martes, 20 de mayo de 2014

Autoedición (I): Primeros pasos

Antes de entrar en la cuestión de si uno debe o no autoeditarse un libro (cuya respuesta dejaremos abierta, lo avisamos desde ya, desde el principio), debemos preguntarnos qué es editar un libro. Ante todo, editar es hacer público un texto, darlo a conocer una vez que el autor lo ha dado por concluido. Habitualmente la labor de edición implica muchos pasos. De algunos de ellos ya hemos hablado en este blog: la corrección del texto, el editing, la maquetación, la elección del formato del libro y del papel, la ilustración de la cubierta, los textos de solapa y cuarta de cubierta… Es una labor tediosa y para la que se requiere un conocimiento de diversas materias que solo se adquiere con el tiempo y mucha experiencia, y aun así se sigue fallando.  Pero además de estas labores que lleva a cabo una editorial con el texto del autor, hay algo que  este debe tener siempre en cuenta: es el editor y no el autor el que pone el dinero para financiar la publicación de la obra.

Ahora bien, ¿qué es la autoedición? Pues consiste básicamente en que es el autor quien financia la edición y publicación de su obra. Y esto puede hacerse de dos formas. O bien busca él mismo correctores, maquetistas, diseñadores de cubiertas e imprenta donde imprimir los libros o bien publica su obra a través de una de las plataformas que ofrecen hoy día sus servicios en Intenet, como Bubok, Lulu o Celya. Entre estas plataformas, algunas ofrecen la impresión del número de ejemplares que el autor desee, como son las ya citadas, y otras ofrecen únicamente la disponibilidad del libro en formato electrónico, con la posibilidad, eso sí, de ponerlo a la venta. Entre estas últimas están Amazon o Casa del Libro.

¿Cuál de las anteriores es la mejor opción para alguien que quiera autoeditarse un libro? No existe una respuesta única. Posiblemente la mejor opción, para quien tenga tiempo y muchas ganas de sacar un producto bien acabado sea la primera opción, es decir, yo me guiso y yo me como, como Juan Palomo. El problema está en el dinero que uno quiera invertir en la publicación de su libro. Es aquí donde nos daremos cuenta de lo caro que sale publicar un libro, sobre todo si se quiere hacer bien. La mayoría de los autores noveles piensan que publicar un libro consiste en imprimir el libro, es decir, tener en las manos un conjunto de pliegos de papel cosidos (o pegados) a unas cubiertas, con un texto impreso. Pero eso no es un libro. Lo más importante del libro es precisamente el texto, y ahí es donde fallan la mayoría de libros autoeditados porque en muchas ocasiones nos encontramos con textos de baja calidad, ilegibles, con abundantes faltas de ortografía y errores léxicos y gramaticales por doquier. Casi todos los textos necesitan corrección, y ese es un paso que muchos autores desconocen y que incluso desdeñan, pero que puede hacer mejorar un texto de forma espectacular. Otro aspecto que no suele cuidarse es el de las cubiertas, cuyo diseño suele ser por lo general bastante deficiente (ay, esa Comic Sans qué daño ha hecho en las cubiertas). Y, por último, las maquetaciones de los textos suelen ser también desastrosas. No se tienen en cuenta algunos conceptos básicos como el tipo de composición que se va a utilizar para el texto, dónde colocar el folio (número de página), qué hacer con los caminos en el texto o con la partición de palabras. Para eso es necesario conocer las reglas básicas de la composición de textos, y la mayoría de autores noveles las desconoce.

Eso no es un defecto si el autor toma la iniciativa de confiar en profesionales que sí saben de ello y le pueden aconsejar, para que su libro pueda convertirse en un producto final bien acabado. El interés del texto ya es harina de otro costal y en la que no nos meteremos porque las editoriales de renombre también publican de vez en cuando textos de dudoso interés.

En el siguiente post se tratarán asuntos como la impresión, distribución o el crowdfunding.

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