martes, 26 de agosto de 2014

(Casi) Todos los libros de Cortázar para no iniciados

Qué decir a estas alturas acerca de Cortázar, cómo comenzar a hablar sobre él sin caer en lugares comunes, cómo decir algo nuevo sobre una obra que ha sido analizada hasta el límite de la coma, la vida de un autor que ha sido examinada hasta el último pelo de su barba. Por eso, para celebrar estos 100 años que hoy hubiese cumplido el gran Julio Cortázar, el mejor homenaje que podemos hacerle es hablar sobre sus obras. No se trata de un análisis profundo de sus textos ni de ser exhaustivos en las descripciones, sino de invitar a su lectura y, qué diablos, a su relectura, porque sus textos ganan mucho cuando uno vuelve sobre ellos con ojos nuevos.

Por eso lo que proponemos es un repaso a gran parte de su obra y a los que, a nuestro juicio, son sus mejores textos. El único fin de todo esto es que corráis a vuestras estanterías o a la biblioteca o librería más cercanas y cojáis uno de sus libros, os perdáis en él y disfrutéis con el ritmo de su prosa, con sus grandes relatos y sus experimentos incesantes. Vamos allá con algunos de sus libros:

Bestiario. Conjunto de relatos entre los que destaca «Casa tomada», que Borges afirmó haber sido el primero en publicarlo, aunque parece ser que se trata más bien de un mito. Son excelentes también «Carta a una señorita en París», en el que se plantea la muerte de unos conejitos, y «Bestiario», probablemente el mejor relato del volumen por su experimentalismo.

Final del juego. Si nos tuviésemos que quedar con los relatos más significativos de Cortázar, probablemente la mayoría estarían en este volumen. Imposible decidirse por alguno de ellos. Citaremos en primer lugar «Continuidad en los parques», primer relato de Cortázar que leyó el que esto escribe y a partir del cual ya no pudo parar. Quien no lo haya leído, aquí lo tiene: es solo una página por Dios, leedlo. Hay que citar, por supuesto, «No se culpe a nadie», la extraña forma de ponerse un jersey junto a una ventana y en la que el uso de la coma de Cortázar es magistral; «Las Ménades» es un relato intenso acerca de un concierto y de unas bacantes que destruyen todo lo que encuentran a su paso; «El ídolo de las Cicladas» juega con los ciclos y el asesinato; en «Los amigos» se da un final predecible pero no por eso menos trágico; «Axolotl» trata acerca de la transmutación de las almas entre un niño y un axolotl; y «La noche boca arriba» juega con la idea de la confusión entre el sueño y la realidad que tan bien resumió Borges en su cuento del emperador y la mariposa.

Las armas secretas. De este volumen nos quedamos, sin lugar a dudas, con «El perseguidor», un relato inspirado en el saxofonista de jazz Charlie Parker, una de las debilidades de Cortázar junto al boxeo. Se trata de un relato largo en el que un crítico de jazz intenta ayudar a un saxofonista (Johnny Carter) a salir adelante. Ha perdido su saxo en el metro y necesita otro para tocar, pues la música es el único ámbito de su vida en el que Johnny parece desenvolverse con soltura. El relato es uno de los mejores que se escribieron en el siglo pasado, y lo decimos sin pelos en la lengua.  

Los premios. Es su primera novela. Partamos de que el Cortázar novelista fue inferior al Cortázar cuentista. No se trata de una gran novela, aunque da alguna idea de por dónde iría después Rayuela, su gran obra. En ella se narran las peripecias de los pasajeros de un barco que han de resolver un enigma y lo hacen, no podía ser de otro modo, jugando. Según nuestra opinión, una novela prescindible.

Historias de cronopios y de famas. Uno de los títulos más mencionados de Cortázar. Comienza con una serie de textos entre los que destacan las instrucciones para llorar, para dar cuerda a un reloj o para subir unas escaleras, una crítica al racionalismo y a la era tecnológica que ya por entonces comenzaba a avistarse. También es magnífico (e hilarante) «Conducta en los velorios». Pero lo más interesante del libro son las historias de cronopios y famas, que giran en torno a los grupos sociales que podían apreciarse en Argentina en los años 50-60 del siglo pasado. Escrito como si fuesen cuentos infantiles desde un punto de vista que parece naíf y que no lo es, son una muestra extraordinaria del talento de Cortázar y de su capacidad para hacer que cada libro que escribía fuese completamente distinto del anterior.

Rayuela. Considerada su obra maestra, no es de fácil lectura, pero una vez que se entra en ella no puede uno salir indemne de ella. Hay, al menos, tres personajes inolvidables en la novela: la Maga, Horacio Oliveira y Talita. La mitad de la novela se desarrolla en París y la otra mitad en Argentina. Es Cortázar en estado puro, en el que se mezclan capítulos en los que predomina el estilo cortazariano por excelencia, ese que estaba influido por el ritmo del jazz, muy similar al que también ensayaron los autores de la generación beat, además de experimentos formales y de una prosa poética que roza la maravilla. Y a todo esto, la novela puede leerse en el orden que uno desee. Ya hablamos sobre las formas de leer Rayuela y otras cuestiones en otro sitio. Hay que leer Rayuela al menos una vez en la vida y, si no se ha entendido, volver a ella años después. 

Todos los fuegos el fuego. De este volumen, muy bueno, recomendamos especialmente dos de sus relatos. En primer lugar, «Autopista del sur», el relato sobre un atasco en una carretera parisina que dura varios días y las relaciones que se establecen entre los conductores que esperan a que aquello se solucione, algo que no hace mucho se hizo realidad en Pekín, con un atasco que duró dos semanas. También es muy bueno «La señorita Cora», que narra la relación entre un adolescente al que ingresan en el hospital y su enfermera. Lo interesante del relato son los cambios del personaje narrador, lo que exige una lectura atenta a ese lector activo que Cortázar siempre reivindicó en contra de lo que él llamaba el «lector hembra», que es aquel que simplemente recibe el texto sin poner nada de su parte en la lectura.  

La vuelta al día en ochenta mundos. Uno de los mejores libros de Cortázar, creemos, por lo que tiene de experimento. Mezcla relatos, ensayos y reflexiones con ilustraciones y fotografía. A estas alturas Cortázar hacía lo que le daba la realísima gana en sus libros y este es un ejemplo perfecto de ello. No está indicado para lectores convencionales sino para aquellos que buscan ir siempre un paso más allá en literatura. Esta repleto de humor, de análisis literario muy serio (el artículo sobre el Paradiso de Lezama Lima es una maravilla) y aquí ya comienza a verse de veras el giro a la vertiente política del escritor argentino que posteriormente se vería en algunos de sus libros.

62 modelo para armar. El capítulo 62 no existía en Rayuela y Cortázar creó una novela a partir de él. Es inferior a Rayuela, aunque mantiene esa misma búsqueda formal y trata de ampliarla a otros campos. Sin embargo, si no se ha leído Rayuela, uno nunca debería empezar por esta. Si te apasionó la primera, entonces tal vez te guste esta. Para nosotros, un libro de Cortázar sin el que no nos perdemos lo mejor de su producción.

Último round. Similar a La vuelta al día en ochenta mundos, es una miscelánea de relatos, ensayos (el que habla acerca del relato breve es de lectura obligatoria), También hay poesía (interesante la Poesía permutante creada junto a Octavio Paz al estilo de los Cien mil millones de millardos de Raymond Queneau). El libro está repleto además de fotografía e ilustraciones. Se trata de un libro para fieles de Cortázar, y para los que buscan libros extraños que no tienen por qué mantener necesariamente una unidad temática. Guarda algunas joyas que no vamos a desvelar.

Libro de Manuel. Posiblemente lo más flojo de Cortázar. Tampoco él acabó muy satisfecho con la obra, a tenor de lo que dijo tiempo después sobre ella. El libro seguramente se vio lastrado por su excesiva carga política que ni siquiera los militantes de izquierda entendieron. Aun así, un libro de Cortázar nunca es malo, pero quizá es el más destinado a incondicionales del autor (especialmente a aquellos que ensalzan su vertiente reivindicativa). Construido a partir de diálogos y artículos periodísticos, nunca llega a atrapar, ni por su estilo ni por lo narrado. 

Octaedro. Fue su vuelta al relato. Son textos más densos y Cortázar se alejó algo del estilo de sus relatos anteriores, pero es un buen conjunto de relatos Nos quedamos con «Ahí, pero dónde cómo», que trata acerca de la escritura y en el que se alterna una voz narrativa, la del supuesto autor del texto, con una narración que parece desconectada del hilo de esa voz narrativa. Hay uno de sus relatos insignia, «Manuscrito hallado en un bolsillo» en el que el protagonista recurre a un juego donde prima el azar para acercarse a mujeres que le gustan en el metro, otro de los temas predilectos del autor argentino. También es muy bueno «Cuello de gatito negro» aunque una excesiva digresión quizá lo lastra un poco. Un libro muy recomendable pero quizá es conveniente leerlo después de haber leído sus cuentos iniciales.

Alguien que anda por ahí. Aunque hay varios relatos interesantes en este volumen, nos quedamos con dos, por ser raros en la producción de Cortázar, con un corte más realista y con un tufillo a novela negra de la buena. Esos dos relatos son «Alguien que anda por ahí» y «La noche en mantequilla», narrados con un ritmo calmado, pero capaces de crear una tensión que solo los buenos escritores son capaces de lograr.

Fantomas contra los vampiros internacionales. En su afán por experimentar con distintos géneros, Cortázar escribió un texto para este cómic, de carácter político y satírico, donde es curioso ver a Fantomas acompañado de autores literarios como Alberto Moravia, Susan Sontag u Octavio Paz en lucha contra las multinacionales. Vale más como curiosidad que por su valor literario. Y si uno lo tiene en su estantería puede fardar de tener una rareza de Cortázar.

Un tal Lucas. No se trata de relatos, ni de ensayos, sino más bien reflexiones, a veces a medio camino con el relato, muchas de ellas en clave de humor (Cortázar nunca hubiese sido Cortázar sin el humor), aunque no se olvida de la parte reivindicativa, que ya no lo abandonaría en el resto de su obra. Difícil destacar pasajes de este libro compuesto a partir de textos muy breves que es mejor degustar de a poco, leer tres o cuatro cada día y dejarse llevar. En muchos casos parece ser un libro autobiográfico en el que juega con eso que está tan de moda ahora, la autoficción y que él ya ensayaba por entonces. Muy recomendable, uno de nuestros libros preferidos, aunque sea de los menos conocidos.

Queremos tanto a Glenda. Seleccionamos de este volumen el relato que le da título, en el que unos seguidores de la actriz Glenda Jackson se proponen mostrar la perfección de la actriz, aunque no contaban con cierta decisión de ella que trastocará sus planes; y «Grafitti» en el que se establece una relación entre dos personas que realizan pintadas en la calle. Un conjunto desigual de relatos pero que aun así no defrauda.

La otra orilla. Aunque se publicó tras la muerte de Cortázar, son cuentos que el autor escribió entre 1937 y 1945 pero que no quiso publicar en vida, quizá más por cierta vergüenza del novato que por su falta de calidad literaria. Algunos son muy cortazarianos y revelan ya los pasos que tomaría después su literatura. Entre los que destacamos están «Las manos que crecen», cuyo título ya lo dice todo y en el que se vislumbran los rasgos característicos del realismo mágico que después marcaría muchos de sus relatos; «Los limpiadores de estrellas, que no necesita mucha explicación y que estaría más en la línea de las Historias de cronopios y de famas; y «Estación de la mano», en el que alguien recibe cada día la visita de una mano que entra por su ventana…

Papeles inesperados. Formado por textos que encontraron en un cajón hace unos años. El hecho de que no hubiesen sido publicados en vida de Cortázar dice mucho sobre la pertinencia de su publicación. No nos perdíamos nada del gran Julio sin ellos, aunque se agradecen algunos textos sobre Lucas que no aparecieron en el libro original. Este libro nos dio la oportunidad, eso sí, de leer textos inéditos suyos, pero de poco interés, como ya ha quedado dicho. Este es otro libro para incondicionales del autor.

Sabemos que nos dejamos algunos títulos en el tintero, pero creemos que la lista es lo suficientemente extensa como para comenzar a explorar la obra de Cortázar. Por otro lado, nos gusta hablar únicamente de los libros que conocemos y, para muestra, la foto que descubre nuestra obsesión por el autor argentino. 


Muchas felicidades, Julio. Te seguimos leyendo.

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