A cualquier persona que le guste la narrativa, y en especial los relatos, le sonará el nombre de Raymond Carver, uno de los mejores cuentistas del siglo XX junto con Chéjov, Cortázar, o Borges; de hecho, no parecerá extraño saber que el estadounidense tenía una fotografía del ruso en su despacho.
Por nuestra parte, no pretendemos contar la vida de Carver, sino dar nuestra visión, como aficionados a los relatos, sobre su escritura y la relación con su editor, Gordon Lish.
Nos detendremos en primer lugar en Carver Country, una obra compuesta por fotografías de Bob Adelman (fotógrafo estadounidense conocido por sus imágenes del Movimiento de los Derechos Civiles Africanos-Americanos), textos de Carver, prólogo de Olivier Cohen y epílogo (llamémoslo así) de su segunda, y última, mujer y poeta, Tess Gallagher. En esta obra se muestran lugares, sucesos, experiencias, enfermedades,..., que influyeron en la poesía y los relatos de Carver: Yakima, ciudad donde vivió hasta los veinte años; el alcohol (cuyo fantasma les persiguió a Tess y a él, aunque pasaron los diez últimos años de su vida desintoxicados); su madre, obsesionada con mudarse de casa; el miedo a que su hija, Christine, cayera en las garras de la bebida; o sus orígenes humildes. Este libro no es una biografía al uso, es más, si su pretensión fuese esa sería un intento fallido, ya que el periodo de la vida que se desarrolla hasta que conoció a Tess Gallagher queda huérfano. Sí se trata sin embargo de un complemento a cualquier biografía de Carver para conocer más sobre su escritura.
En lo que respecta a Gordon Lish, ya comentamos que en las dos obras que existen publicadas en España, Perú y Epígrafe (editorial Periférica), se deja entrever esa técnica que más que parecerse a la de un iceberg, es más parecida a la de un pestañeo. Gordon Lish intenta hacer en sus novelas lo que procuró hacer como editor. De hecho, fue justamente siendo editor de Esquire cuando realizó un editing agresivo del cuento Vecinos (Neighbors en el original) de Carver y que luego realizó en muchos otros relatos del de Oregon. A partir de ahí, surgió el estilo inconfundible de Carver. Un estilo que como nos dice Tess Gallagher en Carver Country a él le gustaba llamar «precisionista»:
«Su evolución espiritual y estilística en esta obra liberó su escritura de la suerte de mengua que entrañaba el término «minimalista», que Ray había rechazado con firmeza desde el principio. Prefería la más certera identificación de su estilo con el «precisionismo».
«Principiantes (Beginners) es la versión original de diecisiete relatos escritos por Raymond Carver y publicados —con correcciones del editor— por la editorial Alfred A. Knopf en 1981 con el título de What We Talk About When We Talk About Love (De qué hablamos cuando hablamos de amor, Anagrama, Barcelona, 1987).
La fuente de esta edición —su texto base— es el original que Carver entregó a Gordon Lish —entonces su editor en Knopf— en la primavera de 1980. Este original, que Lish cercenó en más de un cincuenta por ciento en dos sesiones de corrección exhaustiva, se conserva en la Lilly Library de la Universidad de Indiana. Las historias originales de Carver se han recuperado transcribiendo las palabras mecanografiadas que están debajo de las modificaciones y tachaduras manuscritas de Lish.»
Gracias a ello, podemos verificar nosotros mismos como lectores algunas de las características esenciales del estilo de Carver y cómo parece que Lish influyó en estas. Por nuestra parte solo daremos unas pinceladas de ellas, ya que creemos que no nos debemos permitir el privilegio de destripar lo que el lector puede disfrutar leyendo y sacando sus propias conclusiones de los libros Principiantes y De qué hablamos cuando hablamos de amor.
Decir que Lish recorta los textos a la mitad es algo que ya está dicho, pero, ¿por qué lo hace y cómo? Principalmente hay dos medidas que toma el editor: por una lado solo deja la información imprescindible para que el relato acabe siendo un golpe en la boca del estómago y el lector concluya la historia como considere oportuno. Tanto es así que en muchos relatos Lish elimina a personajes. En ¿Dónde está todo el mundo? (Principiantes) elimina la historia de todos los personajes menos la de Ross, el amante de la mujer, prescindiendo de las de los hijos, las mujer y la madre como personajes principales; y por otra parte, elimina todo aquello que represente expresividad, tanto en los diálogos, por ejemplo, en Belvedere, el siguiente diálogo:
«—No, es la verdad, Duane –dice. Se pasea de un lado a otro de la habitación en bragas y sostén, con el vaso en la mano—. Has faltado a tu promesa conyugal. Es la confianza mutua lo que has roto. Puede que a ti eso te suene a pasado de moda. No me importa. Ahora me siento como..., no sé cómo, como una porquería, así es como me siento. Estoy confusa. Ya no tengo ningún motivo en la vida. Tú eras mi motivo.»
... lo recorta y lo deja en:
«—Es cierto, Duane —insiste ella—. No discutas conmigo.»
Pero también elimina lo expresivo no solo en los diálogos, sino también en el cuerpo de los textos. Por ejemplo, en ¿Dónde está todo el mundo? (Principiantes), el párrafo:
«Le decía a mi mujer, a gritos: “¡Voy a matarle!” Pero nunca pasó nada. Las cosas siguieron mal que bien. Nunca llegué a conocer al tipo, aunque hablamos varias veces por teléfono. Una vez, revisando el bolso de mi mujer, encontré un par de fotos de él.»
... lo recorta a (en De qué hablamos cuando hablamos de amor, el párrafo aparece en el relato El señor Café y el señor Arreglos, otro de los caprichos de Lish, el cambio de títulos):
«Le decía a mi mujer: “Creo que voy a hacerme con una Smith and Wesson”. Pero nunca lo hice.»

Pero además, el editor también cambió muchos de los títulos de los cuentos. Sin ir más lejos, modificó el título del propio libro. El título original de este, Principiantes, es el título del penúltimo relato; sin embargo Lish no solo dejó el relato a la mitad, sino que utilizó una frase del relato original «De lo que hablamos cuando hablamos de amor», la cual cambió a «De qué hablamos cuando hablamos de amor» y la utilizó como título del libro.
Llegados a este punto, uno puede preguntarse quién es en realidad el autor de los relatos. Es cierto que Gordon Lish influyó en gran medida en el conocido estilo de Carver, pero otros muchos editores han influido en la escritura de sus autores. No obstante, no hay que olvidar que las historias de Carver, aun no habiendo ocurrido realmente, sí son autobiográficas, Una conversación seria, surgió de una frase que le lanzaron cuando todavía era alcohólico: «¡Ésta es la última Navidad que nos destrozas!». Su alcoholismo, enfermedad presente en relatos como Belvedere, donde hace referencia a Alcohólicos Anónimos. Carver también vivió la pobreza y por ello convirtió a todos sus personajes en trabajadores humildes y parados, les proporcionó dignidad a esas personas, les dio un futuro porque, como él decía, «su suerte les había dado la espalda, eso era todo».
Como es obvio, no vamos a negar la evidencia, Gordon Lish influyó en el estilo por el que los relatos de Raymond Carver son conocidos, pero esa vida que vivió el de Oregón, no es la vida de Lish. Carver no solo es un estilo, Carver es muchas cosas más, Carver es un mundo, Carver es Carver country.
Título: Carver Country
Autor: Raymond Carver
Traductor: Jesús Zulaika
Editorial: Anagrama
Páginas: 208
Precio: 28,90 eur (rústica)
Título: Principiantes
Autor: Raymond Carver
Traductor: Jesús Zulaika
Editorial: Anagrama
Páginas: 320
Precio: 19 eur (rústica)
Título: De qué hablamos cuando hablamos de amor
Autor: Raymond Carver
Traductor: Jesús Zulaika
Editorial: Anagrama
Páginas: 160
Precio: 6,90 eur (rústica)
Fotografías de Bob Adelman: http://www.bobadelman.net
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