Cuando uno lee 84, Charing Cross Road (cuya lectura recomendamos desde aquí) le invade la melancolía de las librerías de antaño, esas que sobreviven aún a las grandes superficies, en las que la esencia de los libros se encarna en un Ser (sí, con mayúsculas) casi divino, hoy en vías de extinción y tan desprotegido... que te recibe mirando por encima de unas gafas en perfecto equilibrio sobre la punta de la nariz, y donde el polvo sirve de material protector de los libros.
Pero también existe otro tipo de librería donde el espíritu librero se mantiene intacto en otros Seres (sí, también en mayúsculas, y casi divinos), en vías de extinción también, sin gafas y donde el polvo ha sido sustituido por taninos. Estos Tipos Infames —Curro, Gonzalo y Alfonso— nos recibieron entre libros y vinos, con muchas recomendaciones que ofrecer y sobre todo con la intención de pasar un rato agradable. Y además, con el talante necesario para soportar nuestras preguntas.
Pero también existe otro tipo de librería donde el espíritu librero se mantiene intacto en otros Seres (sí, también en mayúsculas, y casi divinos), en vías de extinción también, sin gafas y donde el polvo ha sido sustituido por taninos. Estos Tipos Infames —Curro, Gonzalo y Alfonso— nos recibieron entre libros y vinos, con muchas recomendaciones que ofrecer y sobre todo con la intención de pasar un rato agradable. Y además, con el talante necesario para soportar nuestras preguntas.
P: La
primera pregunta es obvia. ¿Cómo decidisteis embarcaros en la locura de montar
una librería en el año 2010?
G:
Pues abrimos la librería en octubre de 2010, aunque ya llevábamos unos tres
años madurando el proyecto, tiempo en el que nos dedicamos a hacer un plan de
empresa, a ver las posibilidades que había y a pedir créditos, hasta que en
2010 abrimos. ¿Por qué nos embarcamos en esto? Porque aparte de que nos
apetecía hacer algo entre los tres, nos gustaba el mundo del libro. Algunos de
nosotros habíamos trabajado en librerías grandes y, aunque esas no fueran las
librerías de nuestros sueños fue así como nos empezó a picar el gusanillo del
libro. Es así como descubres que de repente entablas relaciones muy
particulares con la gente, con ese nexo que son los libros. Entonces se nos
metió en la cabeza la idea de montar la librería. Bueno, no sé, yo creo que nos
emborracharíamos o algo así porque si no… no sé cómo se nos pudo ocurrir la
idea. Empezamos a darle vueltas a la posibilidad y, después de muchas penas,
empezamos a tener otras penas, y muchas alegrías también.
A: Yo
creo que coincidió con un momento muy generacional. Cuando va pasando el tiempo
te das cuenta de que en ese momento nuestra generación de unos treinta o
veintimuchos estaba asqueada con el trabajo y nosotros tampoco estábamos en una
burbuja. Queríamos hacer algo nuevo, era el momento de arriesgarnos.
P:
¿Por qué combinar los libros con los vinos?
A: En
la idea vino todo junto. Teníamos claro que queríamos crear una librería
especializada en narrativa, de eso no había ninguna duda. Pero también
queríamos que fuese una librería un poco como nosotros somos, es decir, que
reuniese todos nuestros gustos y nuestras virtudes, si es que alguna hay, y
tratar de crear un sitio agradable donde puedas estar cómodamente, es
decir, no queríamos abrir una librería
de paso. Hoy día o todo es de paso o te apetece estar en un sitio tranquilo,
donde hojear libros, tomarte una cerveza, un vino, un café, escuchar tu música,
ver alguna exposición, ir a una presentación… Que no sea solo un acto de
compra. Y además está el hecho de la prescripción. Con esa idea nació Tipos
Infames.
G: Es
la librería que nos hubiese gustado encontrar a nosotros como lectores. Eso sí,
adaptada a nuestro gusto. No se trataba de que fuese mejor ni peor, sino de que
tuviese un fondo, al menos de aquello que nosotros conocemos. Por suerte en
Madrid hay todavía muchas librerías pero vimos que quizá esa parte nuestra
estaba un poco más olvidada y por eso decidimos lanzarnos a poner en marcha el
proyecto. Y con respecto al vino, considerábamos que poner una copa de vino que
a nosotros nos gusta puede ser más literario que leer algunos libros que pueden
encontrarse por ahí.
P:
Centrándonos ahora en los libros que tenéis en Tipos Infames, ¿obedecen a
vuestros gustos personales o también os apoyáis en los gustos de amigos y
conocidos?
G:
Sí, claro, la gente que viene aquí también nos recomienda. A lo mejor leen algo
en un suplemento y te comenta: oye, esto está muy bien. Con los libros de fondo
sí que vas poco a poco leyendo e incorporando títulos. Las novedades son más
complicadas. Te guías obviamente por editoriales que conoces, autores que
conoces, o autores recomendados o citados por otras autores.
P: Y
al exponer libros en las mesas de novedades, ¿hasta qué punto presionan las
distribuidoras para que se coloquen determinados libros en sitios
privilegiados?
A:
Pues sorprendentemente, menos de lo que yo pensaba. Pero quizá es porque
nuestro volumen de venta no es muy alto.
Yo pensaba que estaríamos más condicionados en este tipo de cosas, pero
luego te das cuenta de que no. Los comerciales sí te comentan alguna cosa, pero
solo que hay una campaña de la editorial y cosas así, pero es más un ruego que
una obligación.
P:
¿Creéis que se pueden mejorar las relaciones con las distribuidoras? Por
ejemplo, agilizar las devoluciones, o tener una relación más fluida con ellas…
G:
Hay muchas cosas que se pueden mejorar. Nosotros abrimos con la condición del
precio fijo, si no, no hubiésemos podido abrir, como muchas otras librerías.
Una cadena de librerías se lleva más porcentaje que nosotros, eso está claro.
Pero a nosotros con las distribuidoras que trabajamos no nos va mal, al menos en
lo que tiene que ver con los pedidos, las devoluciones, etc.
A:
Bueno, yo creo que sí que hay cosas que se pueden mejorar. A mí, que vengo de
otro ámbito profesional diferente, me han pasado cosas en el mundo del libro
que no había visto antes. Hay algunas distribuidoras que siguen funcionando muy
analógicamente y ven extraño que, por
ejemplo, les pidas un documento en formato digital, como un albarán o una
factura e insisten en mandártelo por correo postal. Es una cosa de una
distribuidora. Pero eso es muy significativo. No digo que todo el mundo del
libro funcione así pero tampoco es una anécdota puntual.
P:
Pasando ahora a vuestra relación con las editoriales, ¿tenéis contacto directo
con ellas o solo tratáis con ellas a
través de distribuidoras?
G:
Sí, vienen por aquí y tenemos buena relación con muchas de ellas. Nos escribimos
bastante con ellos por si quieren montar también presentaciones.
A:
Nosotros teníamos la suerte, o la desventaja, nunca se sabe, de que conocíamos
a algunos de ellos, por la página web soitu.es, un diario digital que estaba
muy bien, donde hacíamos, entre comillas, crítica literaria desenfadada. Lo que
hacíamos era prestar atención a otras cosas que no tenían relación con las
mesas de novedades, un poco lo que es Tipos Infames pero en la web, en formato
digital. Y allí empezamos a conocer a Diego Moreno, de Nórdica y a entrar en
contacto con otros editores, sobre todo del grupo Contexto, con Sexto Piso, con
Periférica, con Nórdica, y todavía seguimos teniendo muy buena relación con
ellos.
P:
¿Qué libros son los que mejor funcionan?
G:
Pues tenemos una suerte inmensa porque en realidad en Tipos Infames solemos
vender lo que más nos ha gustado. Yo, antes, cuando trabajaba en otras
librerías, me ponía a repasar lo que había vendido durante el día y decía, he
vendido dos de este, uno de este, y sin embargo aquí no me acuerdo porque todo
lo que vendo me gusta. Así, si me gusta un libro determinado, por ejemplo, el Viaje a la India de Tavares, empiezo a recomendarlo. Normalmente además terminamos
recomendando lo mismo, porque más o menos tenemos los mismos gustos y al final
tres de cada tres infames recomiendan lo mismo. Nos encanta leer pero además te
dices, tengo que leer porque al final el posible éxito de Tipos Infames radica
en que sepas saber qué estás vendiendo y saber transmitir esa euforia que tú sientes
cuando lees los libros que te han gustado.
P:
¿Creéis que cada vez las editoriales están cuidando más los libros quizá por
ese temor al libro digital? Pensamos en editoriales como Media Vaca, Nórdica o
Jekyll & Jill.
G:
Con el libro ilustrado quizá hay demasiado boom ahora, y
eso hace que todas las editoriales hayan tirado por ahí. Hay algunas que
funcionan bien, pero hay otras que no venden casi nada. Pero es como en otros
ámbitos. Cuantas más editoriales hay que sacan libros de ese tipo, más difícil
es llamar la atención. Por ejemplo, de los independientes, así, en los últimos
años, creo que el que hizo una colección desde el principio fue Nórdica. Luego
cambiaron el formato y les sigue yendo bien. Fueron los primeros en apostar por
el libro ilustrado. Y esta es una forma de intentar hacer algo a lo que el
libro digital no puede llegar. Es decir, no solo a la hora de hacer libro
ilustrado, sino al cuidado de la edición en general.
P: E
incluso a la hora de escribir, ¿no? Por ejemplo, La casa de hojas, que no parece muy indicado para disfrutarlo en formato digital…

A: Quizá la cosa esté en que las editoriales publiquen menos títulos al año
pero que lo saquen esté más cuidado. Es decir, que una editorial saque doce
títulos al año, pero que sepas que siempre vas a tener un buen producto, que
sean libros con una buena traducción, que no haya erratas, que tengan un buen
papel, y que el formato sea atractivo para el lector.
P:
¿Cuál es vuestra opinión acerca de la autoedición? Y, ¿habéis tenido u os
plantearías incluir en la librería libros autoeditados?
G:
Hemos tenido algunos libros autoeditados. Es otra posibilidad de publicar. Nos
ha ocasionado más de un problemilla. Generalmente son gente muy amateur, aunque no todos, porque a veces se ven cosas muy chulas, pero en
general no suelen tener mucha calidad. Son poco llamativos.
A: En
realidad son dos problemas. El primero es la calidad del texto, como dice
Gonzalo, y el otro la gestión. Todo el mundo quiere tener su libro en el punto
de venta, pero eso incluye una gestión de ese depósito, de tramitar albaranes,
facturas, reposiciones en plazo… y desgraciadamente en la mayoría de los casos
no se realiza o se hace al ejercerse de una manera amateur, recayendo sobre
nosotros esa tarea que por motivos de recursos humanos no podemos realizar.
G: Y
además luego si te traen los libros no te suelen dar un albarán.
A:
Muchos no pueden facturarte. Y luego la gente que lo hace no suele llevar bien
los registros. Por lo que al final, si multiplicas el caso de un autor
individual por diez, lo que generas es un problema de gestión enorme porque
nuestros recursos son limitados, y así mientras uno está pendiente de los
depósitos de siete personas, que en realidad son siete libros, pues claro, con
una distribuidora que lleva a treinta editoriales a la vez, la capacidad de
gestión es mucho mayor. Es más lo eficaz y para nuestros limitados recursos
humanos lo único viable a día de hoy.
G:
Otro pero, en el sentido de contenido, es que como no hay tiempo de hacer una
criba, tampoco sabes cuáles van a merecer la pena y cuáles no. Por ejemplo, si
saca una novedad Libros del Asteroide, sabes que hay un mínimo de calidad
porque ya tienen una trayectoria detrás que los respalda, pero con la
autoedición no sabes nada. Por tanto, si sumas los dos factores, es complicado
gestionarlo. De hecho, creo que ahora mismo no tenemos ninguno.
P:
¿Os habéis planteado entrar en algún momento en el mundo del libro electrónico?
Por ejemplo, en EEUU hay librerías que han diseñado aplicaciones que permiten
comprar libros en formato digital con solo apuntar con la cámara del móvil a
los libros que tiene expuestos la librería. La aplicación te lleva a la
librería virtual de la librería y así el negocio siempre se queda en ella.
A: En
realidad llevamos tres años y parece que llevemos toda la vida. Estamos todavía
achicando agua más que navegando. Tenemos deudas que pagar (como todos los
pequeños negocios) y muchos proyectos que llevar a cabo que por falta de tiempo
no hemos podido realizar. Estamos en un momento en el que nadie sabía qué va
pasar con el libro digital. Parecía que en estas últimas navidades el libro
digital ya se iba a comer al de papel y al final resulta que todo va más
tranquilo. Tampoco se sabe qué plataforma va a ser la que se imponga sobre las
otras: si es el Kindle, si es la no se qué, si el la Game Boy, la Game Gear,
creo que hay que tomar oxígeno, respirar un poco y esperar, porque ni las
grandes librerías, ni las distribuidoras, ni los fabricantes saben por dónde va
a ir. Nosotros somos permeables a todo, eso sí. Seguramente el libro digital va
a convivir con el papel, no sé por cuántos años, pero tampoco sabemos todavía
cómo posicionarnos, no sabes a qué atenerte.
G: Es
verdad que puedes tratar de buscar una forma de convivencia, de que la gente
venga y compre el libro en papel pero si lo quiere en digital, que tenga la
posibilidad de conseguir una descarga digital. Pero eso requiere gastos,
infraestructuras, aunque hay que estar pendiente de cómo evoluciona la cosa.
P: El
problema es que quizá ni las editoriales lo tienen claro aún.
A:
Sí, por ejemplo hay editoriales que ya nacen con esta vocación de lo digital.
Alguna como Malpaso te ofrece el libro en papel y con la posibilidad de obtener
gratuitamente el libro en formato electrónico. Como librero lo veo muy bien,
porque das la oportunidad a un cliente de que se lleve dos libros por el precio
de uno pero como lector, no se si tiene sentido, porque digo, ¿para qué necesito
el mismo libro en distintos formatos? Sin embargo pienso que en este comienzo incierto
de lo digital, Malpaso lo ha hecho muy bien, y que sus pautas son interesantes
pero, en general, en este asunto todavía no está claro por dónde van a ir los
tiros. Todo son pequeños tanteos.
P:
¿Qué papel tienen las redes sociales en la promoción de la librería?
A: Yo
creo que se nota la ausencia, no la presencia. Es como la boda de tu prima: si
vas no pasa nada, pero como faltes…
G:
Nosotros las usamos habitualmente. La repercusión, depende de los días, la
verdad. A veces tienes una presentación, lo has tratado de difundir y luego
vienen veinte personas. Y en otras a lo mejor casi no lo anuncias y tienes la
librería llena. Es una repercusión que no es calculable. Como dice Alfonso,
tenemos que estar ahí, eso seguro. En Facebook, en Twitter, en Instagram…
Nosotros tratamos de virtualizar un poco la librería, que la gente pueda
encontrar las presentaciones que hacemos, o que vea las recomendaciones en
Facebook, cosas así. A veces viene gente y te pregunta por cosas que has
colgado en el Facebook, por lo que supongo que a veces sí que funciona.
A: Lo
cierto es que tampoco estamos muy pendientes de eso, la verdad. Habría que
cuantificarlo, porque hay herramientas para hacerlo, pero tampoco tenemos tanto
tiempo como para preocuparnos por medirlo. Lo llevamos entre nosotros y así le
damos nuestro toque personal, como en la librería. ¿Nos equivocaremos? Pues
seguro que sí, pero nos equivocamos desde nuestras convicciones. Es lo mismo
que hacemos con las pegatinas de «Canela fina» o de «Fetén» para recomendar
libros, porque nos gustan esas expresiones y es una forma de atraer a los
lectores.
P: De
hecho esa es una buena manera de fidelizar a los clientes.
G:
Sí, lo que buscamos es encontrar a gente que sea afín a tus gustos porque al
final nuestros gustos se ven en la librería. Por ejemplo, yo creo que lo más
comentado de lo que hemos colgado en Facebook fue un bocata de sardinas que nos
comimos aquí un día con un dibujo de El pan a secas,
de Chukri. El libro no creo que se vendiera por eso, pero al final fue lo más
comentado. Tienes que buscar cosas que llamen la atención porque en Facebook
ves de todo ya: un nuevo libro, una que se ha hecho un corte de pelo, cosas
así. Por eso hay que buscar cosas que llamen la atención, pero es complicado.
A: Al final, ¿tienes que estar en las redes sociales? Sí. Pero también tienes que tener un buen local, que se vea bien en la calle, y sobre todo ser fiel a ti mismo. Y en eso sí que lo somos, en los libros que escogemos, en los vinos, las cervezas, en el Facebook, porque lo que hacemos lo hacemos tal y como somos nosotros, para bien o para mal.
P:
¿Qué tipo de actos celebráis por aquí?
G:
Muchas presentaciones de libros. También exposiciones. La última que tenemos es
por ejemplo una exposición muy literaria también, de María Platero. Las
exposiciones las está coordinando Manuel Moreno. Cada mes traemos cosas nuevas,
de fotografía, dibujo… También organizamos catas de vinos. A veces las
proponesí, el enólogo con el que trabajamos, Rafa Gandía, nos envía las propuestas dmos y la gente que quiere se apunta o puede venir un grupo de personas y
que nos proponga una y nos diga cómo quiere hacerla. Ae vinos, y creo que
funcionamos bien. Le damos a todos los vicios.
A:
También hacemos la actividad del librero por un día, que suele ser un autor que
se pasa por aquí y recomienda libros a los clientes. Es tratar de dar una
vuelta al fondo en otro orden distinto. Tú no sabes que un libro determinado
existe pero de repente te lo recomienda Marcos Giralt Torrente o Marta Sanz…
G: Y
esto va a la par con la editorial del mes, de la que colocamos algunos títulos
de esa editorial o bien los sacamos nosotros del fondo que tenemos, que
habitualmente pasan desapercibidos y «rescatamos» esos títulos.
A: El
problema es que a veces las novedades te comen. No es un pero para las
librerías, pero es verdad que a veces se
pierde un poco la noción de la importancia del fondo. Pero a nosotros también
nos pasa. A veces llega alguien y nos dice: recomiéndame un libro. Y te vas
enseguida a las mesas de novedades porque no te acuerdas de que por allí tienes
unos lomos que están en las estanterías y que también se pueden vender.
P:
¿Os habéis planteado en algún momento
montar una editorial?
G:
(risas): Hubo un momento en el que estuvimos hablando entre nosotros, porque
eso, claro, nos haría ilusión. Pero hay varios peros. Sobre todo el
condicionamiento temporal que tenemos para dedicarnos a ello. A mí me gusta
mucho pasar por librerías de segunda mano y buscar libros agotados, pero luego
no tienes tiempo de leerlos. Estás aquí todo el día metido y nuestro tiempo
para la lectura se ve muy reducido. Si pasamos tiempo leyendo esas cosas, más
el tiempo de la edición, yo creo que en marzo los tres tipos infames solo
podríamos recomendar ese libro cuando se editase, porque durante ese tiempo
casi no habríamos leído nada.
A: Yo
creo que a día de hoy no tiene sentido. Es que no tenemos tiempo. Yo, siguiendo
con mis paralelismos familiares, no quiero ser padre de nada, de ningún libro.
Con ser el tío ya tengo bastante. Sin embargo, montar ahora una editorial sí
podría ser un negocio apetecible, si no tuviésemos la librería, claro, sobre
todo por algunas de las dificultades de las que hemos hablado antes. Es un plan
más o menos viable, si va acompañado de un proyecto serio, que vean que tienes
una estructura detrás, que tienes una serie de autores a lo largo de cierto
tiempo y que ya tienes cerrados. Y luego, la inversión inicial es bastante más
reducida que para montar una librería, en torno al 30 % (no requiere de local
comercial, menores costes fijos, menos inversión inicial…)
P: Y,
para terminar, ¿cuáles son los planes de futuro para Tipos Infames?
A:
Cerrar dos días a la semana (risas). A mí es lo que me gustaría a medio o largo
plazo, pero creo que es imposible.
G:
Seguir abiertos es un triunfo, pero intentar que día a día vaya todo un poco
mejor. Parte del éxito de Tipos Infames o de que sigamos abiertos, que es más
preciso, es que nos llevamos muy bien. Ya nos conocíamos, teníamos nuestras
filias compartidas y estar aquí doce horas haciendo cosas juntos…
A: La
cosa es que cierras y todavía te apetece tomarte una cerveza con tus amigos, con
los que llevas trabajando tantas horas.
G:
Sí, incluso el día de cierre nos llamamos y nos vamos por ahí a tomar algo. Y
luego, la gente que viene aquí, que ya son parroquianos y,
para seguir con el tema de la familia, forman ya parte de la familia infame.
Creo que es lo que mejor hacen las librerías pequeñas, el hecho de
confraternizar.
A:
Eso ayuda a la gente a coincidir con otros. Si esto fuese solo una librería, la
gente no vendría igual, o vendría siempre a la misma hora, se daría una vuelta entre
los libros y se marcharía. Pero de este modo la gente coincide, se toman un
vino, se hacen amigos… se han hecho hasta novios aquí, ha habido romances,
separaciones…
Tipos Infames
Calle San Joaquín, 3
Madrid
http://www.tiposinfames.com/
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