martes, 18 de marzo de 2014

Entrevista: Tipos Infames, libros y vinos. Mucho más que una librería de paso

Cuando uno lee 84, Charing Cross Road (cuya lectura recomendamos desde aquí) le invade la melancolía de las librerías de antaño, esas que sobreviven aún a las grandes superficies, en las que la esencia de los libros se encarna en un Ser (sí, con mayúsculas) casi divino, hoy en vías de extinción y tan desprotegido... que te recibe mirando por encima de unas gafas en perfecto equilibrio sobre la punta de la nariz, y donde el polvo sirve de material protector de los libros.

Pero también existe otro tipo de librería donde el espíritu librero se mantiene intacto en otros Seres (sí, también en mayúsculas, y casi divinos), en vías de extinción también, sin gafas y donde el polvo ha sido sustituido por taninos. Estos Tipos Infames Curro, Gonzalo y Alfonso nos recibieron entre libros y vinos, con muchas recomendaciones que ofrecer y sobre todo con la intención de pasar un rato agradable. Y además, con el talante necesario para soportar nuestras preguntas.

P: La primera pregunta es obvia. ¿Cómo decidisteis embarcaros en la locura de montar una librería en el año 2010?

G: Pues abrimos la librería en octubre de 2010, aunque ya llevábamos unos tres años madurando el proyecto, tiempo en el que nos dedicamos a hacer un plan de empresa, a ver las posibilidades que había y a pedir créditos, hasta que en 2010 abrimos. ¿Por qué nos embarcamos en esto? Porque aparte de que nos apetecía hacer algo entre los tres, nos gustaba el mundo del libro. Algunos de nosotros habíamos trabajado en librerías grandes y, aunque esas no fueran las librerías de nuestros sueños fue así como nos empezó a picar el gusanillo del libro. Es así como descubres que de repente entablas relaciones muy particulares con la gente, con ese nexo que son los libros. Entonces se nos metió en la cabeza la idea de montar la librería. Bueno, no sé, yo creo que nos emborracharíamos o algo así porque si no… no sé cómo se nos pudo ocurrir la idea. Empezamos a darle vueltas a la posibilidad y, después de muchas penas, empezamos a tener otras penas, y muchas alegrías también.

A: Yo creo que coincidió con un momento muy generacional. Cuando va pasando el tiempo te das cuenta de que en ese momento nuestra generación de unos treinta o veintimuchos estaba asqueada con el trabajo y nosotros tampoco estábamos en una burbuja. Queríamos hacer algo nuevo, era el momento de arriesgarnos.


P: ¿Por qué combinar los libros con los vinos?

A: En la idea vino todo junto. Teníamos claro que queríamos crear una librería especializada en narrativa, de eso no había ninguna duda. Pero también queríamos que fuese una librería un poco como nosotros somos, es decir, que reuniese todos nuestros gustos y nuestras virtudes, si es que alguna hay, y tratar de crear un sitio agradable donde puedas estar cómodamente, es decir,  no queríamos abrir una librería de paso. Hoy día o todo es de paso o te apetece estar en un sitio tranquilo, donde hojear libros, tomarte una cerveza, un vino, un café, escuchar tu música, ver alguna exposición, ir a una presentación… Que no sea solo un acto de compra. Y además está el hecho de la prescripción. Con esa idea nació Tipos Infames.

G: Es la librería que nos hubiese gustado encontrar a nosotros como lectores. Eso sí, adaptada a nuestro gusto. No se trataba de que fuese mejor ni peor, sino de que tuviese un fondo, al menos de aquello que nosotros conocemos. Por suerte en Madrid hay todavía muchas librerías pero vimos que quizá esa parte nuestra estaba un poco más olvidada y por eso decidimos lanzarnos a poner en marcha el proyecto. Y con respecto al vino, considerábamos que poner una copa de vino que a nosotros nos gusta puede ser más literario que leer algunos libros que pueden encontrarse por ahí.

A: Es una cuestión de complementos. Nadie se extraña de que en una peluquería te den una cerveza, o de ir a cualquier tienda y tener opciones diferentes de compra a las que se anuncian en el cartel de la entrada. Y eso no tiene por qué ser diferente en el caso de los libros. Por ejemplo, vas a un museo y allí tienes merchandising, la librería del museo, la cafetería del museo, y no es menos museo el Museo del Prado que cualquier otro museo que no los tenga. Son complementos a lo que somos hoy en día. Tenemos poco tiempo y tratas de optimizarlo lo mejor posible en el sitio más idóneo.


P: Centrándonos ahora en los libros que tenéis en Tipos Infames, ¿obedecen a vuestros gustos personales o también os apoyáis en los gustos de amigos y conocidos?

G: Sí, claro, la gente que viene aquí también nos recomienda. A lo mejor leen algo en un suplemento y te comenta: oye, esto está muy bien. Con los libros de fondo sí que vas poco a poco leyendo e incorporando títulos. Las novedades son más complicadas. Te guías obviamente por editoriales que conoces, autores que conoces, o autores recomendados o citados por otras autores.


P: Y al exponer libros en las mesas de novedades, ¿hasta qué punto presionan las distribuidoras para que se coloquen determinados libros en sitios privilegiados?

A: Pues sorprendentemente, menos de lo que yo pensaba. Pero quizá es porque nuestro volumen de venta no es muy alto.  Yo pensaba que estaríamos más condicionados en este tipo de cosas, pero luego te das cuenta de que no. Los comerciales sí te comentan alguna cosa, pero solo que hay una campaña de la editorial y cosas así, pero es más un ruego que una obligación.


P: ¿Creéis que se pueden mejorar las relaciones con las distribuidoras? Por ejemplo, agilizar las devoluciones, o tener una relación más fluida con ellas…

G: Hay muchas cosas que se pueden mejorar. Nosotros abrimos con la condición del precio fijo, si no, no hubiésemos podido abrir, como muchas otras librerías. Una cadena de librerías se lleva más porcentaje que nosotros, eso está claro. Pero a nosotros con las distribuidoras que trabajamos no nos va mal, al menos en lo que tiene que ver con los pedidos, las devoluciones, etc.

A: Bueno, yo creo que sí que hay cosas que se pueden mejorar. A mí, que vengo de otro ámbito profesional diferente, me han pasado cosas en el mundo del libro que no había visto antes. Hay algunas distribuidoras que siguen funcionando muy analógicamente y ven extraño que, por ejemplo, les pidas un documento en formato digital, como un albarán o una factura e insisten en mandártelo por correo postal. Es una cosa de una distribuidora. Pero eso es muy significativo. No digo que todo el mundo del libro funcione así pero tampoco es una anécdota puntual.
Además percibo que el mundo del libro falta unidad a la hora de componer el nuevo mapa del sector, quizá sea por la cantidad de factores que lo componemos: distribuidor, editor, librero, etc. Es una cadena muy complicada. Porque hay tantos intereses que no hay un interés común, y al final no beneficia a nadie ni perjudica a nadie. Es una cadena rara carente de unidad en algunos casos y de cooperativismo. En el mundo del libro algunas grandes cadenas no te abren cuenta, o te menosprecian. No te consideran un igual, un colaborador. Al final te das cuenta de por qué la gente no quiere meterse en esto, no solo por las cuestiones burocráticas, sino porque el propio sector tiende a ser muy jerárquicos y conservador, con unas maneras de proceder que a veces no se ajustan a los tiempos actuales. Y es que montar una librería es un negocio caro y muy vocacional. Es más barato y cómodo, por ejemplo, montar un bar de copas. Y más rentable, seguro. Luego nos quejamos, pero es que no hay facilidades, ni por parte de la administración, que en eso no me meto, porque todos los sectores seguro que dirían lo mismo, pero es el propio mundo del libro el que no las da. Después todo el mundo celebra y está encantado de que se abran pequeñas librerías, que se monte Tipos Infames…, pero luego no hay sinergias dentro del propio sistema, y no digo que te hagan descuento por ser más pequeño ni nada de eso, no, simplemente que te faciliten las cosas.


P: Pasando ahora a vuestra relación con las editoriales, ¿tenéis contacto directo con ellas o solo tratáis con ellas a través de distribuidoras?

G: Sí, vienen por aquí y tenemos buena relación con muchas de ellas. Nos escribimos bastante con ellos por si quieren montar también presentaciones.

A: Nosotros teníamos la suerte, o la desventaja, nunca se sabe, de que conocíamos a algunos de ellos, por la página web soitu.es, un diario digital que estaba muy bien, donde hacíamos, entre comillas, crítica literaria desenfadada. Lo que hacíamos era prestar atención a otras cosas que no tenían relación con las mesas de novedades, un poco lo que es Tipos Infames pero en la web, en formato digital. Y allí empezamos a conocer a Diego Moreno, de Nórdica y a entrar en contacto con otros editores, sobre todo del grupo Contexto, con Sexto Piso, con Periférica, con Nórdica, y todavía seguimos teniendo muy buena relación con ellos.


P: ¿Qué libros son los que mejor funcionan?

G: Pues tenemos una suerte inmensa porque en realidad en Tipos Infames solemos vender lo que más nos ha gustado. Yo, antes, cuando trabajaba en otras librerías, me ponía a repasar lo que había vendido durante el día y decía, he vendido dos de este, uno de este, y sin embargo aquí no me acuerdo porque todo lo que vendo me gusta. Así, si me gusta un libro determinado, por ejemplo, el Viaje a la India de Tavares, empiezo a recomendarlo. Normalmente además terminamos recomendando lo mismo, porque más o menos tenemos los mismos gustos y al final tres de cada tres infames recomiendan lo mismo. Nos encanta leer pero además te dices, tengo que leer porque al final el posible éxito de Tipos Infames radica en que sepas saber qué estás vendiendo y saber transmitir esa euforia que tú sientes cuando lees los libros que te han gustado.


P: ¿Creéis que cada vez las editoriales están cuidando más los libros quizá por ese temor al libro digital? Pensamos en editoriales como Media Vaca, Nórdica o Jekyll & Jill.

A: Sí, las ediciones cada vez están más cuidadas. Por ejemplo, los libros de Media Vaca están muy bien, pero incluso algunas grandes como Edelvives están haciendo cosas muy chulas. Pero yo eso lo haría extensible incluso al resto de editoriales, no solo a las que publican libro ilustrado. En general las ediciones están más cuidadas. Lo del diseño de las cubiertas ya es otra cosa.

G: Con el libro ilustrado quizá hay demasiado boom ahora, y eso hace que todas las editoriales hayan tirado por ahí. Hay algunas que funcionan bien, pero hay otras que no venden casi nada. Pero es como en otros ámbitos. Cuantas más editoriales hay que sacan libros de ese tipo, más difícil es llamar la atención. Por ejemplo, de los independientes, así, en los últimos años, creo que el que hizo una colección desde el principio fue Nórdica. Luego cambiaron el formato y les sigue yendo bien. Fueron los primeros en apostar por el libro ilustrado. Y esta es una forma de intentar hacer algo a lo que el libro digital no puede llegar. Es decir, no solo a la hora de hacer libro ilustrado, sino al cuidado de la edición en general.


P: E incluso a la hora de escribir, ¿no? Por ejemplo, La casa de hojas, que no parece muy indicado para disfrutarlo en formato digital…

G: Sí, claro, o El atlas de islas remotas, que es un libro que da gusto abrir y hojear. Ese tipo de libros no se pueden hacer en formato digital.

A: Quizá la cosa esté en que las editoriales publiquen menos títulos al año pero que lo saquen esté más cuidado. Es decir, que una editorial saque doce títulos al año, pero que sepas que siempre vas a tener un buen producto, que sean libros con una buena traducción, que no haya erratas, que tengan un buen papel, y que el formato sea atractivo para el lector.


P: ¿Cuál es vuestra opinión acerca de la autoedición? Y, ¿habéis tenido u os plantearías incluir en la librería libros autoeditados?

G: Hemos tenido algunos libros autoeditados. Es otra posibilidad de publicar. Nos ha ocasionado más de un problemilla. Generalmente son gente muy amateur, aunque no todos, porque a veces se ven cosas muy chulas, pero en general no suelen tener mucha calidad. Son poco llamativos.

A: En realidad son dos problemas. El primero es la calidad del texto, como dice Gonzalo, y el otro la gestión. Todo el mundo quiere tener su libro en el punto de venta, pero eso incluye una gestión de ese depósito, de tramitar albaranes, facturas, reposiciones en plazo… y desgraciadamente en la mayoría de los casos no se realiza o se hace al ejercerse de una manera amateur, recayendo sobre nosotros esa tarea que por motivos de recursos humanos no podemos realizar.

G: Y además luego si te traen los libros no te suelen dar un albarán.

A: Muchos no pueden facturarte. Y luego la gente que lo hace no suele llevar bien los registros. Por lo que al final, si multiplicas el caso de un autor individual por diez, lo que generas es un problema de gestión enorme porque nuestros recursos son limitados, y así mientras uno está pendiente de los depósitos de siete personas, que en realidad son siete libros, pues claro, con una distribuidora que lleva a treinta editoriales a la vez, la capacidad de gestión es mucho mayor. Es más lo eficaz y para nuestros limitados recursos humanos lo único viable a día de hoy.

G: Otro pero, en el sentido de contenido, es que como no hay tiempo de hacer una criba, tampoco sabes cuáles van a merecer la pena y cuáles no. Por ejemplo, si saca una novedad Libros del Asteroide, sabes que hay un mínimo de calidad porque ya tienen una trayectoria detrás que los respalda, pero con la autoedición no sabes nada. Por tanto, si sumas los dos factores, es complicado gestionarlo. De hecho, creo que ahora mismo no tenemos ninguno.


P: ¿Os habéis planteado entrar en algún momento en el mundo del libro electrónico? Por ejemplo, en EEUU hay librerías que han diseñado aplicaciones que permiten comprar libros en formato digital con solo apuntar con la cámara del móvil a los libros que tiene expuestos la librería. La aplicación te lleva a la librería virtual de la librería y así el negocio siempre se queda en ella.

A: En realidad llevamos tres años y parece que llevemos toda la vida. Estamos todavía achicando agua más que navegando. Tenemos deudas que pagar (como todos los pequeños negocios) y muchos proyectos que llevar a cabo que por falta de tiempo no hemos podido realizar. Estamos en un momento en el que nadie sabía qué va pasar con el libro digital. Parecía que en estas últimas navidades el libro digital ya se iba a comer al de papel y al final resulta que todo va más tranquilo. Tampoco se sabe qué plataforma va a ser la que se imponga sobre las otras: si es el Kindle, si es la no se qué, si el la Game Boy, la Game Gear, creo que hay que tomar oxígeno, respirar un poco y esperar, porque ni las grandes librerías, ni las distribuidoras, ni los fabricantes saben por dónde va a ir. Nosotros somos permeables a todo, eso sí. Seguramente el libro digital va a convivir con el papel, no sé por cuántos años, pero tampoco sabemos todavía cómo posicionarnos, no sabes a qué atenerte.

G: Es verdad que puedes tratar de buscar una forma de convivencia, de que la gente venga y compre el libro en papel pero si lo quiere en digital, que tenga la posibilidad de conseguir una descarga digital. Pero eso requiere gastos, infraestructuras, aunque hay que estar pendiente de cómo evoluciona la cosa.


P: El problema es que quizá ni las editoriales lo tienen claro aún.

A: Sí, por ejemplo hay editoriales que ya nacen con esta vocación de lo digital. Alguna como Malpaso te ofrece el libro en papel y con la posibilidad de obtener gratuitamente el libro en formato electrónico. Como librero lo veo muy bien, porque das la oportunidad a un cliente de que se lleve dos libros por el precio de uno pero como lector, no se si tiene sentido, porque digo, ¿para qué necesito el mismo libro en distintos formatos? Sin embargo pienso que en este comienzo incierto de lo digital, Malpaso lo ha hecho muy bien, y que sus pautas son interesantes pero, en general, en este asunto todavía no está claro por dónde van a ir los tiros. Todo son pequeños tanteos.


P: ¿Qué papel tienen las redes sociales en la promoción de la librería?

A: Yo creo que se nota la ausencia, no la presencia. Es como la boda de tu prima: si vas no pasa nada, pero como faltes…

G: Nosotros las usamos habitualmente. La repercusión, depende de los días, la verdad. A veces tienes una presentación, lo has tratado de difundir y luego vienen veinte personas. Y en otras a lo mejor casi no lo anuncias y tienes la librería llena. Es una repercusión que no es calculable. Como dice Alfonso, tenemos que estar ahí, eso seguro. En Facebook, en Twitter, en Instagram… Nosotros tratamos de virtualizar un poco la librería, que la gente pueda encontrar las presentaciones que hacemos, o que vea las recomendaciones en Facebook, cosas así. A veces viene gente y te pregunta por cosas que has colgado en el Facebook, por lo que supongo que a veces sí que funciona.

A: Lo cierto es que tampoco estamos muy pendientes de eso, la verdad. Habría que cuantificarlo, porque hay herramientas para hacerlo, pero tampoco tenemos tanto tiempo como para preocuparnos por medirlo. Lo llevamos entre nosotros y así le damos nuestro toque personal, como en la librería. ¿Nos equivocaremos? Pues seguro que sí, pero nos equivocamos desde nuestras convicciones. Es lo mismo que hacemos con las pegatinas de «Canela fina» o de «Fetén» para recomendar libros, porque nos gustan esas expresiones y es una forma de atraer a los lectores.


P: De hecho esa es una buena manera de fidelizar a los clientes.

G: Sí, lo que buscamos es encontrar a gente que sea afín a tus gustos porque al final nuestros gustos se ven en la librería. Por ejemplo, yo creo que lo más comentado de lo que hemos colgado en Facebook fue un bocata de sardinas que nos comimos aquí un día con un dibujo de El pan a secas, de Chukri. El libro no creo que se vendiera por eso, pero al final fue lo más comentado. Tienes que buscar cosas que llamen la atención porque en Facebook ves de todo ya: un nuevo libro, una que se ha hecho un corte de pelo, cosas así. Por eso hay que buscar cosas que llamen la atención, pero es complicado.

A: Al final, ¿tienes que estar en las redes sociales? Sí. Pero también tienes que tener un buen local, que se vea bien en la calle, y sobre todo ser fiel a ti mismo. Y en eso sí que lo somos, en los libros que escogemos, en los vinos, las cervezas, en el Facebook, porque lo que hacemos lo hacemos tal y como somos nosotros, para bien o para mal.


P: ¿Qué tipo de actos celebráis por aquí?

G: Muchas presentaciones de libros. También exposiciones. La última que tenemos es por ejemplo una exposición muy literaria también, de María Platero. Las exposiciones las está coordinando Manuel Moreno. Cada mes traemos cosas nuevas, de fotografía, dibujo… También organizamos catas de vinos. A veces las proponesí, el enólogo con el que trabajamos, Rafa Gandía, nos envía las propuestas dmos y la gente que quiere se apunta o puede venir un grupo de personas y que nos proponga una y nos diga cómo quiere hacerla. Ae vinos, y creo que funcionamos bien. Le damos a todos los vicios.

A: También hacemos la actividad del librero por un día, que suele ser un autor que se pasa por aquí y recomienda libros a los clientes. Es tratar de dar una vuelta al fondo en otro orden distinto. Tú no sabes que un libro determinado existe pero de repente te lo recomienda Marcos Giralt Torrente o Marta Sanz…

G: Y esto va a la par con la editorial del mes, de la que colocamos algunos títulos de esa editorial o bien los sacamos nosotros del fondo que tenemos, que habitualmente pasan desapercibidos y «rescatamos» esos títulos.

A: El problema es que a veces las novedades te comen. No es un pero para las librerías, pero  es verdad que a veces se pierde un poco la noción de la importancia del fondo. Pero a nosotros también nos pasa. A veces llega alguien y nos dice: recomiéndame un libro. Y te vas enseguida a las mesas de novedades porque no te acuerdas de que por allí tienes unos lomos que están en las estanterías y que también se pueden vender.


P: ¿Os habéis  planteado en algún momento montar una editorial?

G: (risas): Hubo un momento en el que estuvimos hablando entre nosotros, porque eso, claro, nos haría ilusión. Pero hay varios peros. Sobre todo el condicionamiento temporal que tenemos para dedicarnos a ello. A mí me gusta mucho pasar por librerías de segunda mano y buscar libros agotados, pero luego no tienes tiempo de leerlos. Estás aquí todo el día metido y nuestro tiempo para la lectura se ve muy reducido. Si pasamos tiempo leyendo esas cosas, más el tiempo de la edición, yo creo que en marzo los tres tipos infames solo podríamos recomendar ese libro cuando se editase, porque durante ese tiempo casi no habríamos leído nada.

A: Yo creo que a día de hoy no tiene sentido. Es que no tenemos tiempo. Yo, siguiendo con mis paralelismos familiares, no quiero ser padre de nada, de ningún libro. Con ser el tío ya tengo bastante. Sin embargo, montar ahora una editorial sí podría ser un negocio apetecible, si no tuviésemos la librería, claro, sobre todo por algunas de las dificultades de las que hemos hablado antes. Es un plan más o menos viable, si va acompañado de un proyecto serio, que vean que tienes una estructura detrás, que tienes una serie de autores a lo largo de cierto tiempo y que ya tienes cerrados. Y luego, la inversión inicial es bastante más reducida que para montar una librería, en torno al 30 % (no requiere de local comercial, menores costes fijos, menos inversión inicial…)


P: Y, para terminar, ¿cuáles son los planes de futuro para Tipos Infames?

A: Cerrar dos días a la semana (risas). A mí es lo que me gustaría a medio o largo plazo, pero creo que es imposible.

G: Seguir abiertos es un triunfo, pero intentar que día a día vaya todo un poco mejor. Parte del éxito de Tipos Infames o de que sigamos abiertos, que es más preciso, es que nos llevamos muy bien. Ya nos conocíamos, teníamos nuestras filias compartidas y estar aquí doce horas haciendo cosas juntos…

A: La cosa es que cierras y todavía te apetece tomarte una cerveza con tus amigos, con los que llevas trabajando tantas horas.

G: Sí, incluso el día de cierre nos llamamos y nos vamos por ahí a tomar algo. Y luego, la gente que viene aquí, que ya son parroquianos y, para seguir con el tema de la familia, forman ya parte de la familia infame. Creo que es lo que mejor hacen las librerías pequeñas, el hecho de confraternizar.

A: Eso ayuda a la gente a coincidir con otros. Si esto fuese solo una librería, la gente no vendría igual, o vendría siempre a la misma hora, se daría una vuelta entre los libros y se marcharía. Pero de este modo la gente coincide, se toman un vino, se hacen amigos… se han hecho hasta novios aquí, ha habido romances, separaciones…

G: El deseo es que cada vez vaya mejor Tipos Infames, que podamos seguir abiertos y que podamos seguir con ello. Eso no es pedir mucho, ¿no?



Tipos Infames 
Calle San Joaquín, 3
Madrid
http://www.tiposinfames.com/

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