martes, 11 de marzo de 2014

Cuando adelgazar no es lo más importante

Hay muchas personas que tienen aprecio por los libros, no solo por el contenido de sus tripas, sino también como preciosos y preciados objetos para ser vistos, tocados y olidos. Pero para que los libros continúen existiendo (o, al menos, para que haya editores que quieran seguir arriesgándose a publicarlos) y podamos seguir disfrutando de ellos, debemos comprarlos (sería estupendo también, por añadidura, que los leyésemos). Quizás esta afirmación parezca mercantilista, pero nos guste o no es la única forma de que estos objetos que queremos tanto continúen existiendo.

Hay diversas formas de hacer que un libro llame la atención cuando está expuesto en una librería. Las más obvias son el diseño de la cubierta y del lomo, pero hay otros elementos que pueden ayudar a hacer más visible un libro. Uno de ellos es la faja. Este elemento del libro, como ya comentamos en otro apunte (Las partes del libro I) «es una tira de papel que envuelve al libro y que suele llevar información promocional acerca de él. Tiene fines exclusivamente publicitarios y en ella se indican la tirada, el número de ediciones impresas o alguna frase seleccionada de una reseña favorable sobre el libro».

En el diseño de las fajas se puede jugar en dos ligas. Por un lado tenemos las fajas de los libros de las editoriales grandes, que no destacan precisamente por su diseño, sino más bien por incluir el número de ediciones del libro o la cantidad de ejemplares vendidos, siempre acompañada de una frase lapidaria que muchas veces tiene poco sentido. Un ejemplo es la faja del libro de Haruki Murakami Los años de peregrinación del chico sin color:


Sin embargo, las editoriales pequeñas buscan diferenciarse también con este elemento y se apoyan más en el diseño o en la frase de un escritor famoso que apoya la edición del libro. Un ejemplo de los dos casos puede ser la faja del libro La casa de hojas, en la que se intentan unir el diseño y frases de Stephen King o del New York Times:



Existen otras editoriales que hacen con la faja auténticas virguerías, como la editorial Blackie Books, que por ejemplo en la faja de su libro Cosas que los nietos deberían saber se despliega para convertirse en un póster:



Otras editoriales han recuperado una antigua costumbre que es incluir el texto de la faja en la propia cubierta del libro, como es el caso de Libros del Asteroide o de Acantilado. Otras no han abandonado nunca esta costumbre, como Anagrama, que suele incluir textos de reseñas acerca del libro en la contracubierta.

La faja a menudo suele resultar molesta para los lectores porque muchas veces no nos deja ver bien la ilustración de la cubierta. A veces eso es un alivio porque hay diseños que merecerían estar en el museo de los horrores. En otros casos un buen texto en una faja puede incluso levantar las ventas de un libro. Se puede trabajar incluso retorciendo la verdad, como el hecho de afirmar «El libro que ya han leído dos millones de personas», sin aclarar que se trata de cifras de ventas mundiales y no locales. Por tanto, no nos engañemos, ya sea por su diseño o por sus frases impactantes, el objetivo de la faja en los libros no es desde luego adelgazar, sino engordar las ventas.

Y vosotros, ¿recordáis alguna faja que os llamase la atención de manera especial?

__________

Imágenes obtenidas de:

No hay comentarios:

Publicar un comentario