miércoles, 25 de junio de 2014

Entrevista: Cabaret Voltaire, la fidelidad con el lector

Duchamp es inocente.

No estamos en Zurich.

Súbete a las ruedas.

Hemos quedado con un culpable. Con uno de los culpables que decidieron llamar a su editorial con el nombre de ese lugar que vio nacer el movimiento cultural y artístico cuyo objetivo era rebelarse en contra de lo establecido, contra el aburguesamiento del artista, un grupo de individuos decididos a hacer reflexionar sobre la belleza, la estética y el Arte: el dadaísmo. Estamos rodeados de casetas repletas de libros, de artistas, de cómplices lectores, y en una gran compañía, Miguel Lázaro, editor de Cabaret Voltaire.

Duchamp es inocente. O no.

P: ¿Cuándo y cómo surgió Cabaret Voltaire?
R: En noviembre hará ocho años que publicamos el primer libro. La idea de montar la editorial fue fruto de la pasión por la lectura, por el libro y porque se dio un momento profesional que nos permitía llevar a cabo el proyecto. Somos dos socios, y los dos venimos de sectores ajenos al editorial. Yo soy economista y había ejercido diez años de ello, y el otro socio es arquitecto y sigue trabajando como arquitecto. Trabaja en París en el estudio de Jean Nouvelle y sigue dedicándose a su profesión aunque también colabora con Cabaret Voltaire, sobre todo en las labores de diseño y de comunicación. Empezamos en Barcelona, porque él estaba viviendo en París y yo en Madrid, y Barcelona era un lugar intermedio entre las dos ciudades y un buen sitio para comenzar porque allí hay un sector editorial muy fuerte, las editoriales que están allí cuidan mucho el diseño, tienen unas líneas editoriales muy definidas y además la industria subsidiaria editorial que hay allí, como imprentas o  papeleras, también es muy fuerte, por lo que te permite imprimir con calidad y estar relacionado con gente que cuida mucho el libro y el diseño.

P: ¿Cuántas personas formáis parte del proyecto y qué funciones desempeñáis cada uno?
R: En realidad somos las dos personas que te he comentado y a veces nos ayuda algún becario de másteres de edición. Y tenemos colaboradores externos, como son los traductores. Pero para una editorial como la nuestra con dos personas puede ser suficiente. Todo depende del número de libros que publiques al año. Nosotros estamos sacando de diez a doce títulos, a veces incluso, ocho. Esto te permite no tener que mantener una estructura muy grande. Si se da una ampliación de negocio sí que lo necesitaríamos pero en principio hay que ser un poco más conservador cuando se está empezando, porque una editorial con ocho años está todavía empezando.

P: ¿Cómo fueron los inicios de la editorial, es decir, fueron difíciles o sentís que habéis avanzado muy rápido en cuanto a vuestro posicionamiento con el resto de editoriales?
R: Cuando empezamos era el momento en el que los que llevaban más tiempo en la edición decían que había empezado ya la crisis en el sector del libro. Era también el momento en el que arrancaban muchas editoriales pequeñas, el fenómeno que empezó a llamarse de las editoriales independientes, que tampoco es que  seamos editoriales independientes porque las redes de comercialización son las mismas que usan las editoriales grandes o las de tamaño medio, es decir, la independencia se debe a que se trata de una iniciativa personal y a que eliges lo que quieres publicar, pero el canal que te distribuye no te permite una independencia total. El momento era bueno. Los que llevaban más tiempo sí que te decían que antes se vivía mejor porque había mucha menos competencia en ese sector y más visibilidad y se vendía más. Cuando empezamos nosotros comenzó esa crisis que no ha dejado de existir durante estos años y también la crisis pareja al boom bestial de pequeñas editoriales auspiciado también porque una de las grandes distribuidoras tomó ese camino de apoyar a las pequeñas editoriales. UDL facilitó que ese mercado creciese mucho. El que haya muchas editoriales pequeñas permite que haya mucha diversidad, pero también es peligroso. Al final quedarán aquellos que logren sobrevivir.

P: Quizá la cuestión está en encontrar nichos...
R: Yo creo que los nichos están ya casi todos ocupados. La cuestión está más bien en ser muy coherente con las ideas que te marcas en un principio, hacer que los lectores reciban siempre lo que les gusta leer en un número de libros al año asumible para ellos. Es decir, fidelizar a tu lector e ir intentando ampliar campos. Cuando nosotros empezamos era un campo mucho más reducido porque empezamos con literatura surrealista francesa, simbolista, decadentista, y por eso tienes que ir ampliando público. Si te gusta determinado tipo de autores, está bien que te mantengas fiel a ellos, pero también es bueno amplíar campos relacionados con esa literatura y buscas, como en nuestro caso, esa literatura de contestación o de bofetada o que pretendemos ofrecer.


P: Tenéis en vuestro catálogo a varios de los autores que estuvieron conviviendo en Tánger durante los años que esta fue Zona Internacional, sobre todo algunos, un tanto outsiders, como el matrimonio Bowles, Chukri o Taia. ¿Pensáis seguir con esa línea?
R: Ahí se ha abierto una línea de una forma un tanto inesperada. Bueno, no tan inesperada porque a mí siempre me gustó Chukri, pero publicarlo me parecía una cosa imposible. Murió en 2003 repentinamente, de cáncer, y tenía varios hermanos que eran, como él mismo lo fue hasta los veinte años, analfabetos. Los derechos para España se quedaron sin continuación. Las editoriales que lo tenían en su catálogo perdieron los derechos porque pasaron los años y los hermanos estaban enfadados entre ellos, era muy difícil acceder a ellos y además no se fiaban de nadie. Por lo que se dio el caso de que Chukri estaba publicado en otros idiomas porque hay un agente literario que sí lo lleva para Inglaterra, Francia, Alemania, Países Bajos e Italia, pero en España había quedado una isla, así que no había manera de conseguir publicar nada de este autor. Yo tuve la suerte de que me llamó una traductora que tenía traducido el libro sobre Paul Bowles y que quería buscar editor y ella prometía que tenía los derechos. Pero claro, te llama una persona que no conoces de nada, desde Extremadura, donde vive con su marido casi aislada en un pueblecito muy bonito de la sierra y dices, ¿quién eres tú y cómo tienes los derechos? Y me dijo, sí, yo me voy a Marruecos y te consigo los derechos, me das el dinero en efectivo porque si no los hermanos no se fían y además me tenéis que pagar el avión hasta allí. Me dijo que había visitado a muchas editoriales de Madrid y que no le habían hecho caso. Y le dije: pues nosotros te vamos a hacer caso. Y así hemos ido a Marruecos, hemos conocido a sus hermanos y hemos conseguido los derechos por toda la obra de Chukri. Esa línea fue un  poco excepcional. Aunque a mí siempre me ha gustado la literatura del Magreb de influencia francófona. Un caso  de estos es el de Abdellah Taia o el del argelino Rachid Boudjedra. Ese es, digamos, el otro lado de la frontera de nuestro catálogo.

P: ¿Tenéis en mente abrir el catálogo a autores en español?
R: Tenemos, por ejemplo, Gómez Arcos, que no escribía en español pero que puede considerarse literatura española. Y de hecho, el último que hemos publicado, María República, no es traducción. Es un caso excepcional porque hizo la misma versión al mismo tiempo en español y en francés, pero primero lo publicó en Francia y el manuscrito último que retocó fue el que escribió en francés, por lo que lo que ha hecho la traductora es basarse en el manuscrito en español pero para completarlo se ha basado en la versión francesa. También se ha guiado de la estructura en francés de la novela, que había cambiado con respecto a la versión en español. Por tanto es un autor en francés pero su universo es español. No se puede considerar literatura francesa, sino española. El hecho de que escribiese en francés no es importante, es solo el vehículo que empleó él para expresarse. Y Antonio de Villena es también una excepción en el catálogo. El libro sobre André Gide está en nuestro catálogo porque obviamente nos interesa André Gide, el de Mártires también es un libro de ensayos que es el primero que me ofreció, y al hacerlo me ofreció también la posibilidad de recuperar alguna novela suya. Pero no deja de ser una excepción dentro del catálogo. Creo que si abriésemos una línea de literatura española en el catálogo lo haríamos con nueva narrativa, con autores jóvenes, y cambiaría un poco el formato, pero actualmente  me interesa más quedarme en el lado francófono. Lo que sí estamos intentando es dar a conocer nuevos autores en francés, como Jean-Baptiste Del Amo, traerlos, que la gente los conozca, hacerles una gira…

P: De vuestro catálogo nos gusta de hecho especialmente Jean-Baptiste del Amo, a quien consideramos uno de los escritores franceses con mayor proyección de futuro. ¿Qué tal ha sido la acogida de sus obras en España? ¿Estáis preparando la traducción de su última obra, Pornographie?
R: Ha funcionado mucho a través del boca a oreja. Al principio no recibió un apoyo brutal de los medios aunque sí que recibió muy buenas críticas. De hecho, cuando trajimos a la Feria Una educación libertina apenas se vendía, y sin embargo ahora la vendemos y todos los meses seguimos vendiéndola y lo mismo ocurre con lo último que hemos publicado de él, La sal. Desde el punto de vista de la edición, la traducción de Una educación libertina fue muy complicada. Había que buscar bien el tono adecuado. El vocabulario era complicado, porque no era un vocabulario del francés actual, ni traducible casi. Había palabras que no sabíamos muy bien cómo traducir. Cuando se decía “puto”, ¿qué decíamos? ¿”Puto”? ¿”Prostituto”? Porque en francés sí que había una palabra específica para ello. Pensábamos, tal vez “mancebo”, pero no, “mancebo” no podía ser, “chapero” no existía o si existía no era asimilable a la época o a la mentalidad que tenemos ahora. Consultamos a otros filólogos… y la traducción, como digo, fue muy complejísima,

P: Pero sin embargo se lee muy bien…
R: Sí, esa es quizá la magia de Jean-Baptiste, que no tiene una literatura fácil, pero sin embargo, te la lees por narices. Es igual que La sal, que no es nada fácil, pero te la lees porque te engancha la historia tanto…

P: Nos han gustado especialmente las notas al final de Lydia Vázquez, la traductora de sus libros, porque creemos que dan una nota adicional de interés a la obra
R: Pues no todo el mundo lo ha visto así. Hay quien piensa que es demasiada intromisión en la obra

P: Pero quizá es porque muchos no entienden que el traductor es también autor de la obra.
R: Sí. De hecho Lydia escribe sus propios libros, muchos ensayos y algunas novelas, y algunos de ellos los ha publicado en francés. No es solo una traductora. También ha hecho recopilaciones de poesía para alguna editorial francesa… Y no solo se han incluido esas notas en los libros de Jean-Baptiste, sino también en Mi Marruecos de Taia y en el de Crebillon, que es una de las novelas libertinas que más me gustan.

P: Vamos a hacer edición-ficción. Si te tocase la lotería y le pudieses robar autores a otras editoriales, ¿a quiénes publicarías sin duda?
R: Estaría mal decir que le he robado dos Modiano a Anagrama que eran dos inéditos, pero fue con permiso. Hubo un cambio de editorial y le vendieron los derechos a Anagrama, que empezó a sacar lo nuevo desde la venta de los derechos por lo que el resto de la obra se quedó un poco entre medias y había dos novelas muy buenas que pedimos a Anagrama y conseguimos publicarlas. Y no voy a decir ningún autor porque hay huecos todavía para publicar y prefiero no dar ideas… Pero ahora prefiero centrarme en sacar autores franceses nuevos, intentar también publicar a autores que están en los catálogos de otras editoriales y a cuyas últimas novelas no puedo acceder pero sí que puedo acceder a alguna cosa que se haya quedado fuera. Y pensar en otros clásicos del siglo XX o del XIX. Pero lo que a mí me interesa más es dar a conocer autores, que es lo que entiendo como una labor de editor. Luego nos podrán quitar a esos autores, pero ahí queda que hemos sido nosotros los que los hemos publicado por primera vez aquí. Es fácil llegar a una feria como la de Múnich y pagar a golpe de postor por los derechos de una obra, pero lo difícil es conseguir dar a conocer autores nuevos de calidad.

P: ¿Qué papel creéis que juegan las redes sociales en la promoción de una editorial en esta era de lo digital?
R: Cada vez más. Están surgiendo blog literarios, y también revistas literarias por internet. En la prensa escrita, sin embargo, el espacio que se dedica a los libros es cada vez más reducido. La tendencia de los suplementos es a desaparecer o a quedarse en la mínima expresión de lo que era un suplemento. Creo que las páginas web permiten acceder rápidamente a la información. El problema es que también hay un exceso. Al principio había pocos blogs literarios y te pedían ejemplares para hacer reseñas, pero luego se fue ampliando y tampoco sabes qué alcance tiene cada blog. No se trata de que cada traductor o de que cada persona que se dedique a esto abra un blog. Cuanta más diversidad mejor, pero ahí las editoriales también estamos un poco perdidos. Porque no sabemos que línea lleva el editor del blog, qué tipo de artículos escriben o qué alcance tienen. Y, por otro lado, Facebook y Twitter son formas de canalizar información. De hecho, los artículos de los blogs es donde mejor pueden canalizarse, pueden etiquetarse, etc. Con el alcance de Facebook, cada vez estoy también más perdido. Tienes tus fans y de repente dejan de verte. Solo si pagas te pueden volver a ver. Pero son buenas herramientas para comunicar: lanzamientos, presentaciones, etc. Y también para obtener un feedback de los lectores, por ejemplo para ponerse en contacto con lectores lejanos, como los de Latinoamérica. Los blogs en general además deben tener una línea editorial y que cuando vas a leerlos sepas qué les gusta y qué no les gusta y que sepan razonarlo, que tengan independencia. Por ejemplo, Villena solo escribe sobre aquellos autores que quiere hacerlo, y me parece perfecto. Pero cuando escribe sobre algo lo hace a fondo porque conoce la vida de autor, su obra, el texto, conoce en qué puede haberse basado ese texto y su crítica puede después gustarte o no, pero sabes que está escrita con rigor. Y de esos críticos cada vez hay menos, aunque algunos quedan, por ejemplo las críticas que hizo Jesús Ferrero de los libros de Jean-Baptiste del Amo.

P: Pasando a hablar del mundo de la edición y de su futuro, ¿por qué Cabaret Voltaire no ofrece libros digitales? ¿Es por una decisión como editorial o por falta de recursos?
R: Se trata de una decisión editorial. No tenemos libro digital ni vamos a tenerlo. No nos interesa por el volumen de nuestra editorial. Creo que se ha intentado, desde que nació el libro digital, hacer un bombardeo brutal, se intentaron crear plataformas dentro del mundo editorial de las editoriales pequeñas para no quedarse atrás con respecto a las grandes; todo esto ha sido aire. Se ha muerto antes de nacer. Mientras tanto ha habido editoriales que se han gastado muchísimo dinero en digitalizar sus catálogos, han pedido los derechos para esto y, ¿crees que han recuperado ese dinero? No, no lo ha recuperado. Además los canales de la distribución del libro digital no están claros. Hay acuerdos con Amazon y puedes tener una venta ahí pero no creo que sea rentable. Además facilita la piratería de forma brutal. La gente que ha colgado su catálogo en Amazon tiene que dar por hecho que su catálogo entero está ya pirateado. Das más facilidades. Y no sabes si a la gente que llegas a través de la piratería va después a comprar en algún momento tus libros. Y es que te pirateen un libro es muy duro porque supone mucho esfuerzo y las editoriales pequeñas, si además trabajamos con traducciones, tenemos márgenes muy pequeños. Por eso el libro digital no es algo que nos interese todavía. Por ejemplo, el soporte actual del libro electrónico no es el definitivo. Se ha regalado mucho libro electrónico y ahora se ha estancado. Varias cadenas americanas, por ejemplo, apostaron muy fuerte por él y ahora han reculado y más teniendo en cuenta que el mercado americano tiene una tradición detrás muy fuerte de venta por correo o por internet. Hay libros que quizá sí puede ser interesante sacar el formato digital, como los best-seller, pero en el caso de autores clásicos, que vas a tener toda tu vida en casa o que vas a regalar, me parece absurdo. Y, otra cosa: en el caso del libro de texto, por ejemplo, se ha visto ya en varios estudios que la memorización después de la lectura es peor cuando esa lectura se hace en un libro digital que cuando se hace en un libro en papel. Eso se nota, por ejemplo, en la corrección de textos: en pantalla se te pasan muchos más errores que cuando lo haces en papel.

P: ¿Podéis adelantarnos alguna de las novedades que nos esperan en septiembre de Cabaret Voltaire?
R: Tenemos a Laurent Modiniere, con Lejos de ellos, que es su primera novela. Trata sobre una familia y la incomunicación de esa familia. Es un autor joven y que escribe genial. Además vamos a publicar Pornographia, de Jean-Baptiste Del Amo, que iba con fotos de Antoine D´Agata, aunque todavía no sabemos si publicaremos las fotos por cuestiones de derechos. Luego publicaremos la tercera parte de la vida de Chukri, que se titula Rostros, amores maldiciones. En febrero sacaremos a Maurice Sachs, que fue un colaboracionista, aunque cambió varias veces de bando y acabó de colaboracionista por una pura cuestión de oportunismo. Era judío y murió a manos de los nazis justo al final de la guerra. Fue delator, ladrón, robó a todos sus amigos, entre ellos a Jean Cocteau. Lo interesante de él es que trató  con todos los intelectuales franceses de la primera mitad del siglo XX, por lo que este libro que vamos a publicar, que es parte de sus memorias, tiene un valor especial como testimonio de aquella época. Esas memorias estaba traducidas a muchos idiomas pero no se habían traducido aquí. Es un libro fantástico para conocer ese período.

P: ¿Cuáles son vuestros planes de futuro como editorial?  

R: Querríamos sacar algunos títulos más al año. Pero, en general, seguir siendo fieles a nuestra línea, intentar abrir un poco los campos, pero siempre siendo fieles a esta línea que hemos llevado. También meternos un poco más en Latinoamérica. Pero grandes planes, como sacar una nueva línea, tampoco tenemos. En las editoriales pequeñas creo que es esencial no hacer grandes cambios de forma repentina. Por ejemplo, no dar muchos bandazos en el diseño, porque el espacio que se tiene en librerías es reducido y debes ser reconocible. Hay que mantener bien la imagen para poder ser reconocibles y esto es algo que creo que las editoriales pequeñas hacemos bien.

Cabaret Voltaire
http://www.cabaretvoltaire.es/

1 comentario:

  1. Que bueno, encontrarse con gente tan joven que sabe leer y que sabe mostrar. La calidad de los libros de esta editorial es la mejor publicidad que pueden tener, un libro te lleva al otro y ya no quieres parar. Me acuerdo de mi amigo Pedro que un día con la mirada medio perdida me dijo: "hay imágenes de Una educación libertina que no se me van de la cabeza por mas que quiera", allí comenzó un romance que ya dura un par de años y varios, varios buenos libros.

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