena el comportamiento de las personas, genera una ética, y es por tanto este comportamiento la armonía que está detrás de la belleza. Esto es inútil, y a la vez es una cuestión sumamente útil.


P: En algunos sitios se ha tomado Rojo aceituna como un libro político. Sin embargo, a nosotros nos parece más bien una «huida» de una situación concreta. Es más, que hayas emprendido ese viaje por países comunistas nos parece que se debe a que existió un viaje previo a China, y que si no hubiese existido ese viaje previo, el itinerario del viaje se podría haber guiado por otras premisas.

R: Me resulta muy provechoso tu punto de partida de Rojo aceituna como libro político porque se está generando un gigantesco malentendido y creo que esta es la primera entrevista donde intento zanjar ese malentendido. A raíz de la portada, de la nota de cubierta, del subtítulo («Un viaje a la sombra del comunismo») y a raíz, por supuesto, de mi persona, de mi historia personal, se intenta manipular por entrevistas y medios de comunicación la relación de Cuba con el mundo, la cuestión política, el exilio, la cuestión del comunismo como crisis o como utopía, así es que, al final todo ronda en torno a lo político y cuando lees el libro te encuentras con que es un libro de aventuras, una aventura existencial, y en esa aventura existencial se halla la fuga, pero es que yo creo que en casi todos los viajes, en estos viajes grandes, se encuentra la huida. En mi caso concreto, huía de la España agobiante, de la campaña presidencial del PP, de la crisis, de todos estas cuestiones frustrantes, y de este mundo literario que conocemos, donde uno ha aprendido a moverse hace muchos años y que se está desmoronando. Los grupos editoriales ya no se financian con las ventas, y eso implica que para el escritor hay muchas cosas que desaparecen: congresos, conferencias, fuentes de ingresos en general. Todo esto se está desmoronando y ese desmoronamiento se ha radicalizado actualmente, así que si tienes unos ahorros, si gastas más dinero en Madrid que en Laos o Camboya, pues el viaje por supuesto es una huida, y creo que ese es uno de los componentes fundamentales del libro.


P: Las cifras son importantes, de hecho, hay algo en el libro muy bello cuando hablas de las Mil y una noches, donde dices que lo que da infinitud al 1001 no es el mil sino el uno, que algo parecido pasa con tu viaje, que lo que da esa percepción a los 13 meses no son los 12 meses, sino el mes que completa los 13 ¿Cuántos «Ronaldos» fueron al viaje y cuántos volvieron?

R: Hay una idea muy difundida en la literatura de viaje y es la idea de que los viajes cambian esencialmente a los viajeros. Yo me cago un poco en esa perspectiva. No dudo que haya gente con veleidades hippies, cansados de la sociedad de consumo o de la vida burguesa, que se van a Camboya o a la India, se ponen a hacer yoga, y parece que encuentran un tipo de iluminación muy particular que los cambia esencialmente. Pero creo que la mayoría de las veces la persona quiere creer que el viaje lo cambia de manera radical. A mí el viaje no me cambió esencialmente, yo no me encontré con otra cosa que fuera yo mismo al regresar. Ahora bien, el viaje sí me dio la posibilidad de administrar el tiempo. Un viaje largo te da la posibilidad de relacionarte con ese tiempo que no tiene nada que ver con el tiempo lineal y agobiante con el que uno vive en el mundo occidental, esa manera de administrar tu tiempo, donde este carece de confinamiento, donde tu tiempo está abierto, te mete en un registro de vida diferente, y creo que el cambio está en la vivencia misma del viaje mientras este dura. En alguna parte del libro comento que la primera etapa fue la infancia de un viajero, el niño que corre, el niño que está fascinado, la irresponsabilidad total; después viene un dominio del arte de viajar, esa manera de viajar poco planificada necesita entrenamiento, y cuando tienes ese entrenamiento eres el adulto del viaje; después eres el anciano del viaje: sentí el hastío, y esa fue una de las tantas cosas que aprendí. Nunca creí que fuese a experimentar hastío de viajar de esa manera. Viajo mucho y toda mi vida he viajado pero no de esa manera, trece meses, así que, de pronto fui el anciano, las cosas dejan de asombrarte, cuesta asombrarse con un templo, una barriada, una playa paradisíaca, porque ya has visto mil de cada una de estas cosas, así que, me imagino que los viejos que han vivido mucho tienen un poco esa sensación, ya cuesta asombrarse del desengaño amoroso de una nieta, o de la traición de un amigo. Al final la ancianidad es aceptar que el ser humano es el mismo en todas partes, o que las cosas se parecen mucho en esencia aunque en apariencia parezcan diferentes.


P: En el libro se describen varios momentos en los que vivisteis riesgos importantes (sobre todo en Bolivia). ¿Son estas experiencias «extremas» (queriendo o sin querer) las que busca un escritor?

R: Lo mejor del viaje para mí siempre es aquello que no estás buscando. Uno se puede imaginar una vivencia extrema, impredecible, pero ya el acto mismo de imaginarla o buscarla implica una predisposición, implica un conocimiento de algo. En el caso particular de la carretera de la muerte, en el cruce entre Coroico y Rurrenabaque, es una zona muy famosa, es una de las dos carreteras de la muerte con ese nombre, la otra está en Laos. Es una vivencia extrema no tanto por el enorme peligro, sino porque precisamente eso nunca me lo imaginé, no lo iba buscando, nunca voy buscando morirme de manera tonta, si acaso voy buscando morirme de manera épica, de manera que merezca la pena, no en una carretera. Lo que alimenta a un escritor en un viaje es lo que no busca, y lo que no busca a veces es incluso el aburrimiento. Yo nunca busqué, nunca proyecté situaciones de aburrimiento, pero hete aquí que en una playa de Malasia puedes estar aburrido, y si eso tú lo ves en la televisión, en Madrileños por el mundo, dices, es imposible que ahí te aburras, y hasta el aburrimiento, si es algo que no estás buscando, te asalta, es una vivencia extrema, yo creo que es la más extrema de las vivencias: el hastío.


P: A Ronaldo no le gusta que le hagan preguntas que le pueda llevar a dar a conocer su nacionalidad, no porque reniegue de ella, sino por la pereza de tener que contestar a las preguntas que conlleva su nacionalidad, ¿qué es lo que le gustaría a Ronaldo que le preguntasen como cubano?

R: A mí me gustaría que me preguntaran cuestiones acerca de la gastronomía cubana, que no existe o que se ha perdido. Poca gente habla de la gastronomía, que hoy en día es muy pobre. Es un aspecto cultural de Cuba del que se habla poco, precisamente porque, después de tantos años de crisis y de carencias, una de las cosas que se anula es la cultura culinaria. No me interesa mucho que me pregunten sobre la política de Cuba porque antes creía que sabía cosas de política cubana y que tenía una idea bastante clara de los horizontes, de las alternativas de Cuba, y hoy en día creo que no sé nada de esto, que no me lo puedo imaginar. Siempre me sorprende. Otra cosa que me interesa que me pregunten sobre Cuba, y esto quizás roza la política, es la relación del cubano con la felicidad. Es un elemento que me parece interesante que me pregunten porque hay un tópico por ahí de que los cubanos somos alegres, o que la gente tiene muchos problemas pero mira que felices están. Esto mismo se hace extensivo a otros países como Brasil. Que me pregunten sobre la alegría de los cubanos, porque una cosa es la alegría animal, esa alegría de perro que mueve la cola, que es genética, y otra cosa es la alegría que nace de la auténtica felicidad, de la realización personal, y esa auténtica felicidad está bastante perdida en Cuba.


P: Cinco golpes de genio, El agujero de Walpurgis, Rojo aceituna, Contar las huellas y una publicación más en Francia en el último año. Creemos que a esto lo has llamado tu propia burbuja, ¿tú no tienes crisis como escritor?


R: Esto ha sido otra de las grandes sorpresas como escritor que he tenido este año. He trabajado mucho y siempre he sospechado que si existe Dios tiene para mí un plan, y ese plan consiste en ponerme las cosas de manera simple y difícil. Estas cosas de los escritores que escriben un librito y que ganan un gran premio y mucho dinero y entonces se pueden «autobecar» y ser su propio mecenas, esas cosas a mí no me pasan; sin embargo, he tenido ciertos momentos de pequeños éxitos, de logros, y me he dado cuenta de que cuando esto ha llegado es porque detrás había  mucho curro, muchísimo esfuerzo. Nadie te pone las cosas fáciles. Sí, este año he publicado en España cuatro libros y en Francia uno. El de Francia ya estaba escrito, simplemente lo han traducido, pero lo de España, comenzó a escribirse en torno a mi salida, a mi viaje de trece meses. En ese viaje hubo mucho trabajo. Terminé algunos de estos libros en el viaje. La burbuja para mí se parece más a una de esas balas antiguas de los cañones. Más que una burbuja es un plomo, es algo muy trabajado. Simplemente coincidieron los astros y varios factores para que varias editoriales se interesaran en cosas que yo iba haciendo y se juntaron en un año. Entonces parece que ha sido una especie de milagro, pero en realidad hay muchas horas detrás de cada uno de esos libros.


P: ¿Cuáles son tus sitios y momentos preferidos para escribir?

R: Escribo en las mañanas, no soy noctámbulo para escribir. Dejo de funcionar a partir de las siete u ocho de la noche, mi cerebro empieza a funcionar mal en cuanto a la literatura. Prefiero sitios luminosos, pero escribo en cualquier circunstancia, y creo que hay una relación determinante entre los hábitos que uno tiene para escribir y lo que hacías cuando empezaste a escribir. Cuando yo empecé, escribía en una escuela-internado donde había mucha gente y muy poca intimidad, y lo mismo en los albergues o en las clases donde escribía; siempre había bullicio, siempre estaba vigilado, y eso me ha hecho como escritor. No necesito una tranquilidad especial para escribir, puedo hacerlo en cualquier sitio, lo que necesito son las ganas o la pulsión, así me aíslo. Es como si se pusiera una pared de hierro entre el entorno y yo.  


P: No tienes móvil, pero sí Facebook y Twitter, ¿qué papel crees que juegan las redes sociales para un escritor?

R: Cuando comencé el viaje me hice el Facebook. Hay un Twitter que no atiendo mucho, lo hago por etapas. A veces me pongo, duro unos días y luego me aburro un poco del asunto, o lo miro para ver noticias y me entero de muchas cosas a través de él pero interacciono poco. En Facebook sí tengo más actividad, y ahora me he hecho la página web, la he modernizado, he hecho una nueva versión. Antes escribía los libros y ese era el trabajo más duro, aunque después venía un trabajo un poco desagradable que era tratar con los editores. Cuando tienes agente no tratas directamente con los editores y cuando no lo tienes, aunque más o menos siempre he sido amigo o conocido de mis editores, he tenido que tratar con ellos; ese paso es un poco trabajoso, pero después se publica el libro y básicamente uno se olvida. Ahora, esto de las redes sociales son como una plaga en ese sentido porque uno no termina nunca, el libro no termina nunca de estar publicándose, y tienes que estar continuamente irrigando el terreno del libro. Ahora bien, creo que lo que se gana es mucho mayor, tenemos esto de seguir promoviendo, de seguir circulando en la redes sociales porque, si no, vas desapareciendo. Pero este mercado editorial anciano, vetusto, obsoleto, que piensa que publicar los libros es meterlos en una camioneta y llevarlos a El Corte Inglés, y que hasta ahora ha funcionado así, esto está desapareciendo y lo bueno de que eso esté desapareciendo es que se está democratizando la circulación del libro. Ya los autores pueden darse a conocer sin que te hagan una reseña en Babelia, o una reseña en Babelia puede tener poco peso en cuanto a posibles ventas, mucho menor que por ejemplo, a lo mejor, esta conversación que estamos teniendo para vuestro blog, en donde hay una serie de colegas que sí están dispuestos a comprar un libro que vosotros les digáis que es interesante. Entonces, eso que aportan las redes sociales está cambiando radicalmente las reglas del juego, y yo creo que por lo pronto es bastante positivo.


P: ¿Cómo ves el futuro del libro, no solo por las cuestiones obvias de lo digital y la piratería, sino por la batalla que se establece hoy día entre lo visual (televisión, cine, videojuegos, aplicaciones para móviles…) y los textos?

R: Fíjate que creo que los últimos herederos de la Ilustración francesa han sido los de mi generación. Los de mi generación y alguna gente más joven que yo. Esto del respeto por el libro, por el volumen de papel pesado, esto de hojearlo, de acariciarlo, de observarlo y además dirigir una mirada a la literatura clásica. Ahora hay una pandilla de gente que escribe, que lee, o que se sitúan en la literatura directamente de cara a la literatura muy moderna, y eso yo creo que cambia el futuro del libro, y que las novedades cada vez son más determinantes en la circulación y en la cultura. El lector culto, en el sentido ilustrado, decimonónico, creo que lamentablemente ha muerto, y digo lamentablemente porque creo que es una pérdida. Se pierden unas cosas y se ganan otras. Creo que el libro tiene que pasar por la tecnología de alguna manera. No soy de los tecnológicos fundamentalistas, pero tampoco niego la capacidad de la tecnología. El libro tiene que pasar por la tecnología, pero también creo que el problema de la industria editorial es que no es una industria para que la gente se haga millonaria, ni es una industria para que los editores generales ganen un sueldo de cuatro o cinco mil euros, porque, si quieres ganar cinco mil euros, mejor dedícate a otros negocio. El mundo del libro lo compone cada lector comprando un libro y cada escritor que no gana mucho, ese es el mundo del libro. Por eso creo que el futuro va a reubicar el libro impreso, el libro tradicional se moverá donde siempre estuvo: pocos iniciados, lectores fieles que siguen a determinados autores, y eso dará lugar a que las grandes editoriales ya no obtendrán los ingresos monstruosos que tenían antes, con los pocos lectores de ahora, lectores de culto. Editoriales como el grupo Contexto, los editores independientes, todas estas editoriales tiran mucho, trabajan mucho, pero están cada vez mejor posicionadas, y son editoriales que no necesitan de millones de lectores para vivir, sino que fidelizan lectores serios que siguen a los autores de calidad que publican. Ese, creo, es el futuro del libro impreso, y esas son las alternativas, por eso celebro mucho el mundo este de los blogs, de los lectores individuales que estudian letras o que están empezando a escribir, ese es el mundo que va a reubicar el libro en su espacio más auténtico. La buena literatura no es una literatura para miles y miles de lectores. Pretender que un autor elaborado sea un escritor de millones de lectores y con el que poder lucrarse, creo que es un camino que es pan para hoy y hambre para mañana.


P: Tres libros que te hayan marcado como escritor y como lector

R: Estas siempre son preguntas difíciles. Uno siempre cambia con este rollo. Algunas cosas no las dudo. Por ejemplo, una novela fundamental, que me ha marcado mucho, es El juego de abalorios de Herman Hesse. Esta novela me marcó definitivamente en el momento que la descubrí. No dudo que si leyese esta novela ahora fuese algo completamente distinto. Creo que los libros que te marcan como escritor, y como lector sensible también, no solo dependen de la características del libro, de lo que te revele el libro en sí mismo, sino del momento en que te encuentras con el libro, igual que con los amores. Este libro me enseñó la belleza que hay en el conocimiento, en el intelecto y la relación del arte con la ciencia, todo este mundo se me abrió y descubrí un montón de cosas que dispararon mi curiosidad por leer cuestiones relacionadas con la filosofía y eso me marcó definitivamente. Tampoco deja de marcarme la literatura de Borges, los cuentos de Borges, me sé de memoria muchos trozos (risas), no hay una vez que mire un relato de Borges y no descubra una revelación del lenguaje, la manera en que adjetiva, verbaliza, la manera en que construye descripciones, o presenta personajes, que no es un autor de un libro, es un autor que crea el castellano, lo moderniza. En la época en que empieza a escribir Borges, el castellano latinoamericano es provinciano, lleno de hojarascas, y Borges lo moderniza, así que el lenguaje que ha inventado Borges me ha marcado y me sigue marcando. Y otro libro, Crimen y castigo, me demuestra cómo siendo torpe en la escritura, porque Dostoievski es torpe a veces en la escritura, demuestra que la literatura se hace a veces de cosas oscuras, de nervio, de genialidad. Cuando descubrí Crimen y castigo entendí que hay una materia humana oscura que si la consigues y la atrapas en un libro logras una cosa importante.


P: En cuanto a tus proyectos futuros, Las bestias y Río Quibú forman parte de una trilogía. El primero se publicó en 2006 y el segundo en 2008. ¿Llegará esa tercera parte?

R: El más inmediato que me absorbe es Billar de letras. Esto partió de una iniciativa que tuve el año pasado de impartir clases avanzadas con amigos que habían sido alumnos, de los cuales muchos han publicado. Tuve la iniciativa de hacer esto en mi casa y tuvimos un año maravilloso de tertulias y clases muy técnicas y eso me ha inspirado para ir este año a más y he montado Billar de letras donde voy a trabajar en casa con un poco más de alcance, es un proyecto literario pero no de escritura, porque a mí me encanta hablar con la gente, dictar clase. Creo que de la misma manera, y esto creo que podría ser una cosa importante a tener en cuenta en todo esto que está pasando en el mundo literario, de la misma manera que las editoriales independientes o emergentes están consiguiendo publicar una literatura diferente, rica, auténtica, fresca, creo que ciertas iniciativas académicas de clase, en función de la enseñanza de la escritura, necesitan de un espacio completamente independiente. Un alumno que viene a mi casa no es un alumno, es un invitado, es un amigo y tiene una relación personal con la literatura que las macroescuelas muchas veces no consiguen porque se convierten en producción en serie de clases y de lucro. Y además, como proyecto de escritura quiero terminar mi novela monstruosa, La casa y la isla, de la que me quedan cerca de doscientas páginas, una obra muy larga, que terminará con setecientas u ochocientas. Quiero tenerla lista antes de los próximos seis meses.




Billar de Letras
www.billardeletras.com

1 comentario:

  1. Amena. Cercana, tal como lo es el. Sus gustos, opiniones, la literatura como vida. Sus libros, la faceta motivadora de profesor. El proyecto recién nacido de Billar de letras. Y su ultima novela

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