domingo, 11 de mayo de 2014

Catálogo de formas, de Nicolás Cabral


En ocasiones, hablar de la primera novela de un autor es complicado; o, mejor dicho, al hablar de la primera novela de un autor solemos ser injustos. Cuando la analizamos (o sencillamente leemos) normalmente deseamos encontrar una voz propia, una estructura original, un lenguaje que se distinga del resto, es decir, esas cosas que caracterizan a las buenas obras. Pero hay autores que tal vez no tengan nada de esto y, sin embargo, son buenos autores porque aportan otros valores, como, por ejemplo, entretenimiento. Después de decir esto, hablar de Catálogo de formas de Nicolás Cabral es hablar de una primera novela con una voz propia, una estructura especial que a la vez consigue entretenernos.

El autor juega con la estructura del libro como si de una pieza arquitectónica se tratara. Tiene una estructura dividida en capítulos de la que no se sale en todo el libro. Utiliza frases cortas en todos ellos (salvo en dos o tres) que cumplen la función de conformar un estilo propio y, además, esto refleja que Nicolás Cabral ha trabajado en eliminar todo aquello que pudiera ser superficial. Obviamente, cuando se lee la novela ya no hay ninguna palabra, ninguna coma, o ningún punto que esté de más. Otra de las características del libro es que no es lineal. Existen saltos: en el tiempo, de lugares, de personajes.

Nicolás Cabral es argentino, concretamente de Córdoba, aunque vive en Ciudad de México. Estudió arquitectura, y allí es donde está el nexo con la novela, ya que esta habla de un Arquitecto y su entorno. Pero Nicolás Cabral no nos habla de un Arquitecto con un narrador en primera persona, sino que durante el libro se suceden monólogos de personas y acerca de lugares que complementan a este Arquitecto: el Pintor, el Albañil, una hija, un padre, escuelas, iglesias, una caverna, una torre, una selva,…. 

A veces el autor, no sabemos si intencionadamente o no, nos hace creer que nos encontramos ante una interpretación particular de la Biblia, pues nos habla del Arquitecto, el Libro, e incluso, en uno de los capítulos, parece que nos habla de la parábola del hijo pródigo y de Jesucristo: «Recuerdo el estudio. Recuerdo a mi padre en su estudio. Cuando me descubría observándolo, hacía como si yo no existiera. No así con mi hermano, su predilecto. No me quería, ni yo a él. Si consideraba que había cometido una falta, me castigaba con exquisita crueldad. Era, sin embargo, un pintor no exento de talento. Acaso al retratarme, cuando yo tenía treinta y tres años, condensó el discreto afecto que me tenía…». 

Sin embargo, esto parece ser una simple casualidad y una interpretación totalmente subjetiva, ya que el autor nos hace saber en las notas finales algo que nos hará descubrir el verdadero argumento, para lo cual, lo mejor es adquirir el libro, dejarse llevar por la lectura de cada monólogo, disfrutar de las voces que componen este libro y, al final, hallaremos el secreto de este catálogo de formas.


Título: Catálogo de formas
Autor: Nicolás Cabral
Editorial: Periférica
Páginas: 104
Precio: 13,75 eur (rústica)



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