lunes, 16 de junio de 2014

El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl y Maus, de Art Spiegelman

La Historia de la Segunda Guerra Mundial comienza con la historia de una obsesión, la de un hombre con la aspiración de conquistar el mundo. Al final de la guerra, Hitler mantenía intactas sus obsesiones imperialistas. Entre medias de estos dos periodos, muerte y destrucción. ¿Y después?: graves secuelas, muchas de ellas convertidas en obsesiones. Hablaremos de dos libros que hablan de sendas obsesiones: El hombre en busca de sentido y Maus.

Viktor Frankl fue uno de los neurólogos y psiquiatras más influyentes del siglo XX. De origen judío, fue el fundador de la tercera escuela de Viena, la logoterapia, la cual propone la voluntad de sentido como la primera fuerza motivadora del hombre y cuyo imperativo categórico es: «Obra así, como si vivieras por segunda vez y la primera vez lo hubieras hecho tan desacertadamente como estás a punto de hacerlo ahora». En contraposición a esta se encuentran las otras dos escuelas de Viena: el psicoanálisis de Freud (voluntad del placer) y la psicología individual de Adler (voluntad del poder). 

Tal vez la obra más afamada de Frankl es El hombre en busca de sentido, en la que el autor intenta recoger el origen de la escuela fundada por el autor a partir de su internamiento, y estancia, durante tres años (1942-1945) en diversos campos de concentración nazis. El autor analiza desde su posición de psiquiatra cómo influía la vida del lager en su psique:
«Este libro no pretende presentar un informe sobre hechos y acontecimientos históricos, sino un relato de vivencias personales, unas experiencias vividas por millones de personas. Es la historia de un campo de concentración vista desde dentro, contada por uno de sus supervivientes. No se detiene a detallar el interminable catálogo de las atrocidades cometidas, que han sido ya prolijamente descritas (aunque no todos las creyeran); más bien narra la otra lista interminable de los tormentos diarios. O para decirlo en otras palabras, intenta dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cómo afectaba el día a día en un campo de concentración en la mente, en la psicología, del prisionero medio?»
A lo largo del libro se describen las distintas fases por las cuales pasan los presos, sus estados psíquicos (ilusión del indulto, apatía, pérdida del deseo sexual, irritabilidad, esperanza del futuro,…) y cómo Viktor Frankl llega a obsesionarse con la búsqueda de aquello que  le da sentido a su vida, con adivinar qué fuerza le impide arrojarse a la alambrada. Una búsqueda que le hace volver a su interior, a refugiarse en grandes pensadores como Nietzsche («El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo»).

Art Spiegelman es un historietista de nacionalidad estadounidense, de familia judía. En la década de los 80, con sus cómics underground se convirtió en un artista reputado, y llegó a influir en muchos artistas contemporáneos del momento. Una de sus obras más importante es Maus, en la que Spiegelman denuncia el Holocausto a partir de entrevistas que él mismo realiza a su padre, que sobrevivió a la Gran Guerra y a los campos de concentración. 

Uno de los aspectos que llaman mucho la atención de esta novela gráfica es que los grupos de personajes están caracterizados con diferentes animales: los judíos son ratones, los polacos no judíos son cerdos y los alemanes, gatos. El protagonista graba y transcribe una serie de entrevistas que realiza a su, ya mayor y enfermo padre, en las que este le cuenta cómo lograron sobrevivir al Holocausto, qué fue aquello a lo que tuvieron que renunciar y aquello que tuvieron que aceptar. Cuando Vladek (el padre) nos expresa cómo conseguían sobrevivir refugiados, en sótanos, graneros, etc., con accesos secretos, nos hace recordar el archifamoso Diario de Ana Frank

Pero, a nuestro modo de ver, hay un aspecto que destaca en la novela, y es el presente de los protagonistas, y la obsesión que tiene Vladek en la actualidad por no malgastar nada, ya sea dinero, cerillas, papel, o cualquier otra cosa; tanto es así que se convierte en una obsesión y es lo que provoca el problema con su segunda esposa, Mala, y con las personas que lo rodean. Este asunto no deja de recordarnos a nuestros abuelos; quién no ha ido a casa de sus antecesores y se ha encontrado una casa repleta de cacharros y cachivaches inservibles que convierten el piso en algo similar a un almacén de desechos, y todo, según ellos, por si acaso algún día vuelve la guerra.

Estos dos libros que parecen distar tanto —un ensayo y una novela gráfica— tienen un denominador común más allá del Holocausto: la obsesión. En el caso de El hombre en busca de sentido es una obsesión por encontrar la respuesta al impulso de sobrevivir; mientras que en Maus, la obsesión es el futuro, que se ha convertido casi en una enfermedad. Dos caras de las obsesiones: una que salva la vida y otra que la arruina. Aunque lo que sí está claro es que estos dos libros son lecturas imprescindibles para los obsesos del comportamiento del ser humano y la II Guerra Mundial.


Título: El hombre en busca de sentido
Autor: Viktor Frankl
Traductores: Christine Kopplhuber y Gabriel Insausti Herrero
Editorial: Herder Editorial
Páginas: 160






Título: Maus
Autor: Art Spiegelman
Traductor: Cruz Rodríguez Juiz
Editorial: Reservoir Books
Páginas: 296

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