Las vidas de los otros nos fascinan. Nos gustaría colarnos a
través de una rendija de las casas de los otros y espiarles sin compasión. De
ahí que los programas de cotilleo tengan tanto seguimiento y de que los
chismorreos sean la mantequilla del desayuno que algunos se ponen en la tostada
por la mañana en el trabajo.
Los escritores no son ajenos a esa fascinación por la vida
de los demás. Al contrario de lo que los clichés fomentan, que es esa suerte de
narcisismo aislacionista que padecen los escritores, estos suelen ser personas
más bien sensibles a lo que ocurre a su alrededor muy observadoras y curiosas,
lo que les lleva a plantearse qué ocurre en las vidas de los otros y cómo se
enfrentarían a esos problemas que los otros padecen.
El libro que nos ocupa hoy, Los extraños de Vicente Valero es una inmersión en la memoria para
tratar de bosquejar la vida de cuatro personas que fueron parientes del autor. No
se trata tanto de un ejercicio memorístico, pues el autor conoció poco o
incluso no conoció a algunas de esas personas de las que nos habla (de ahí el
apelativo de extraños), sino de una labor de investigación y también de indagación
psicológica en la que nos habla más acerca de sus pasiones y deseos que de
hechos concretos de sus vidas.
El primero de los personajes es su abuelo, que murió muy
joven, a los 28 años. Militar, destinado a Marruecos, trabajó como ingeniero e
incluso conoció a Saint-Exupery y puede que colaborara con él para mejorar las
condiciones de los aviones en aquella zona. El segundo de los personajes es, en
nuestra opinión, el más interesante de todos. Se trata de un tío del autor
(hermano de su padre) que se presentó, pasados más de cincuenta años, para
intentar retomar la relación con su hermano y con su familia, a la que
obviamente no conocía. Se había ido a Argentina y allí se dedicó de forma
profesional al ajedrez, gracias a lo cual visitó numerosos países, hablaba
varias lenguas y se codeó con los mejores ajedrecistas del mundo. Pero lo más
interesante del relato de Valero es la semblanza psicológica que hace del
personaje, que mostraba muchos tics y manías, pero trataba siempre de ser
correcto y animoso. Se respira humor en este relato, por mucho que finalmente
acabe en tragedia. El tercer personaje es un tío abuelo del autor que, cansado
del ambiente tradicional, cerrado y ajeno al arte de la gente de Ibiza, decide
un día marcharse de allí y se escapa a Barcelona, donde pronto comenzará a
bailar y a cantar y se irá abriendo hueco en el mundo del espectáculo. Algo más
tarde forma pareja con una chica y, juntos, recorren diferentes países en una
época en la que todo lo español era demandado por su exotismo. Recuerda en
parte este relato a La niña de mis ojos, porque
es precisamente de ese ambiente del que se habla. El cuarto personaje es otro
tío del autor, militar también, pero en este caso un militar un tanto atípico,
lector de filosofía, experto en teosofía y amante de la ornitología. Nunca renunció
a su profesión de militar, pero esos otros intereses ocuparon gran parte de su vida. Interesa
también en este personaje más su semblanza psicológica que los hechos narrados,
que no dejan de ser la historia de un exiliado que muere en Francia sin haber
podido regresar a su país.
Este libro de Valero se lee bien y a velocidad de vértigo. El
estilo es sencillo pero sin olvidar un cierto aire poético en algunos pasajes. Consigue
que esos extraños, tanto nuestros como suyos, comiencen a interesarnos y
queramos saber más y más de ellos. Todo ellos debe a la pericia del autor, que
nos lleva de la mano por las vidas de esos personajes y nosotros nos dejamos
arrastrar sin quejas a través del camino. Tan solo se echa de menos que alguno
de los capítulos se centrase en alguna mujer de la familia. No se trata de una
reivindicación feminista, sino más bien de la sospecha de que alguno de los
miembros femeninos de esa familia podría haber dado mucho juego, a tenor de algunas
breves pinceladas que aporta el autor en varios relatos.
Si desde hace ya algún tiempo Los Modlin de Paco Gómez está funcionando bien es precisamente por
ese interés por quien no son nosotros. En ese caso se trataba de unos completos
desconocidos de los que Paco Gómez encontró unas fotografías tiradas en la
basura. En el caso de Vicente Valero, los extraños de los que nos habla son sus
propios familiares, que muchas veces no porque nos unan lazos de sangre con
ellos son los más cercanos a nosotros ni aquellos de los que más sabemos, puede
que incluso menos por el hecho de estar a menudo tan cerca de ellos. Disfrutad
con el libro y tratad de escribir uno igual: os hará conocer mucho mejor a los
que os rodean.
Autor: Vicente Valero
Editorial: Periférica
Páginas: 176
Precio: 16,75 eur (rústica)
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